«La joven de la perla», de Vermeer: todos sus secretos, al descubierto
El Museo Mauritshuis de La Haya ha hecho públicos hoy los resultados del estudio de investigación llevado a cabo en 2018 a la Mona Lisa del Norte
Entre los hallazgos, se sabe que el artista pintó las pestañas de la chica y que había una cortina al fondo. Todo ello ha desaparecido
Entre el 26 de marzo y el 11 de abril de 2018 el Museo Mauritshuis de La Haya sometió a uno de los cuadros más famosos y bellos del mundo, «La joven de la perla», de Vermeer , conocida también como la Mona Lisa del Norte, a una exhaustiva investigación con la tecnología más puntera del mercado, que se llamó « The Girl in the Spotlight» (La joven en el punto de mira) . No fue una restauración, ni siquiera una simple limpieza. «La joven de la perla» (h. 1665, 44,5 por 39 centímetros) se restauró por última vez en 1994 y su estado de conservación es bueno. De momento, no necesita pasar por «quirófano». Durante los dos años que el Mauritshuis cerró por obras, esta Madonna holandesa anduvo de gira, con otros ilustres teloneros, por Japón, Estados Unidos e Italia.
Los trabajos se llevaron a cabo a vista del público , a través de una urna de cristal instalada en la Sala Dorada de la pinacoteca holandesa. El 12 de marzo volvió a su espacio habitual: la sala 15. En estos dos años se ha analizado todo el material recogido y ahora es uno de los cuadros mejor documentados del planeta. Los resultados se han hecho públicos hoy. Estarán disponibles, a partir de las 13 horas, en www.mauritshuis.nl/en/girlinthespotlight
El examen científico de la pintura fue llevado a cabo por un equipo internacional, capitaneado por Abbie Vandivere , conservadora jefe de pintura del museo holandés, en el que participaron el Rijksmuseum de Ámsterdam, la National Gallery de Washington y las Universidades de Maastricht y Amberes, entre otras instituciones.
El estudio ha arrojado nuevos descubrimientos . Así, se ha descubierto la pincelada de Vermeer, su uso de los pigmentos y la forma en que ‘construyó’ esta pintura usando diferentes capas. Se utilizaron técnicas no invasivas de imágenes y escaneo, microscopia digital y análisis de muestras de pintura. Uno de los hallazgos más sorprendentes es que el fondo no es simplemente un espacio oscuro vacío. Vermeer pintó a la hermosa joven delante de una cortina verde . Se han visualizado líneas diagonales y variaciones de color que sugieren una tela doblada en la esquina superior derecha de la pintura. La cortina ha desaparecido a lo largo de los siglos como resultado de cambios físicos y químicos en la pintura verde translúcida.
Otro hallazgo destacado es que, si bien a simple vista la joven no tiene pestañas, el escaneo y el examen microscópico han revelado que Vermeer pintó pequeños pelos alrededor de ambos ojos con pigmento marrón . Estos descubrimientos hacen que la joven sea más «personal» de lo que se pensaba anteriormente, pero la cuestión de quién era exactamente la Chica sigue siendo un misterio.
Siempre se ha creído que no es el retrato de nadie concreto, sino un «tronie» . En este caso, una niña con un turbante oriental y una perla increíblemente grande en la oreja. «En la pintura flamenca y holandesa del siglo XVII estaban muy extendidos los estudios de cabezas [tronie es su denominación holandesa]. Aunque por su estructura y su encuadre se asemejan a retratos, no reproducen a nadie en concreto. Tan solo plasman un tipo o un rasgo del carácter», explica Karl Schütz, especialista en el pintor . Han llegado hasta nosotros cuatro de Vermeer: «La muchacha del sombrero rojo», «Muchacha con flauta», «Estudio de cabeza de mujer joven» y «La joven de la perla».
Según los responsables del Mauritshuis, «podría ser que Vermeer usara una persona existente como modelo, pero no como un retrato». Sea como fuere, siempre albergaremos el deseo de que la joven de la perla existiese realmente y no sólo en la mente de Vermeer. Martine Gosselink, directora del Mauritshuis , dice al respecto: «¿Un spoiler? No, no descubrimos quién era esta joven y si alguna vez existió realmente. Pero nos acercamos un poco más a ella. El equipo de investigación ha hecho una serie de descubrimientos que hacen que la joven sea mucho más personal».
