Martín Chirino: «Sin pasión no hay vida»
A punto de cumplir 93 años, la galería Marlborough de Madrid dedica al escultor canario una antológica, que hoy se inaugura
En una fotografía de 1972 aparece Martín Chirino mirando absorto el «David» de Miguel Ángel en la Galería de la Academia de Florencia. ¿Qué estaría pensando? Seguramente: ¡Qué cabrón! ¡Cómo pudo esculpir algo así y antes de los 30! Deben entrar ganas de ir al Ponte Vecchio y arrojarse al Arno. Afortunadamente, el escultor canario no lo hizo. La frustración puede tornarse inspiración. Ese fue su caso. «En los momentos de controversia procuraba pasar todo el tiempo que podía junto al “David”. Es lo más hermoso que uno puede ver . Me sentí completamente motivado y atrapado por la belleza de la simetría , por su perfección . ¡Cómo hizo vibrar el mármol! ¡Y cómo la luz, cuando se posa sobre él, crea esa magia! Me tuvo prendado mucho tiempo». Y es que ha hecho suya la máxima de Platón : «Solo es bueno aquello que se consolida sobre la belleza de la simetría».
Hemos quedado para almorzar con Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925) . Hoy inaugura en la galería Marlborough de Madrid (Orfila, 5) , hasta el 28 de marzo, una antológica con obra salida de su estudio: hay piezas muy recientes. Algunas, del mobiliario de su casa. Hay aeróvoros, cabezas, espirales... Y la «Colección Chicago», de 1973 , un conjunto inédito de 30 dibujos que compró a su propietaria (la hija del arquitecto norteamericano Harry Weese) por algo más de 30.000 dólares. Aunque el 1 de marzo cumple los 93 , con él no va el debate sobre las pensiones o el retraso de la edad de jubilación. «Soy un extraterrestre» , dice sonriendo. Algo de cierto debe haber, pues su primera exposición fue hace... sesenta años. En el Ateneo, con el grupo El Paso , del que formó parte.
El herrero fabulador
Picasso, al final de su vida, pareció rejuvenecer e hizo obras de gran intensidad. ¿Cómo se encuentra de inspiración y energía? «Soñando, como siempre». M elómano y lector empedernido , su fundación en su tierra natal, de la que habla con orgullo, ha organizado un concierto en el centenario de Bernstein con música interpretada con yunques. «El ritmo del yunque en la fragua es muy musical. Hay algo misterioso, demiúrgico en el proceso de trabajo. Los antiguos herreros fueron grandes representantes de la tribu». Chirino, que tiene algo de chamán , siempre dice que es un herrero. « Un herrero fabulador -apostilla-. Es un gran oficio». La exposición se titula «Martín Chirino en su Finisterre» . ¿Ha llegado ya a su Finisterre? «Es una extraña complicidad con James Joyce . Cuando llega a un momento determinado, escribe “Finnegans Wake” , un libro hermosísimo. Siempre hay una pregunta que no puedes responder y vas buscando la complicidad del otro a ver si consigues entenderte un poco más. Es lo que me pasó con Joyce». Pero, ¿qué es para usted ese Finisterre? «Un espacio que tengo acotado para lo que quiero hacer».
«Sin pasión no hay vida », comenta el escultor, aunque sus pasiones no son muy mundanas: «Nunca he sido un hombre apasionado por el éxito. He vivido siempre a contracorriente, haciendo lo que creía que debía. Pero ha sido una aventura muy dura . No me importa, soy estoico por naturaleza . Y tengo esa cosa ilusoria que me hace seguir tirando del carro». Mientras hablamos de lo divino (Miguel Ángel), también hay tiempo para lo humano (hincarle el diente a una croqueta).
Compromiso ético
En la charla van saliendo sus otras pasiones ( Inés y Clara, sus nietas ) y los «otros señores del hierro» ( Oteiza y Chillida ). Y Julio González , que le dejó aturdido cuando vio su obra por primera vez en París en 1952. Y Ángel Ferrant . «Ya muy mayor, a punto de morir, fui a verlo. Me decía: “Mire, Chirino, todo está dicho, pero como nadie escucha hay que repetirlo cada día”. Sentía gran atracción por él como artista. Pasó por la historia sin saber en realidad que era un verdadero escultor». Sobre las esculturas que inundan muchas rotondas por toda España, dice con tristeza: «Hay ciudades llenas de trastos».
