Surrealismo en el Museo Thyssen: entre el deseo y la culpa
Se exhiben trece obras de la Colección Abanca vinculadas a este movimiento, con Dalí como abanderado
![«Las rosas sangrantes» (1930), de Dalí. Detalle](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2018/11/07/dali1-k5YB--1248x698@abc.jpg)
En 2015 se expuso en las salas del Museo Thyssen una selección de obras de la Colección Abanca centradas en Picasso y el cubismo, que fue visitada por más de 40.000 personas. Tres años después, ambas instituciones vuelven a colaborar con otra exposición. En este caso, el protagonista es Dalí y otro de los grandes movimientos de vanguardia, el surrealismo . Se han seleccionado para la ocasión trece obras de las 1.350 de 250 artistas españoles e internacionales que atesora Abanca, declaradas Bien de Interés Cultural en 2015.
Explica Guillermo Solan a, director artístico de la pinacoteca, que «el surrealismo fue un movimiento literario, no pictórico, por lo cual no hay un estilo artístico surrealista como tal. Hay quien pensaba que era intraducible a la pintura. Cada pintor es un mundo. De Chirico fue uno de los más influyentes en este movimiento, pero acabó condenado por él. Max Ernst fue consagrado pintor surrealista por Breton. Miró mantuvo su independencia; no entró en las batallas, a veces a muerte, en las que se enzarzaron los surrealistas. Y Dalí fue la gran esperanza blanca del surrealismo, pero acabó siendo un maldito, un Avida Dollars , tras confesarle a Breton que había tenido sueños eróticos con Hitler . Breton tenía dos fobias: el nazismo y los homosexuales, a los que tachaba de pederastas». Precisamente, el eje de la muestra son dos cuadros de Dalí: «Las rosas sangrientas», que ya estuvo en el Thyssen en la exposición «Lágrimas de Eros», y «Patio oeste de la Isla de los muertos», dos obras maestras en las que el de Figueras reflexiona sobre temas como el deseo sexual y el sentimiento de culpa. En el primero, una sombra amenazante evoca a su padre. El segundo es un homenaje al cuadro de Böcklin que tanto le obsesionaba.
Juan Carlos Escotet, presidente de Abanca , se mostró muy satisfecho por seguir colaborando con el Museo Thyssen: «La exposición sobre Picasso y el cubismo en 2015 fue un sueño, supuso un hito y superó todas nuestras expectativas. Marcó un punto de inflexión en la gestión y difusión de este importante patrimonio artístico , cumpliendo con constancia y empeño la responsabilidad que implica esta tarea. Esta segunda exposición, con obras de máxima calidad, está a la altura de la primera». El comisario de la muestra, Juan Ángel López Manzanares , conservador del Museo Thyssen, fue desgranando las pinturas seleccionadas: los célebres maniquíes de Giorgio de Chirico, reivindicado por Breton como centinela del surrealismo; unos «Vasos comunicantes» en los que Max Ernst combina sueño y realidad; destacadas obras de Miró y Óscar Domínguez... Hay presencia gallega –Urbano Lugrís, Eugenio Granell y Maruja Mallo– y de Hispanoamérica, con Matta y Wifredo Lam.