Pablo Picasso y Paul Éluard, fusión artística y poética en Barcelona

Dos exposiciones exploran en el Museo Picasso la relación del artista con la poesía

Una visitante observa la obra de Pablo Picasso «Retrato de Emile Marguerite Walter», de 1939, Efe

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De joven, mientras estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios de La Coruña, ya ideó una suerte de periódico para comunicarse con su familia y con los años acabaría fundando publicaciones como «Arte Joven», pero fue en abril de 1935, con su matrimonio con Olga Khokhlova haciendo aguas, cuando a Pablo Picasso la creatividad se le manifestó en forma no de lienzos y pinturas, sino de versos y poemas. «En el fondo soy un poeta descarriado», le confesó a su amigo Roberto Otero. «Si fuera chino no sería pintor, sino escritor, escribiría mis pinturas», dejó dicho, también, el genio malagueño.

Esta frase es precisamente lo primero que puede leerse en la sala que acoge «Abecedario. Picasso poeta», la más íntima de las dos exposiciones que el Museo Picasso de Barcelona dedica a explorar la importancia de la escritura poética en el universo creativo del artista. La segunda, mucho más completa y detallista, explora la fructífera alianza personal y artística que se estableció entre Picasso y el poeta francés Paul Éluard. «Son dos exposiciones que en realidad funcionan como una sola», destaca el director del museo, Emmanuel Guigon. Tanto es así que mientras que los grabados de «Sueño y mentira de Franco» se pueden ver en la primera muestra, para leer el poema de idéntico título que escribió en 1937 hay que desplazarse hasta la segunda.

Derivadas políticas

En ambos casos, añade Guigon, se trata de mostrar cómo se mezcla la poesía y la pintura, «lo visible y lo invisible», a través de escritos inéditos; óleos de alto voltaje político como«Masacre en Corea»(1951), inspirado en «Los Fusilamientos del 3 de mayo», de Goya; y retratos de Dora Maar y Nusch Éluard, segunda esposa del poeta y musa de Man Ray, Miró, Matisse y, claro, también Picasso. La política es también una derivada importante, que acabaría siendo el pegamento que uniría a Picasso y Éluard.

Vista de una de las salas de la exposiciónn Efe

Así, de los bombardeos del ejército franquista sobre Madrid nacería «Noviembre 1936», poema que inspiraría «Sueño y mentira de Franco». A la inversa, el «Guernica» de Picasso tendría una importancia capital en «La victoire de Guernica», de Éluard. La Segunda Guerra Mundial, la ocupación nazi y la posguerra también jugaron un papel de especial relevancia en una relación que el museo reconstruye ahora a partir del diálogo entre las paredes y las vitrinas; entre obras de Picasso como «La mujer que llora»(1937), «Cabeza de toro»(1942) o «Ensayo de colores. Banderas de las repúblicas francesa y española»(1944) y poemas de Éluard dedicados al artista.

Entre tanta convulsión, un remanso de paz: las vacaciones que compartieron durante tres veranos en el hotel Vastem Horizon de la Costa Azul y que se traducen aquí en fotografías de Lee Miller y Man Ray y retratos de Picasso dedicados a Nusch y Dora Maar.

La muerte de Éluard en 1955 y la paloma que Picasso dibujó para despedirlo cierran una muestra cuyo espíritu impregna también las estancias de «Abecedario. Picasso poeta». Es ahí donde el poema dibujado «Nieve al sol», de 1934, comparte protagonismo con la «Variación sobre el retrato de Góngora» (1947), los poemas grabados y algunas de las 125 litografías que Picasso ideó para«Le Chant de Morts», de Pierre Reverdy. «Es un laberinto sin fin en el que todo Picasso está mezclado», destaca Claustre Rafart, una de las comisarias de la muestra.

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