Entrevista

Carmen Calvo: «Nunca he sido una artista de pasillos»

La creadora, Premio Nacional de Artes Plásticas, presenta en la galería Rafael Ortiz de Sevilla la exposición «Y el otro lado suspira»

Carmen Calvo ante su obra en la galería Rafael Ortiz de Sevilla Raúl Doblado

Marta Carrasco

Carmen Calvo (Valencia, 1950), dice que, «si pudiera me vendría a Sevilla cada dos por tres. Esta ciudad me fascina». Lo comenta mientras cuenta su visita a la iglesia de San Nicolás, frente por frente a la galería Rafael Ortiz , donde ha inaugurado una exposición con sus obras titulada, «Y el otro lado suspira».

La artista va a cumplir setenta años. «Digo siempre mi edad, eso da categoría, aunque cada año me salga un regalito», dice con humor. Carmen Calvo, no es la ministra, «a mí me dicen que soy la buena», afirma con mucho humor la Premio Nacional de Artes Plásticas 2013.

Nació en Valencia donde sus padres trabajaban en una portería. «Mis padres eran castellanos y en tiempos de la guerra se mudaron a Valencia. Ahora yo tengo mi estudio en una calle paralela a donde vivía. Es como cerrar el ciclo. Yo tengo la imagen de la azotea de mi casa, las campanas... tuve una niñez muy feliz . Fui solitaria, pero ahora también lo soy. Me entretenía con todo».

Reconoce que pese a que sus padres, «no tenían posibilidades, siempre me dejaron hacer. Y luego tuve buenos compañeros. Tuve la suerte de conocer al Equipo Crónica y nos ayudaron mucho porque eran diez años mayores. Y también estaban por ahí, Teixidó, Miguel Navarro, Rosa Torres... Ahora me han hecho académica, algo que nunca pensé, aunque Carmen Alborch me decía, entra, que hacen falta mujeres. En fin... que mis compañeros de viaje fueron fundamentales. Conocí a Josep Renau, Saura.. . Entonces había más afinidad de los jóvenes con la gente mayor».

Trabaja desde los catorce años, en artes y oficios, en publicidad... Cursó Bellas Artes, obtuvo una beca de la Casa Velázquez y posteriormente pasó nueve años en París. «Volví por mi madre, y lo volvería a hacer». Confiesa que París le cambió, «el modo de ver, la ciudad en sí te atrapa y eso es vida que luego traduces».

Ahora compagina sus viajes con el trabajo en su estudio valenciano. «Si echo la vista atrás me hubiera gustado estudiar más, saber más y, claro, no es lo mismo nacer en una familia donde todo está dado, en otra que no. Pero he tenido toda la gratitud, porque en mi casa me han dejado hacer y eso es mucho».

Eso sí, su padre no le dejó hacer teatro. «Hice un casting y me eligieron para el Pequeño Teatro de Valencia, pero creo que visto lo visto, he acertado con la elección».

A lo largo de los años Carmen Calvo también tuvo su compromiso con la política. «Era un tiempo difícil. El Equipo Crónica organizó otra mirada de ver y nosotros retomamos carteles de Renau y los fuimos interviniendo. En aquella época trabajaba de dibujante en una fábrica y era enlace sindical de Comisiones Obreras. En el partido Comunista duramos poco. Todo eso forma parte de tu vida, tenía una edad, pero hay mucha gente joven a la que la memoria no le preocupa, y es importante. Yo me considero demócrata y colaboro con todo lo que puedo» . Ahora colabora con la Asociación contra el Cáncer junto a Arsuaga y con otras asociaciones.

El arte español

Está en la elite del arte español, siendo de las pocas artistas que ha participado en la Bienal de Venecia, en 1997 junto a Joan Brossa .

Admiradora de nombres como Giotto, Piero della Francesca, Arp, Miró y Kounelis, entre otros, trabaja el barro cocido, así como la imagen fotográfica y pictórica. Fascinada por los materiales, en los noventa empieza a introducir la imagen fotográfica en sus composiciones y crea escenografías a base de instalaciones. El poeta valenciano Francisco Brines definió como «mirada da salvadora» su visión sobre la realidad contemporánea.

«No sé dónde estoy situada, pero a mí las cosas me han venido por esfuerzo y trabajo. Nunca he sido una artista de pasillos . No hago más que trabajar y sigue siendo difícil ser mujer. Antes porque era joven y me decían, usted lo dejará, se casará... pues no. Y ahora me dicen: ¿cuándo te jubilas? Y yo pienso: al enemigo puente de planta. No, no me jubilo. Es mi vida y es la que he elegido».

Sigue planteando la obra desde lo conceptual. «Llevo un bloc y lo reflejo. Yo creo que el compromiso tiene que estar. El individuo debe estar comprometido a algo». Se emociona cuando recuerda a su amiga Carmen Alborch. «Hace poco me dieron el premio que lleva su nombre».

Sigue trabajando todos los días. «Hay gente que no entiende que los artistas somos trabajadores. El podium hay que dejarlo para las estatuas». Y cree que las instituciones y los museos públicos deben ayudar a la difusión. «Más que subvenciones, quiero apoyos. Yo me he presentado a becas, siempre he estudiado con becas, pero debería haber alguna ayuda para que las galerías puedan salir fuera y difundir a sus artistas. Porque la galería es un lugar donde hay personas que creen en algo. Hay otras galerías que son tiendas . El mercado es difícil, porque entran las modas, pero yo eso lo barro».

A Sevilla ha traído una serie de dibujos collages y montajes escultóricos con objetos intervenidos hasta componer cuatro series. «Participé en Photoespaña y me ha encantado, porque llevo muchos años trabajando con fotografía y como Dora Maar me encantan las intervenciones».

Confiesa que el arte «me ha hecho feliz» , y que sí, que la confunden con la vicepresidenta del gobierno, «pero a mi me dicen que soy la buena. Cuando fue ministra un día me dijo, ¿sabes que me dicen que si yo hago cuadros? Yo le dije, ministra, no tengo ningún problema. Yo siempre he firmado Calvo. Como ella es archiconocida y política, estos días me lo han preguntado mucho. Y yo digo: prefiero ser la artista», concluye.

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