Joan Molina, artífice de las nuevas salas azules del Prado: «Hay que despojar a la pintura medieval de prejuicios»

El jefe del Departamento de Pintura Gótica explica el por qué de ese intenso color, así como los cambios en el discurso y las obras que se han incorporado

La sala principal de Pintura Gótica del Museo del Prado Vídeo: David Conde

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No huele a incienso ni hay velas encendidas que crepiten y chisporroteen mientras se escuchan de fondo cantos gregorianos. Sería impensable en el Museo del Prado . Pero con ese azul intenso que ha teñido sus salas de pintura gótica, la pinacoteca ha tratado de que sus visitantes gocen de una experiencia inmersiva , tan de moda, y se sumerjan en un mundo de sensaciones, similar al que experimentaban nuestros antepasados al contemplar estas obras en la Edad Media. El luminoso color potencia el cromatismo de las pinturas góticas, resaltando sus vivos rojos, verdes o dorados. "La primera sala, dedicada al gótico internacional, es una de las salas con un cromatismo más salvaje de todo el museo", señala Joan Molina , jefe del Departamento de Pintura Gótica de la pinacoteca. El artífice de esta arriesgada apuesta recorre con ABC las renovadas salas 51 A y 51 B del edificio Villanueva y explica los cambios realizados, que van más allá de ese azul mediterráneo que ahora las baña.

¿Por qué se ha elegido este azul tan especial?

El color de las salas ha sido objeto de una amplia y profunda reflexión y de un trabajo muy intenso. Convertir estas salas en las salas azules del Prado tiene varios significados. El primero, conseguir un color que fuera sugestivo y atractivo para los visitantes del museo, pero hay motivaciones que van más allá y tienen que ver con la propia naturaleza de la colección. Hemos querido (y creo que se ha conseguido) elegir un color que potencia un elemento fundamental en la pintura gótica, que es este cromatismo tan vivo, tan explosivo, que sabemos por los documentos de la época que era buscado tanto por los artistas como por los clientes, que querían que las tablas fueran pintadas con azules lapislázulis, rojos intensos, verdes... Y hay una segunda motivación. Cuando en la Baja Edad Media se contemplaban estas tablas, muchas veces en grandes retablos, los espectadores de la época lo hacían mediatizados por una serie de elementos sensoriales (la luz de las velas, el olor del incienso, la música…) Aquí no podemos trasladar todos estos efectos, pero sí podemos (y este ha sido el objetivo de este azul) crear un espacio que invite a una inmersión del espectador ante las obras. Es el objetivo que se ha pretendido con esta elección.

¿En qué ha cambiado el discurso de estas salas?

Se ha basado en un amplio trabajo de investigación y de recuperación de obras que bien estaban en almacenes, o en depósitos dispersos en diversos museos. A través del retorno de algunas de estas piezas y de la restauración hemos configurado nuevos discursos. La primera sala se ha dedicado monográficamente al gótico internacional, un estilo de la primera mitad del siglo XV que pone en relación diversas cortes europeas y grandes ciudades como París, Praga, Milán o Avignon, pero también españolas como Barcelona y, sobre todo, Valencia. En el siglo XV Valencia es una ciudad extraordinariamente cosmopolita y absolutamente dinámica en lo artístico. En esta sala hay sobre todo ejemplos de esta pintura valenciana, pero también notas de otras geografías, como el interesantísimo retablo de San Juan Bautista y de Santa Catalina encargado a principios del XV por la familia De la Cerda a Juan de Sevilla para la catedral de Sigüenza y retocado por Juan Soreda, del que hemos reunido todas las tablas que tenemos. Todas son obras caracterizadas por ese estilo cortesano, sofisticado y a veces bizarro tan atractivo que hemos intentado poner en valor. Hemos incluido además una pieza que no pertenece al ámbito hispano, pero que es excepcional y que hasta ahora se había presentado en el museo como una nota aislada. 'La oración en el huerto con el donante Luis I de Orleáns ' es una tabla procedente de París realizada seguramente para el hermano del Rey de Francia, una joya de la pintura del gótico internacional europeo.

En la 51A, la sala mayor de la pintura gótica española, se ha intentado crear una serie de agrupaciones de obras en función de unos temas sugeridos por la propia entidad y la naturaleza de la colección: desde poner en cuestión el término hispanoflamenco, viendo que la realidad artística de la segunda mitad del siglo XV es mucho más plural, compleja y poliédrica, hasta presentar una serie de obras donde el protagonista es el diablo para ver cómo se convierte en una figura clave para entender la libertad del artista en la Edad Media. Los artistas desarrollaron una creatividad desbordante a la hora de realizar estas criaturas, que causaban una gran inquietud a los espectadores. Éstos querían criaturas de colores, divertidas, emocionantes para superar el miedo a través de la risa. Hablar del demonio o cuestionar el término hispanoflamenco son dos temas que se desarrollan conjuntamente con muchos otros, como el dedicado al culto a los santos, centrado en tres tablas dedicadas a Santiago de Compostela, o el que habla del poder del gesto y de la importancia de la gestualidad en la Edad Media... Se ha intentado presentar esa realidad artística tan caleidoscópica de la segunda mitad del siglo XV a través de una serie de temas que son rigurosos, frutos de la investigación, y que pretenden llegar al interés de un espectador del siglo XXI.

