Lothar Baumgarten «resquebraja» el Palacio de Cristal del Retiro

El artista alemán Lothar Baumgarten (1944) hará «colapsar» la estructura del Palacio de Cristal del Retiro con la instalación sonora «El barco se hunde, el hielo se resquebraja» , una reflexión metafórica sobre el derrumbe de la economía y las consecuencias de la especulación financiera en el cambio climático. Hasta el próximo 16 de abril , el espacio que albergan las bóvedas acristaladas de este palacio del siglo XIX, una de las dos sedes del Museo Reina Sofía en el Retiro, sólo se llenará con una pieza sonora, de dos horas de duración, creada a partir de una serie de grabaciones de audio del deshielo del río Hudson en Nueva York.

Estas grabaciones, realizadas entre 2001 y 2005, y editadas posteriormente por Baumgarten, generan la ilusión de que lo que se está resquebrajando es la propia bóveda del Palacio de Cristal, según explica el artista. «La transparencia del cristal es una metáfora de la fragilidad del mundo », afirma Baumgarten sobre una obra que se mantiene fiel a una trayectoria marcada por la inquietud por los conflictos entre la cultura occidental y otros pueblos.

Manuel Borja-Villel, director del museo, lo define como un perfecto ejemplo de « artista-etnógrafo » y recuerda cómo le marcó la experiencia de convivir, a finales de los 70 y principios de los 80 del siglo XX, con los yanomami, una comunidad indígena del Amazonas que apenas había tenido contacto con el mundo exterior. Para Borja-Villel, esta instalación evoca un paisaje romántico del siglo XIX, al confrontar al ser humano con la naturaleza, y subraya su naturaleza «escultórica», generadora de volúmenes.

«El barco se hunde, el hielo se resquebraja» ha sido creada específicamente para la arquitectura del Palacio de Cristal, y una vez compuesta ha tenido que ser adaptada para evitar los ruidos del exterior y el eco.

A lo largo de su carrera Baumgarten ha recurrido a una gran variedad de soportes, materiales y medios expresivos, desde fotografías a películas, murales, grabados o intervenciones arquitectónicas. No es la primera vez que recurre al sonido . Ya lo hizo en «Ahí me gusta más que en Westfallen. Eldorado» (1968-1976), donde evocaba una imaginaria selva tropical a través de sonidos y fotografías procedentes de una zona pantanosa a orillas del Rhin. O, más recientemente, en «Seven Sounds/Seven Circles» (2009), donde trabajó con sonidos que fue registrando durante cuatro años también en el entorno del río Hudson.