Bicentenario del Museo del Prado
El Museo del Prado, la gran ambición de Fernando VII
Impulsado por su segunda esposa, Mª Isabel Francisca de Braganza, el monarca volcó buena parte de sus esfuerzos en convertir a El Prado en un referente
El Prado está de celebración. Son ya 200 años los que cumple el célebre museo madrileño que nació como una de las grandes ambiciones del monarca Fernando VII . Quizás la única, y por ello volcó gran cantidad de esfuerzos por convertir el Prado en lo que es hoy: todo un referente.
Ya hubo un precedente de creación de un Museo Real de Pinturas y Esculturas en el año 1800 durante el reinado de Carlos IV , siguiendo el modelo francés del Museo del Louvre que fue inaugurado el 11 de agosto de 1793, que aplicaba las ideas promovidas por la Revolución Francesa defendiendo con ardor la creación de museos públicos. Es cierto, que la creación del museo francés se convirtió en modelo de continuidad para las siguientes fundaciones en el resto de los museos europeos.
Pero en España el precedente de creación del Museo Real de Pinturas y Esculturas durante el reinado de Carlos IV, apenas se le podría calificar de anteproyecto, ya que fue una muestra del ideario que dominaba el siglo de las Luces en toda Europa. Posteriormente a esta iniciativa, fue el frustrado intento del monarca José Bonaparte de la creación del Museo Josefino en Madrid , cuyo decreto fundacional fue publicado el 21 de diciembre de 1809. Así, se pretendía continuar la política imperial napoleónica en toda Europa.
En el caso de España, la Guerra de la Independencia puso fin a este proyecto fundacional, que diez años después se haría realidad con el reinado de Fernando VII, que manifestó su deseo de creación de un museo de pinturas firmando un decreto el 4 de julio de 1814, dos meses después de su entrada en Madrid el 3 de mayo de 1814.
Pero el ansiado regreso de Fernando VII, apodado « el Deseado » por los españoles, sólo demostró sus claras intenciones de abolir la Constitución emanada de la Cortes de Cádiz de 1812 y volver a la Monarquía Absoluta, ejerciendo una represión contra todo individuo o institución progresista y liberal, frenando así, los primeros impulsos de progreso en España y el empobrecimiento del país. Por todo ello, no es de extrañar que el reinado de Fernando VII haya sido calificado por los historiadores, como una de las etapas más vacías de la Historia de España, aunque haya que contar con la importante excepción de la creación del Museo del Prado
Los cinco años que separan el año 1814 de 1819, se emplearon principalmente en la búsqueda de cuál sería el emplazamiento adecuado del edificio que albergaría el sueño del monarca, que recayó en el inacabado Museo de Ciencias Naturales, cuya reforma y diseño fue realizada por Juan de Villanueva. Relevante fue el papel que realizó la segunda esposa del rey Fernando VII, Mª Isabel Francisca de Braganza , hija de los reyes de Portugal, gran aficionada a las artes y auténtica impulsora del proyecto fundacional. La clave de la creación del Museo del Prado respecto a todos los precedentes de siglos anteriores consistió no sólo en su carácter público, sino también en su finalidad educativa e instructiva. El proyecto tomó un impulso definitivo en 1818, fecha en la que se decidió utilizar el edificio de Villanueva como sede del futuro museo, finalizando las obras de acondicionamiento en el verano de 1819, aunque hubo que posponer la inauguración hasta noviembre del mismo año, por aguardar a la celebración de los esponsales de Fernando VII con su tercera esposa doña María Josefa Amalia de Sajonia.
