El robo del Palacio Real de Dresde pone patas arriba la seguridad de los museos alemanes
El protocolo que llevó a los vigilantes a llamar a la Policía en lugar de placar a los ladrones, el hecho de que ni siquiera activasen las alarmas, recibió ayer duras críticas desde numerosos sectores
Los ladrones pudieron entrar por una ventana, romper con un hacha las vitrinas y llevarse varias joyas de incalculable valor económico e histórico en solo quince minutos
![Un investigador de la Policía alemana, en los alrededores del Palacio Real de Dresde](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2019/11/27/dresdeee-kNWG--1248x698@abc.jpg)
La Policía alemana logró ayer identificar el coche en el que huyeron los ladrones de parte del tesoro real de Dresde . «Las investigaciones han confirmado la sospecha de que los ladrones huyeron en un Audi A6 y luego lo quemaron en un aparcamiento subterráneo en la calle Kötzschenbroderstrasse», informó ayer un portavoz sobre la única pista por el momento. El citado aparcamiento está situado a unos quince minutos del museo y cerca de la salida a la autopista, por lo que es muy probable que los ladrones cambiasen allí de vehículo y lograsen darse a la fuga. Este detalle es fuente de una gran frustración en Alemania y ayer fueron puestos en cuestión los sistemas de seguridad que protegían el tesoro.
[Así fue el espectacular robo]
Los costes de seguridad para las colecciones estatales Staatliche Kunstsammlungen Dresden (SKD) ascienden a ocho millones de euros al año, según el director general Marion Ackermann . «El concepto de seguridad se coordina de la manera más intensiva», defendió, aunque reconocía que «tras las pérdidas de la Bóveda Verde , el concepto tendrá que ser examinado».
A pesar de que hay varios centros de seguridad que vigilan las colecciones las veinticuatro horas y de que en cada uno de ellos hay permanentemente dos vigilantes, los ladrones pudieron entrar por una ventana, romper con un hacha las vitrinas y llevarse varias joyas de incalculable valor económico e histórico. El protocolo que llevó a los vigilantes a llamar a la Policía en lugar de placar a los ladrones, el hecho de que ni siquiera activasen las alarmas, recibió ayer duras críticas desde numerosos sectores.
Recibieron en los paneles tres señales de alerta, pero no avisaron a la Policía hasta que no estaban viendo en las cámaras internas de seguridad cómo los ladrones golpeaban con el hacha las custodias. «Se decidió no usar la variante con el botón de alarma, sino llamar al 110 para contar de primera mano a la policía lo que estaba pasando. Vieron con qué fuerza bruta estaban los delincuentes trabajando, hacha en mano, y respetaron el protocolo de proteger en primer lugar la vida humana, por lo que decidieron no acudir a la Bóveda Verde, sino acompañar a los agentes armados desde la recepción a la sala que estaba siendo robada», aclaraba ayer Dirk Burghardt , director comercial del Staatliche Kunstsammlungen Dresden.
Respecto al cristal de las vitrinas, «era un vidrio de seguridad especial, de la calidad estándar que se utiliza en este tipo de museos, pero aunque su resistencia es extrafuerte, después de un determinado número de golpes con un hacha, termina cediendo», aclaraba ayer el abochornado jefe de seguridad Michael John .
Mientras la investigación se centra en la información que desde el interior del museo pudieran haber obtenido los ladrones, el experto en robos de arte Willi Korte afirma que «obviamente eran profesionales, con un método que están llevando a cabo gángsters procedentes de los Balcanes o de los países de Europa del Este», sospecha, y señala que ya se han producido en Alemania robos muy parecidos cuyos objetivos van aumentando progresivamente en dificultad.
Se refiere, por ejemplo, al robo hace casi dos años de una moneda de oro, escamoteada en plena noche y sirviéndose de una carretilla del Museo Bode , en la Isla de los Museos de Berlín. Acuñada en 2007 en oro macizo por la Real Casa de la Moneda Canadiense, era uno de los cinco ejemplares Big Maple Leaf, de 53 centímetros de diámetro y 3 centímetros de grosor, con un valor estimado de 3,75 millones de euros. «También entraron por una ventana, conocían perfectamente la seguridad del museo y actuaron de forma muy rápida y con muy pocos medios», relaciona Korte.
El director del museo, Dirk Syndram , entró ayer por primera vez a la Bóveda Verde y constató que algunos diamantes de la Reina de Sajonia que se creían parte del botín no fueron sustraídos, sino que se habían camuflado entre los cristales rotos. «No estoy aliviado, pero al menos no estoy tan frustrado como ayer», dijo.
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