Carlos Domingo: «La pandemia no ha paralizado la creatividad»

El artista presenta su primera muestra individual en la galería Rafael Ortiz de Sevilla

El escultor Carlos Domingo ante una de sus obras en la galería Rafael Ortiz J.M. Serrano

Marta Carrasco

El escultor Carlos Domingo (Teruel 1969) presenta en la galería Rafael Ortiz su primera exposición individual bajo el título ‘El bostezo de las piedras’.

En sus obras hay un claro acercamiento a la arquitectura, una metáfora con la que se acerca a la ciudad y su complicada y difícil relación con la naturaleza. «En la galería sevillana se han expuesto once obras. Siempre me ha interesado la relación del arte y del ser humano con la naturaleza, pero entendida como concepto filosófico más que ecológico».

En el imaginario personal del artista turolense siempre hay una preocupación volumétrica, por eso presenta, además de esculturas, dibujos que son la primera fase de la pieza final. «Son dibujos de carbón sobre papel, una técnica muy elemental. Y en el caso de la escultura es madera y yeso, luego pintada. Son obras de los últimos dos años».

Siempre trabaja en un continuo, sin grandes saltos, «incluso hay obras que son revisitación de obras anteriores. A lo lago de los años me doy cuenta de que mi proceso creativo es como una espiral, no es lineal. Cuando hago algo nuevo lo miro y me recuerda a algo que ya hice y que ahora revisito con otra mirada. Eso sí, me doy cuenta de que funciona».

Domingo empezó en el mundo del arte por auténtica vocación , sin ninguna tradición familiar. «Teruel existe, sobre todo en el terreno de mi infancia: la casa, los amigos, pero sí entiendo que pesan las experiencias de niño. Teruel está presente en mi obra , en títulos, en pequeños detalles y en arranques de obras como una experiencia vital que tienes exteriorizada».

Primero sus estudios y luego su trabajo le llevó a Valencia. «Mi familia era humilde, pero todas mis decisiones fueron apoyadas por mis padres. No tenía unas expectativas muy formadas de lo que me iba a encontrar en la facultad de Bellas Artes, pero por esa misma razón todo lo que me encontré estaba bien».

Se decantó por la escultura sin una decisión premeditada. «De repente salió así. Empiezas con el dibujo y luego hacía maquetas previas, empiezas a evolucionar y algunas maquetas pasaron a constituirse como obras definitivas... En fin, fue poco a poco».

Para Carlos Domingo el peso del arte contemporáneo sigue estando en Madrid «por ser capital económica, aunque yo creo que en Sevilla también se funciona bien. En Valencia, después de una época gris, parece que se atisba una nueva etapa . Eso sí, los dos últimos años de pandemia no han ayudado nada. Ha paralizado muchas iniciativas, aunque afortunadamente no la creatividad de los artistas», afirma.

También asegura que su obra no está afectada por la pandemia. «Los artistas que tienen claro lo que tienen que hacer siguen. Muy duro tiene que ponerse todo para abandonar, y el que lo deja es que no lo tenía claro. Esto es vocacional».

Igualmente dice que el artista contemporáneo no es un incomprendido. «Eso es más una impostura. El que hace arte contemporáneo sabe que su público es estrecho y, sabiendo eso, así trabajas. Eso sí, hay que crear públicos».

Por último, admite que «la escultura se vende mal. Es más difícil tenerla en casa y el coste es más elevado por la producción de las piezas. La pintura tiene un valor hegemónico en el arte que casi lo tapa todo. A veces hay inercias que no sabes bien por qué pasan. Me gustaría saber cuándo va a estar de moda la escultura, que fue importantísima en otros siglos, incluso en la mitad del siglo XX en España con Oteiza, Chillida... Ahora no es así. Despunta la fotografía, el video, a veces la instalación y luego siempre la hegemonía de la pintura».

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