Y por fin, el 19 de noviembre de 1819 se inauguró el Museo del Prado o, como entonces se denominaba, el Museo Real de Pinturas y Esculturas , llamado así, pues sus fondos procedían de las colecciones de los Reyes de España. En este punto, fue fundamental la labor periodística realizada para difundir este acontecimiento, destacando el artículo que fue publicado en La Gaceta de Madrid el 18 de noviembre de 1819, como explicación del proyecto, justo la víspera de la inauguración oficial del museo:
« Entre otros pensamientos de utilidad común que han inspirado al Rey nuestro Señor el ardiente deseo que le anima del bien de sus vasallos, y de propagar el buen gusto en materia de Bellas Artes, fue uno el de formar y franquear al público una copiosa colección de cuadros nacionales y extranjeros por el orden de las diferentes escuelas: establecimiento que al mismo tiempo que hermoseaba la capital del reino, y contribuía al lustre y esplendor de la nación, suministraba a los aficionados ocasión del más honesto placer y a los alumnos de las artes del dibujo los medios más eficaces de hacer rápidos adelantamientos. Destinó S.M. para tan digna empresa la copia de preciosas pinturas que estaban repartidas por los preciosos Reales Palacios y casas de campo y señaló fondos para habilitar los salones y galerías del magnífico edificio del Museo del Prado, donde la colección habría de colocarse. Su augusta esposa Mª Isabel de Braganza, que Dios goce, movida de los mismos deseos que S.M., se dignó también en proteger y alentar este importante proyecto; y al cabo de año y medio que se ha trabajado en su ejecución, está ya concluida una gran parte de la obra, donde se han ordenado después de bien limpios y restaurados los cuadros de la escuela española, que tanto se distingue aun entre las otras nacionalidades que han cultivado con gloria las nobles artes; y se continua la obra para habilitar sucesivamente los salones que deben contener las pinturas de las escuelas italiana, flamenca, holandesa, alemana y francesa; pero no queriendo S.M. dilatar a sus amados vasallos el gusto y la utilidad que pueda resultarles de tener reunidas a su vista las más sobresalientes producciones de los pintores que han honrado con ellas a la nación, se ha dignado resolver desde luego se franquee la entrada al público, y que desde el día 19 del corriente mes de noviembre esté abierto el Museo por ocho días consecutivos, excepto los lluviosos y en el que haya lodos, y en lo restante del año todos los miércoles de cada semana, desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde ».
Sin duda, este artículo de La Gaceta no pudo expresar mejor la razón de ser, el funcionamiento y la finalidad de la creación de un museo público, atribuyendo al rey Fernando VII el máximo protagonismo por su generosa iniciativa, siendo lo más destacado el hecho de que el monarca hubiera costeado los gastos de remodelación del edificio donde se albergarían las colecciones reales y, sobre todo el posterior mantenimiento del museo.
Este unitario y generoso esfuerzo desbarata la leyenda del desinterés o la mezquindad de Fernando VII en relación con este proyecto. En el Prado todo dependía del Rey, tanto la colección, como el mantenimiento. Este hecho marca una peculiar diferencia respecto de otros museos contemporáneos europeos, cuyo mantenimiento dependía de fondos públicos . El monarca no sólo aportó el dinero necesario para la remodelación y adecentamiento del edificio, sino que proporcionó una asignación mensual, haciéndose cargo de los salarios de todos los empleados de la Institución, a expensas de su propio bolsillo, así como los restantes gastos de intendencia, que también fueron sufragados por el monarca hasta su fallecimiento en 1833.
Así recogieron las crónicas el fausto día de su inauguración, el 19 de noviembre de 1819 : « Ha de ser fecha sabida y reverenciada por toda persona sensible, y su magia es de tal índole como para perdonar a su creador, Fernando VII, muchísimos pecados de la carga de ellos, personales y políticos, inherentes a su nombre ».
Y después de tantos avatares, el Museo del Prado abrió sus puertas al público en la fecha indicada, con trescientas once obras españolas, comenzando su andadura hace doscientos años, como sede de la más importante colección artística del país y, sin duda una de las más prestigiosas del mundo. Doscientos años y los que le quedan por cumplir. Su atractivo despierta una expresión que comparten buena parte de sus visitantes: «¡Larga vida al Prado!».