Jorge Palacios conquista Nueva York

Es el primer artista español en exponer en el Museo Noguchi e instala una pieza en la esquina del Flatiron

Obras de Jorge Palacios en el Museo Noguchi MIGUEL DE GUZMÁN/ROCÍO ROMERO

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Hay músicos a los que sobre todo aprecian otros músicos, artistas de artistas, escritores de escritores. Si hubiera una categoría similar para museos, el Noguchi sería uno de ellos. Es un museo coqueto y recogido, diseñado y ejecutado, como una obra de arte más, por el escultor japonés Isamu Noguchi . En una esquina del barrio de Astoria, en Queens , casi en la orilla del East River, hay que caminar más de veinte minutos desde la estación de metro más próxima para contemplar la creación de Noguchi, uno de los artistas más influyentes del siglo XX. El visitante convencional de Nueva York rara vez sale del eje de la Quinta Avenida -Guggenhein, Metropolitan, MoMA- para ver arte. Quizá se aventuren al nuevo Whitney o al New Museum en Downtown. Pero pocos, incluso entre los neoyorquinos -los más entusiasmados, los más conocedores- cruzan el río y se meten por las calles de inmigrantes griegos de Astoria.

Jorge Palacios CARLOS CID

Este otoño, el escultor español Jorge Palacios ha cruzado el río. No para visitar el Museo Noguchi , sino para ocuparlo. Palacios ha sido elegido para una retrospectiva de su obra, en diálogo con la del artista japonés. El proyecto es una rareza dentro de una rareza. Es el primer español que expone en el Noguchi y uno de los primeros artistas en hacerlo. El museo se inauguró en 1985, tres años antes de la muerte del escultor japonés, hasta 2016 no organizó una exposición dedicada a un artista que no fuera Noguchi. Fue una muestra de Tom Sachs , en la que el artista hacía una interpretación de la ceremonia japonesa del té.

«Noguchi es un museo de culto », explica Palacios a este periódico desde su estudio en Chelsea, el barrio neoyorquino que acoge las principales galerías comerciales. El artista tiene un «interés natural» por la obra del japonés -se refiere a él varias veces en esta conversación como «maestro»- y, tras conocer en Nueva York al comisario jefe del Museo Noguchi, Dakin Hart , la idea de que sus obras compartieran el mismo espacio no tardó en aparecer. Este otoño, muchos meses de trabajo entre Palacios y el museo se han materializado en una muestra con nueve obras del artista español, repartidas en tres galerías interiores y en su jardín de esculturas.

Obras de Jorge Palacios en el jardín del Museo Noguchi MIGUEL DE GUZMÁN/ROCÍO ROMERO

Palacios ha visto su obra expuesta en museos como el de Bellas Artes de Guadalajara, el Museo de Arte de Santa Cruz o la sala Mirador del Thyssen-Bornemisza, además de muchos proyectos de arte público en Toledo, Madrid y en el propio Nueva York, donde cuenta con coleccionistas, y donde ha tenido una instalación en el Soho, en 2015. El proyecto en Noguchi, sin embargo, es el de mayor importancia fuera de España. «Circunvalo el proyecto de Noguchi, orbito a su alrededor, sin entrar en colisión », dice sobre el diálogo de sus obras con el japonés. Hay elementos que comparten, «como la observación de la naturaleza», y otros que le distancian, como su método de trabajo: «Él experimentaba en su proceso productivo, es objetual; el mío esta terminado antes de empezar, es conceptual».

«Noguchi estaba profundamente interesado en entender las fuerzas, las que están a la vista y las ocultas -los escultores naturales, podemos decir-, que dan forma al universo», explica Hart en el catálogo de la exposición. «Como Noguchi, Palacios está interesado en la ciencia en una forma que va más allá de la ingeniería mecánica o los materiales». «En mi obra me pregunto cosas como si se puede expresar el movimiento en un elemento estático. Cómo expresar lo fluido a través de un elemento que no lo es, la sinestesia», explica el artista, que dedica varias obras presentes en la exposición a la dinámica de fluidos.

Para Hart, «esculpir el movimiento» fue una de las principales formas en las que Noguchi trató de «expandir las bases de la escultura», y Palacios «ha seguido un camino igual de obstinado» para dar forma a las dinámicas «entre un objeto, su entorno y sus ‘usuarios’».

Jorge Palacios junto a su obra «Link», instalada cerca del Flatiron en Manhattan MIGUEL DE GUZMÁN/ROCÍO ROMERO

En Queens, en el Museo Noguchi, la obra de Jorge Palacios dialoga con la del escultor japonés. En Manhattan, le habla cara a cara a la ciudad. De forma paralela a la exposición, el escultor ha instalado una obra monumental en una de las principales intersecciones de la ciudad, donde se cruzan Broadway con la Quinta Avenida. En uno de los ángulos de ese corte se levantó en 1902 el Flatiron , uno de los edificios emblemáticos de Nueva York. Justo enfrente está «Link» , una obra de madera -el material que puebla la obra de Palacios- de cuatro metros de alto, levantada en una zona peatonal al lado de Madison Square Park. Esta plaza es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad y para el artista, a pesar de su experiencia en arte público, ejecutar un proyecto así «era algo que estaba fuera de mi ambición». Ahora, reconoce en tono jocoso, «tengo todos los cromos».

«Link» está concebida como un faro cívico que explora la relación entre la escala de los ciudadanos y el entorno que les rodea. Para Palacios, uno de sus éxitos es que «ves la pieza y piensas que siempre ha formado parte de ese lugar». Eso no impide que su vida en la ciudad sea efímera: después de varias semanas levantando las cejas a los transeúntes neoyorquinos, se desmontará el próximo martes.

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