La vida regresa a los museos
Bajo los acordes del «Himno a la alegría» en el Prado, las pinacotecas del Paseo del Arte en Madrid se reencontraron ayer con el público
Día grande en el Paseo del Arte de Madrid . Sus tres buques insignia reabrieron ayer, después de casi tres meses cerrados, con dos jornadas de puertas abiertas (ayer y hoy), y todas las entradas agotadas. La ciudad está radiante, luce un sol espléndido. Hay un ambiente festivo y muchas ganas de volver a pisar los museos. Las colas han vuelto. Da gusto verlas. La del Thyssen daba la vuelta al Palacio de Villahermosa. Eso sí, sin respetar la mínima distancia de seguridad en el Paseo del Prado. La mayoría son madrileños, hay muchas familias con niños y muy pocos extranjeros . En el Prado, una pareja asiática frente a «La adoración de los Magos», del Bosco, es de las pocas excepciones.
A las 9.45 horas llega al Prado el ministro de Cultura, que hizo un tour museístico. Descubre, en la fachada de Goya, un gran telón con el lema «Reencuentro. El Museo del Prado como nunca lo has visto». Así se titula este regalo en forma de exposición , con 250 obras maestras, que el museo ha querido hacer al público. Al lado de Uribes, Raúl, un joven madrileño que trabaja en el Ministerio de Transportes y que fue el primer visitante del Prado post-Covid . Minutos antes, tenía un pequeño rifirrafe con el personal de seguridad porque traía una voluminosa mochila (en la web se advierte de que no hay consigna). Nos cuenta que está estudiando Historia del Arte en la UNED y que su profesora de Mitología les animaba a ir al Prado a ver sus grandes cuadros mitológicos. Tiene muchas ganas de admirar juntos «La Familia de Carlos IV» y «Los fusilamientos», y «Las hilanderas» al lado de «Las Meninas». Mientras hablamos con él se acerca el presidente del Patronato del Prado, Javier Solana . Raúl se llevó una pequeña pero cariñosa reprimenda a cuenta de la mochila. Y es que, si se lo advierte un ex secretario general de la OTAN, no hay más que hablar.
Anécdotas aparte, a Solana se le ve feliz. Nos cuenta que el viernes fue muy emotiva la visita al museo de s anitarios, policías, guardias civiles ... Sonó «El cant dels ocells» (El canto de los pájaros), a cargo de un violonchelista de la ORCAM. Un acto muy emotivo, a puerta cerrada, sin prensa. Ayer, en cambio, día grande y festivo para el museo, donde esta vez sonó el «Himno a la alegría» , interpretado por un quinteto de cuerda, junto a «Las Meninas». Motivos para la alegría, los hay, sin duda.
En la cola del Prado, una familia muy numerosa de Madrid. «Había ganas de Prado, de estar en este reencuentro, que creo que va a ser impresionante para todos», nos cuenta Carmen. Recuerda haber estado amamantando a unos de sus hijos (hoy ya adolescente) en el museo. No les asusta el problema del coronavirus : «Hemos visto que está todo regulado y hay mucha seguridad ». Unos metros más allá, Mark, un australiano de 44 años que lleva casi tres viviendo en Madrid. Trabaja como sumiller. Se confiesa un enamorado del Prado: «Es espectacular, el mejor museo del mundo . He venido muchas veces. Me encantan Goya, Velázquez, El Greco...»
Dentro del museo, en la sala XII, donde cuelgan 25 Velázquez, hablamos con Jordi y Anne. Él es pintor. Viven en Madrid. «Esto es una celebración. A pesar de la crisis, este museo es algo inalterable, permanente; es lo único nuestro, con una dignidad y una grandeza que en este momento se echa de menos en muchas cosas». Aunque el montaje no les ha gustado: «Es demasiado historicista». Ven muy abigarrada esta sala: « “Las Meninas” quedan como escondidas . Los cuadros no respiran y no se puede disfrutar igual», dice Anne. Pero entienden que es una ocasión muy especial de sacar pecho con todas estas obras maestras. Son tan impactantes algunos espacios de este «nuevo» Prado que muchos esperan que Falomir deje el montaje de manera permanente. Es el caso del historiador del Arte Benito Navarrete, que ayer deambulaba por el Prado. Hay salas que será complicado mantener por la circulación, pero otras... «Ya veremos, ya veremos», dice Solana.
En el Museo Thyssen , la gran exposición dedicada a Rembrandt (reúne 39 obras del maestro), que quedó suspendida por la pandemia y se ha prorrogado hasta el 30 de agosto, ha atraído a muchos visitantes. Como José y su mujer, Cristina, quienes, a pesar de que trabajan en la industria de la tecnología, son unos apasionados del arte. El, argentino, y ella, mexicana, llevan muchos años viviendo en Madrid. «Casi todos los fines de semana solíamos ir a algún museo. Nos encanta». Amigos del Prado, se quedaron con ganas de ver la exposición de Rembrandt: «Es uno de los artistas que más nos ha impactado. El arte, cuando uno empieza a comprenderlo, ayuda. Los pintores brindan emoción, curan el alma ».
El Thyssen, siempre tan «cool» (ya vendió en su tienda preservativos con obras de su colección), no ha dejado escapar la ocasión y ahora las que están a la venta son mascarillas higiénicas reutilizables homologadas e ilustradas con obras de Mondrian, Rothko y Robert y Sonia Delaunay. Su precio: 10,90 euros. El director gerente y el director de comunicación llevan puestas las de Rothko. ¿Quién dijo que el Covid-19 está reñido con el estilo?
En el Reina Sofía la visita discurre con toda normalidad. Sus amplios espacios y los aforos en sus salas invitan a respetar con facilidad el distanciamiento social. Juan y Sonia, de Madrid, tenían muchas ganas de enseñarles el «Guernica» a sus dos pequeños: Pablo y Martín, de 11 y 7 años. ¿Qué os gusta más del cuadro?«El caballo y el toro», dicen. ¿Qué hacen los personajes? «Están huyendo». Eso sí, al preguntarles por el nombre del pintor hay que darles una pista... y lo sueltan del tirón.
Tanto en las puertas del Prado como del Thyssen hay grupos de guías oficiales de turismo con pequeñas pancartas en sus manos. No reivindican nada, tan solo quieren celebrar la reapertura de los museos, soñando con volver pronto a sus salas para explicar sus colecciones al público. Hasta después del verano lo ven muy difícil.