En cuanto a la composición del cuadro , se sabe ahora que Vermeer comenzó a componer la pintura en varios tonos de marrón y negro. Las imágenes infrarrojas visualizaron amplias pinceladas vigorosas en estas capas subyacentes, que ahora se encuentran debajo de la pintura visible. Pintó los contornos de la chica con finas líneas negras. La nueva investigación revela que Vermeer realizó cambios en la composición durante el proceso de trabajo: la posición de la oreja, la parte superior del pañuelo y la parte posterior del cuello se desplazaron. El pintor trabajó sistemáticamente desde el fondo hasta el primer plano: después de pintar el fondo verdoso y la piel de la cara de la niña, pintaría su chaqueta amarilla, el cuello blanco, pañuelo en la cabeza y la «perla». La perla es, según el estudio «una ilusión» (Vermeer la pinta con toques translúcidos y opacos de pintura blanca). Falta el gancho para colgarla de la oreja. Vermeer firmó su obra en la esquina superior izquierda (IVMeer).
La investigación ha permitido identificar y mapear con precisión la paleta de colores de Vermeer en esta pintura por primera vez: rojo (bermellón elaborado con cochinilla), amarillo y marrón (pigmentos de tierra), azul (ultramar e índigo), negro (carbón y hueso negro) y blanco (dos tipos de blanco de plomo). Vermeer seleccionó cuidadosamente dos pigmentos de blancos de plomo con diferentes propiedades ópticas para lograr una transparencia sutil y una transición perfecta de la luz a la sombra en la piel de la niña.
Decía Van Gogh que «la paleta de este singular artista [Vermeer] abarca el azul, el amarillo limón, el gris perla, el negro y el blanco. Su combinación es algo en él tan característico como la armonía existente en Velázquez entre negro, blanco, gris y rosa».
Las materias primas para los colores provenían de todo el mundo: regiones que hoy pertenecen a México y América Central, Inglaterra y posiblemente Asia o las Antillas. Según el estudio, el uso de Vermeer del azul ultramar de alta calidad en el pañuelo y la chaqueta es sorprendente. Hecho a partir de la piedra semipreciosa lapislázuli que proviene de lo que hoy es Afganistán, la preparación de ultramarinos naturales era lenta y laboriosa. En el siglo XVII, el pigmento era más precioso que el oro. Un descubrimiento del reciente proyecto es que la piedra pudo haberse calentado primero a una temperatura alta, lo que facilitó la molienda y produjo un color azul más intenso.
Abbie Vandivere, directora del proyecto, explica que esta investigación científica «nos ha acercado más que nunca a Vermeer y a su "niña". "La joven de la perla" es una imagen más personal de lo que se pensaba. Además, su estudio ha documentado el estado actual de la pintura , lo que significa que podemos monitorear de manera óptima cualquier cambio que pueda ocurrir en el futuro»’.
Atractivo intemporal
Apenas se conservan una treintena de obras del maestro de Delft. «La joven de la perla» fue adquirida en 1881 por el coleccionista holandés Arnoldus Andries des Tombe por dos florines en una subasta en La Haya. Tras su muerte, legó el cuadro y otros once al Mauritshuis. En «Vermeer. La obra completa» (Taschen), Karl Schütz subraya «la profunda fuerza emocional que emana de la obra» y cree que la enorme fama y popularidad del cuadro «reside en el atractivo intemporal de la joven : su mirada dirigida al espectador, el brillo húmedo de los ojos, los labios entreabiertos, el giro de su cabeza, el exotismo del atuendo... Ese ideal de belleza sigue vigente hoy».
En 2014 un astrónomo, Vincent Icke , publicó un estudio en la revista «New Scientist», según el cual lo que cuelga en el pendiente de la joven de Vermeer no es una perla, sino un objeto de metal o de cristal. «Incluso antes de la publicación de Vincent Icke, el Mauritshuis había determinado que la perla representada por Vermeer es demasiado grande para ser una verdadera perla. Así que estamos totalmente de acuerdo con él en que es una perla de imitación (que era bastante común en aquellos días)», explican desde el museo holandés.
Tracy Chevalier , que noveló «La joven de la perla», dice que «cada cuadro, cada mujer que pinta, alberga tantos secretos, tantas historias latentes pero no contadas». Cada una de ellas merecería una novela, una película. Son mujeres ensimismadas en la intimidad de la alcoba: leen una carta, escriben, tocan música o simplemente miran por la ventana. Y, nosotros, simples mirones, como Gay Talese en «El motel del voyeur». Para Cioran, Vermeer era « el maestro de la intimidad y del silencio ».