Un Rubens, joya de la Academia de Bellas Artes, recupera su esplendor
La restauración de «Susana y los viejos» ha sido posible gracias al mecenazgo de la Fundación Callia. Debido a su fragilidad, la obra ha sido intervenida en sala, a vista del público
«Susana y los viejos» , de Rubens , una de las diez obras más relevantes de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando , recupera su esplendor, sus colores originales y los matices que habían quedado invisibles con el paso del tiempo, tras la restauración a la que ha sido sometida. El cuadro despliega de nuevo los rasgos más brillantes de Rubens: la vitalidad, la expresión enérgica del movimiento, el vibrante cromatismo y la riqueza policroma; considerándose una pieza esencial dentro de la producción del maestro. La restauración de este óleo sobre tabla ha consistido en una minuciosa limpieza y en la reintegración de la capa pictórica, así como en la intervención del marco.
Los trabajos han sido posibles gracias a la d onación de la Fundación Callia , que preside Carmen Reviriego . Los fondos proceden de la generosidad de los invitados a la gala de entrega de los premios iberoamericanos de Mecenazgo , que organiza dicha fundación, celebrada el pasado febrero en el Teatro Real de Madrid, y que reunió a numerosos mecenas nacionales e internacionales. Carmen Reviriego afirma: «Estamos muy felices de poder contribuir a la restauración de una obra maestra, parte de nuestro patrimonio, que hasta el momento no era posible admirar en todo su esplendor. La Fundación Callia nace con la misión de reconocer y promover el mecenazgo. Creemos firmemente en el arte como herramienta de transformación social. La acción que ahora nos ocupa es un claro ejemplo de retorno a la sociedad por parte de destacados filántropos».
La restauración
Los trabajos de restauración, realizados por Silvia Viana y Judith Gasca , han durado varios meses. Debido al estado de fragilidad en el que se encontraba la obra, ésta tuvo que ser intervenida en la sala donde se exponía, quedando así al descubierto y visible para los visitantes el proceso de restauración. El primer paso fue realizar análisis previos para determinar la estabilidad, el estado de conservación del soporte y de la intervención anterior. Los análisis consistieron en placas digitales en rayos X, una barrida de luz ultravioleta y micro-muestras de la capa pictórica. Se observó en el barniz y en el pigmento una fuerte degradación del color por oxidación, que dificultaba la visión correcta de la policromía, y que se procedió a eliminar. Gracias a lo cual se hicieron visibles detalles antes ocultos como el ropaje de los viejos, y se devolvió la calidad del cromatismo, característica primordial de las obras maestras de Rubens.
Respecto al marco, se observaron pérdidas de algunos elementos y sobre todo barnices oxidados, que daban al conjunto de la obra un color parduzco, impidiendo apreciar la calidad del oro original, del que se desconocía su presencia. El marco es en sí una joya realizada en talla de madera.
Adquirida por orden de Carlos III
La obra restaurada es una de las primeras piezas que formaron parte de la colección de la Academia, adquirida por orden de Carlos III en 1778 con la finalidad de influir en la formación de los jóvenes artistas. Antes de convertirse en museo, la Academia era un espacio pedagógico en el que las obras de los profesores y los cuadros del pasado servían de modelos y ejemplos para sus discípulos. Durante la época de la Ilustración fue la encargada de tutelar el buen gusto. En la actualidad, la institución es la segunda pinacoteca del país, en cuanto a la importancia de su colección de arte antiguo, por detrás del Museo del Prado. Cuenta con trece pinturas de Goya, y con obras de maestras de Arcimboldo, Zurbarán, Ribera, Cano, El Greco, Vicente López, Madrazo, Sorolla, Vázquez Díaz, Juan Gris o Picasso. A esto se añade su rica colección de escultura, sus más de 15.000 dibujos y un número superior a las 8.200 planchas de la Calcografía Nacional.
Rubens (Siegen, Alemania, 1577-Amberes, Bélgica, 1640) pintó este cuadro en su etapa italiana, antes de cumplir treinta años de edad. A pesar de su juventud, ya era un artista poderoso en su condición del pintor del duque de Mantua, y su obra era reproducida y grabada por toda Europa hasta el punto de alcanzar una amplia difusión por el continente. La historia de Susana y de sus calumniadores está inspirada en el capítulo XIII del libro del profeta Daniel . Ella, joven virtuosa, es objeto de las insidias de dos miembros del Consejo de Venecia, siendo acusada de adulterio.
Un tema recurrente en la época
Se trata de un tema recurrente en la época: Guercino y Tintoretto lo representaron mostrando a Susana de espaldas, y Artemisia Gentileschi reprodujo a Susana de frente, pero siempre antes del acoso de los ancianos. Rubens, pintor del movimiento y la vitalidad, escogió el instante del hostigamiento, presentando una nueva forma de exponer la escena. La composición tiene un fuerte movimiento diagonal, marcado por la figura de Susana. En «Susana y los viejos» se aprecia cómo Rubens mezcla el sentido plástico de tradición romana con el colorido veneciano, y a estas notas italianas asocia elementos de tradición flamenca. Se observan los ecos venecianos en el escorzo violento de Tintoretto y el conjunto de San Rocco en Venecia.
La presencia de Roma se hace patente a través de la piedra monumental en la baldosa, la peana y las balaustradas, el elemento del agua y las fuentes. Los rostros de los ancianos recuerdan a los filósofos de «La escuela de Atenas» de Rafael y en su musculatura se aprecia la huella Miguel Ángel . Rubens tiene esta herencia de la cual se siente orgulloso y un enorme poder creativo para generar nuevas alegorías. Sin embargo, como corresponde a un gran maestro, estudia atentamente a las grandes figuras anteriores, las hace suyas y las transforma en su obra propia.