El MNAC explora las fuentes medievales de Picasso
Cuarenta óleos, dibujos, cerámicas, esculturas y un cuadro-relieve del artista interactúan con las obras de la colección en una innovadora muestra
Pablo Picasso (1881-1973) visitó el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) en 1934, poco antes de su inauguración oficial, y quedó prendado de su colección de arte románico. El artista malagueño ya peinaba cincuenta y dos años, pero en su juventud vivió una experiencia inolvidable en su estancia en Gósol (Lérida). «En 1906 estuvo en Gósol. En aquella época todavía no se había descubierto el románico y fue una aventura acceder a los pueblos de montaña donde estaban las iglesias y ermitas románicas. Hay un antes y un después de su visita a Gósol», asegura Juan José Lahuerta, comisario de la exposición «Picasso-Románico» , que hoy abre sus puertas en el MNAC y podrá verse en la pinacoteca catalana hasta el 26 de febrero del próximo año.
Estas dos fechas (1906 y 1934) son claves para entender el proyecto de «Picasso-Románico», que inunda caprichosamente algunas salas del románico del MNAC con piezas provenientes del Museo Picasso de París , cuyo director, Laurent Le Bon, viajó ayer a Barcelona con motivo de la presentación a los medios de la muestra. «La idea de este ejercicio comparativo no es subrayar la influencia del románico sobre Picasso, sino destacar la influencia de Picasso sobre el románico. Las vanguardias proyectan una mirada moderna sobre al arte románico, sobre el arte africano, el arte egipcio y el íbero. En concreto, Picasso transforma el arte antiguo en moderno», insiste el comisario Lahuerta.
Diálogo
El resultado es una exposición que no es ni académica ni historicista e ilustra, a partir de 40 óleos, dibujos, cerámicas, esculturas y un cuadro relieve, la influencia del arte románico y sus afinidades en la obra del artista malagueño. Todas las obras expuestas en medio de esculturas y ábsides románicos del MNAC, que atesora la más completa colección de arte románico, provienen del Museo Picasso de París, al igual que una selección de documentos inéditos de los archivos de Picasso que pertenecen al museo parisino y que desvelan su interés por el arte de este período.
Empieza el recorrido por el primitivismo . «El arte que Picasso descubre en Gósol a principios del siglo XX y que le deja impresionado se impone en su nuevo lenguaje pictórico, que simplifica las formas, le da frontalidad y hieratismo. Vemos varios autorretratos que se acercan a la mascarización del rostro y que serán preparativos de “Las señoritas de Aviñón”», señala Lahuerta. De hecho, la Virgen de Gósol, del siglo XII, es una de las joyas del MNAC que ayudan a realizar este viaje en el tiempo. Las tallas dialogan a la perfección con las pinturas de Picasso.
Cuarenta cuadros del Museo Picasso de París descubren la pasión que sentía el artista por el arte románico
El inmenso archivo del Museo Picasso de París guarda mucha documentación vinculada al arte románico recogida por el propio artista o enviada por conocidos y amigos. Así, descubrimos en una vitrina las dos caras de una postal de Joan Miró de un capitel de la catedral de Tarragona que envió a Picasso en 1922 y una de su amigo Joan Vidal Ventosa de 1964. Libros, catálogos, cartas, postales son pruebas de la pasión de Picasso por el románico. «Sus amigos sabían que si le enviaban una imagen de una iglesia románica era una forma muy acertada de llamar su atención», añade la otra comisaria de la exposición, Emilia Philippot, mientras desvela que estos documentos no se han expuesto nunca. «Su admiración por el arte medieval duró muchos años porque tenemos documentos que abarcan un largo periodo», añade.
Crucifixiones y cráneos
Las crucifixiones y las decapitaciones son una temática muy dura recurrente en la obra picassiana. «En algunos cuadros vemos claramente una serie de huesos que nos remiten a las crucifixiones del románico», insiste Lahuerta. En el espectacular espacio de Santa María de Taüll, los frescos conviven con «La Crucifixión», «Tres bañistas», «Escena de decapitación» o «La mujer del estilete», todas ellas de Picasso.
Los cráneos y calaveras también son frecuentes en toda su obra. «En 1945 hizo una serie de naturalezas muertas protagonizadas por calaveras que son una reflexión íntima sobre la situación de la guerra», apunta Lahuerta. Gracias a la exposición, resulta impactante ver el símil entre sus calaveras y las de algunos murales románicos. «Aquí queda muy claro cómo Picasso transforma el arte antiguo en moderno», analiza el comisario. «Cabeza de mujer», «El beso», «Cabeza de cabra», «Cráneo de carnero», «Vanitas» y «Objeto de hoja de palmera» son buenos ejemplos de ello.
Cuarenta cuadros provenientes del Museo Picasso de París nos ayudan a descubrir la pasión que sentía el pintor por el arte románico. «Es la primera colaboración con este museo y estamos muy agradecidos porque algunas de las piezas son muy delicadas», comenta Lahuerta, que cree que es una buena manera de redescubrir las estancias del MNAC. «Por encima de todo, la mirada de Picasso sobre el románico es una mirada de valoración artística y no una mirada arqueológica», concluye el comisario.