Picasso, Colón y Podemos «se cuelan» en las salas del Museo Reina Sofía
Una retrospectiva del artista malagueño Rogelio López Cuenca abre la caja de los truenos en la pinacoteca
Mientras se presentaba ayer en París una exposición sobre «Picasso y la guerra» , en Madrid andaban guerreando con el artista. Mientras se presentaba ayer en Fráncfort una muestra sobre los grabados de Picasso, en Madrid andaban a vueltas sobre la «picassización de Málaga» o la «malagueñización de Picasso» . El resto del mundo, celebrando a Picasso, y en España, como siempre, con los complejos a cuestas. El Museo Reina Sofía abría una retrospectiva del artista malagueño (sí, como Picasso) Rogelio López Cuenca , que en una de las salas denuncia el uso espurio y perverso que, en su opinión, ha hecho Málaga con Pablo Picasso.
Cree que, « a falta de Giralda, Alhambra o Mezquita » que echarse a la boca y con la que atraer a turistas e inversiones de capitales , el Ayuntamiento (casualidades de la vida, del Partido Popular) ha tirado de Picasso, «por el hecho fortuito de haber nacido en la ciudad», sin que «el pobre pueda defenderse». Se refiere a que hay una casa natal, un museo con su nombre, recorridos picassianos (donde nació, donde estudió...) Que se sepa, no ha habido «chalecos amarillos» en Francia quemando el Arco del Triunfo por promocionar a Monet, Delacroix o Courbet, ni protestas en Holanda por publicitar a Rembrandt, Vermeer, Van Gogh o El Bosco, ni en Flandes por sacar pecho con Rubens... Y hasta medio mundo pugna por apropiarse de Leonardo en su 500 aniversario.
López Cuenca tira de ironía, marca de la casa, e instala una tienda de souvenirs picassianos en la exposición con todo tipo de objetos: las señoritas de Aviñón estampadas en un traje de faralaes, capirotes de penitentes customizados picassianamente y hasta calzoncillos con la mujer que llora del «Guernica». ¿Para qué? Ya hay, a pocos metros, una tienda del museo, donde se venden muchos de estos souvenirs y la pinacoteca hace una suculenta caja con ellos .
¿Cinismo e hipocresía?
¿No hubiera sido más efectiva la crítica si una sala de la muestra fuera la tienda de la pinacoteca? ¿Extiende su crítica a ella? El artista se sale por la tangente: «Hay un archivo en construcción sobre el “Guernica”». Probamos si hay más suerte con el director del museo: ¿No es hipócrita y cínico asumir una crítica de algo que uno hace pero se lucra con ello? Manuel Borja-Villel responde: «No. Nosotros introducimos la crítica en el propio museo. López Cuenca ha trabajado sobre Málaga, no sobre la tienda del Reina Sofía. Hay un cambio de escala». Suponiendo que el tamaño importe y, reconociendo que es un museo y no una ciudad, algo picassizado sí parece el Reina Sofía... «No, en el sentido de que Picasso se transforme en una marca comercial. Hemos intentado desmitificar el “Guernica”. En Málaga hay una picassización de la ciudad, que en Madrid no hay: transformar a Picasso en una marca que tiene mucho que ver con cierta forma de turismo extractivo, con la especulación inmobiliaria».
López Cuenca lanza dardos en la exposición a diestra y siniestra: contra el neocapitalismo liberal, la mercantilización del arte , los poderes que manejan la Unión Europea, la ausencia de memoria histórica, los «excesos» del Gobierno de Rita Barberá en Valencia (casualmente, de nuevo del PP), las políticas migratorias... y hasta «las atrocidades del colonialismo» . En una instalación hecha ex profeso para la muestra, llamada «Las islas» , arremete contra el turismo de «todo incluido» (hasta el sexo) en paraísos exóticos, continuidad, dice López Cuenca, de ese otro colonialismo: el de Colón y su descubrimiento de América. Maniquíes portan camisas hawaianas, cuyos florales estampados enconden escenas de sometimiento a las mujeres indígenas. Idea reforzada en un vídeo con textos de Michele da Cuneo, navegante italiano que acompañó a Colón en su segundo viaje a América, a quien, dice, el almirante le «regaló» una joven indígena.
«Amigos para siempre»
Decía Félix de Azúa en una entrevista en estas mismas páginas que el Reina Sofía es «una plataforma de Podemos ». Aclaraba que es muy amigo de Borja-Villel, su director. Con amigos así... Preguntamos a éste: ¿No le da la razón a Azúa con exposiciones como ésta y artistas como López Cuenca, que ven el museo como «un espacio de resistencia» ? «López Cuenca entronca en una tradición que va del Dadá a Mallarmé, Broodthaers, Haacke , Pistoletto... Si quieres cuestionar todo el siglo XX, puedes cuestionarlo. Casi todos los museos del siglo XX serían de resistencia». Insistimos en las palabras de Azúa: «Con todo el cariño, pues es amigo, Félix no es una referencia (le devuelve la puñalada). Por tanto, responder a algo que no tiene sentido, no tiene sentido. El 80% de artistas, desde Courbet hasta hoy, cuestionan la sociedad en la que viven, defienden una actitud progresista, revolucionaria, de cambio. No tiene nada que ver con Podemos, ni Izquierda Unida o Ahora Madrid». Pero le acusan de que esas críticas a la sociedad en las exposiciones del Reina Sofía siempre son unidireccionales: «Ya le digo que no. El artista con el que más he trabajado es Tàpies y está en otra línea. Y María Blanchard era muy de derechas».