El Picasso retratista se exhibe en Barcelona
Más de 80 pinturas repasan el catálogo de personajes que inmortalizó el artista
La muestra «Picasso. Retratos» que se inaugura en Barcelona es una oportunidad de redescubrir la importancia que tuvo este género para el artista malagueño. «Solía representar al mismo modelo de maneras diferentes y en diferentes estados de ánimo», comenta la comisaria Elisabeth Cowling, que lleva años analizando los retratos picassianos. «Aquí v emos todas la técnicas y conviven los más formales con los más irreverentes. Picasso nunca aceptó un retrato por encargo». Óleos, trabajos con tinta, dibujos, caricaturas y esculturas dan buena cuenta de la variedad e innovación de estilos, técnicas y formatos que el artista utilizó para describir a los personajes de su entorno más próximo.
La exposición coorganizada por el Museo Picasso de Barcelona y la National Portrait Gallery llega avalada por su éxito en Londres. En Barcelona, donde recalará hasta el 25 de junio, no se muestran todos los autorretratos que se pudieron ver en Londres –« aquí ya hubo una exposición de autorretratos hace dos años»– pero se conservan obras tan características como «Autorretrato con peluca» (1900), «Viejo sentado» (1970-1971) y «Figuras al estilo de Rembrandt» (1967). Picasso disfruta al colocar una peluca e imaginarse inmerso en la época goyesca a quien siempre mostró gran admiración. «En este cuadro vemos a un Picasso con peluca muy intenso y con un ojo escondido; una posible metáfora de su mundo interior».
Biografía pictórica
La Sala 1 tiene muchos tintes biográficos. Nos da la bienvenida su tía Pepa con una cara pensativa: «No sabemos qué está pensando pero tiene algo en la cabeza» y nos presenta a su padre en dos dibujos «en los que se ve que no era un hombre feliz; estaba decepcionado con la vida. Picasso dependía mucho de su padre». Cowling destaca que estos cuadros los realizó con apenas veinte años. En 1900 realizó en Barcelona una muestra con numerosos dibujos naturalistas pintados con rapidez de sus amigos asiduos a Els Quatre Gats y un año después expuso en París retratos como el del vagabundo de Montmartre Bibi-la-Purée con un tono cómico que reflejan su descubrimiento de Toulouse-Lautrec.
Sus mujeres siempre fueron sus mejores modelos Conoció a su primera esposa, la bailarina ucraniana Olga Khokhlova en 1917 en Roma y en 1923 pintó un gran retrato clásico de Olga que «evoca la melancolía y el distanciamiento de la pareja». Marie-Thérèse Walter, cuya relación empezó en 1927, fue fuente de inspiración para una serie de esculturas. La relación con Walter estaba dominada por el sexo y así lo dejó explícito en sus lienzos y esculturas. Cada diez años cambiaba de mujer. Su relación con Dora Maar coincidió con la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial y sus retratos reencarnan el sufrimiento.
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