Esta explosión del color en las salas medievales, ¿pretende contrarrestar el estigma de oscurantismo que tiene la Edad Media?

Claro, claro. Si tenía una oscuridad, es como la que tenemos nosotros en nuestro mundo. Hay muchos tipos de oscuridades. Ciertamente este color luminoso, mediterráneo, pretendía provocar ese acercamiento, esa aproximación desprejuiciada del visitante a esta pintura. Todo el mundo asocia la Edad Media con oscuridad, ignorancia, barbarie, pero cualquiera que bucee un poco en la Historia se dará cuenta de que somos hijos de la Edad Media. Y si hablamos de barbarie... Cuando era profesor de Universidad siempre decía a mis alumnos que la barbarie mayor era la del siglo XX no la del XIV. Solo hay que remitirse a los hechos. Incluso estéticamente, ¿cómo podemos no entender una pintura que se basa en el color nosotros que bebemos del siglo XX, de Kandinsky, de Rotko, de Yves Klein, de Anish Kapoor, de la abstracción, que liga mucho más con ese concepto del color en el mundo medieval que en otras culturas artísticas occidentales? Podemos encontrar muchos puentes con esta pintura que van desde lo estético, o desde lo temático. Uno de los temas que abordo en esta sala es la imagen del otro, el concepto de alteridad, de cómo la Edad Media representó a los negros, a los turcos, de cómo vemos al otro. Nos plantea preguntas que nos hacemos hoy en día. Hay que despojar a la pintura medieval de prejuicios, entrar en ella y ver que satisface muchas inquietudes de un espectador contemporáneo.

¿Qué sorpresas se van a llevar los que hayan conocido estas salas antes de la reforma?

Se han incorporado a la exposición nuevas obras como una preciosa Virgen con el Niño atribuida a Pere Nicolau , un pintor valenciano del gótico internacional. Esta pintura estaba en los almacenes y la hemos restaurado íntegramente, junto con el marco. También hemos traído otra pintura que estaba etiquetada como anónimo castellano, pero que en realidad es de otro pintor valenciano, de Jaime Mateu , sobrino de Pere Nicolau, y que también ha sido restaurada. Hemos sacado una parte de un retablo aragonés del maestro de Arguis , un pintor muy efectista, en este caso con las criaturas demoníacas que están luchando con San Miguel. Y en la sala grande hemos recuperado un depósito que estaba en Santiago de Compostela, con un precioso 'Santiago Peregrino' de Juan de Flandes que también hemos restaurado, tanto el marco como la pintura. Además hemos traído una pintura dedicada a las tentaciones de San Antonio, que estaba en depósito en el Museo de Zaragoza.

En el taller de restauración hay dos obras que van a estar dentro de un tiempo y que van a permitir una renovación. Una es una pequeñísima obra de devoción de un pintor catalán, Jaume Serra , del que tenemos una pintura en la sala Várez Fisa excelente, que es la Virgen de Tobed. Se trata de una pintura de muy reducido tamaño, de ámbito doméstico, parecida a las que hemos expuesto en otra de las agrupaciones dedicada a obras devocionales pensadas para ámbitos privados. La otra pintura es una Virgen de la Orden militar de Montesa , hecha por Antoni Peris en Valencia a principios del siglo XV. Era la pieza central de un gran retablo que se conserva en el arzobispado de Valencia. Fue una de las grandes obras pictóricas del siglo XV. Y habrá otras sorpresas que esperemos que se materialicen muy pronto.

¿Se exponen más obras ahora de las que había antes?

Sí, porque con esta reordenación las obras se han agrupado. Creo que ahora se da una visión más integrada y también mucho más interesante de la colección. Se han mantenido unas simetrías, unos ejes en la sala y unas jerarquías y se han creado estas asociaciones que ofrecen otras lecturas complementarias de las obras. Las agrupaciones tienen sus cartelas que explican la idea del tema de esa asociación y luego hay cartelas individuales que hablan de la especificidad de cada una de las obras.

¿Hay alguna obra que haya tenido que salir?

En la Sala Várez Fisa se ha colocado la Virgen de las Batallas , una pieza realmente excepcional realizada en Limoges en el siglo XIII que estaba en depósito en Burgos. Ha venido de forma temporal durante dos años y como contraprestación les hemos dejado algunas tablas que estaban aquí y que procedían de la Cartuja de Miraflores.

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