Martín Chirino fue uno de tantos niños de la guerra. Quizás aquello forjó su profundo compromiso ético . Hizo una escultura en homenaje a las víctimas del Yak-42 y en la exposición hay una pieza dedicada a la memoria de las víctimas del atentado de Atocha . «El artista se convierte en el notario del momento. Quieres dejar escrito aquello que has visto. Creas un compromiso», dice.
Celebró los 80 a ritmo de mariachi . ¿Cómo celebrará los 93? ¿Con el «Despacito» quizás? Dice que no ha oído la canción. Va a ser cierto que es un extraterrestre. Pero sí se confiesa seguidor de «Operación Triunfo»: «Amaia tiene una voz maravillosa» . No todo va a ser Wagner, Bach y Mahler en esta vida. Le gusta estar informado de todo lo que ocurre: visita exposiciones, lee revistas... ¿Recuerda alguna muestra reciente que le gustara? «Una de Feininger en la Fundación Juan March». Y añade: «Estamos metidos en el laberinto: buscando cómo salir de ahí para sobrevivir. No son buenos momentos para la creación». ¿Le interesa el arte actual? «No ha encontrado un sitio adecuado que le corresponda. Han desaparecido los discursos, es un arte sin discurso . No es el momento más idóneo para que la cultura tenga una gran trascendencia. Los populismos se imponen sobre la excelencia . Decir que cualquier cosa es una obra de arte es una tontería».
El Paso y la historia
Tiene obra expuesta en el Reina Sofía . Pero, ¿se siente bien tratado? ¿Está bien representada su generación? «No lo está. Han ido a los epígonos: Tàpies, Chillida... Y merecen estar ahí. Pero este mundo está hecho por más de uno. Si El Paso es muy representativo de lo que ocurrió históricamente en este país, debía estar no solo bien representado en el museo, sino también ser estudiado. Si no, es escamotear a la historia algo que le pertenece . El problema es el gusto de los directores. Yo también he dirigido un museo [el CAAM de Las Palmas] y es muy difícil no ser seducido por aquello que piensas, pero siempre amparado por el rigor de la historia. Al ser un museo nacional, tienes que tener conciencia de quién eres y dónde estás».
¿ Es machista el mundo del arte y, especialmente, el de la escultura? Hay poca presencia femenina, aparte de Cristina Iglesias y pocas más. «Creo que no, tiene que ver con la dureza del trabajo. El oficio del hierro lo han manejado siempre los hombres por su dureza. Pero tengo alumnas que son escultoras. A principios del siglo XX en España había tanta pobreza, tanta tristeza... Solo pintábamos los locos . Nos sentíamos verdaderos poetas del mundo y queríamos cantarlo». ¿Aún sigue queriendo hacerlo? «Yo voy a seguir. Cuando me vaya haré una especie de elipse en el espacio y veré el ojo de la diosa».
«Hay cierto caudillismo»
Cree que en España «hemos hecho un canto a la libertad, pero es mentira. Nuestra democracia tiene un problema muy grave: hay cierto caudillismo». Sobre la censura de obras de Balthus , de Schiele , dice que «está todo tan desaforado...» Cuenta una anécdota: «En una exposición de Lautrec una señora estaba horrorizada viendo unos dibujos en los que le estaban quitando las cintas del corpiño a una joven. “¡Mujeres desnudándose!”, exclamó. Le dijo Lautrec: “No, señora, están vistiéndose”».
¿En qué tiene fe Martín Chirino? «Uno va buscando una certidumbre siempre. Pero no reivindico nada ». ¿Piensa en la muerte? «Sí, como todo el mundo. No me aterra , aunque no sea mi tema favorito. Lo veo como un tránsito, algo fluido. Tampoco es tanta mi felicidad como para pensar que me quiero quedar aquí. No quiero cumplir cien años . Cuando llegas a esta edad empiezas a tener incógnitas y, a pesar de la experiencia de los años, no tienes las respuestas. Las incógnitas siguen ahí. Dicen que cuando eres mayor eres más sabio. No es verdad. Aceptas mejor el mundo».
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