Jesús García Calero

Inútil, inservible, invendible

«El vídeo subido por Santiago Sierra a YouTube, en cámara lenta, es como la pesadilla de Bill Viola»

En febrero de 2019 Santiago Sierra y Eugenio Merino causaron cierto revuelo al presentar en ARCOun «ninot» de cuatro metros y medio con la efigie del Rey Felipe VI y fabricado con materiales combustibles. El precio de la obra era de 200.000 euros y el comprador debía comprometerse a quemar el «ninot» antes de un año. Ha pasado el tiempo, ha pasado año y medio largo, casi dos, y la pieza no se logró vender. El mercado no la consideró, al contrario de lo que ha ocurrido en otras ocasiones con estos reconocibles artistas. «No les salió», comenta un conocido crítico.

Por tanto han decidido destruirla ellos mismos. Y eso es lo acontecido ayer en una calle del municipio de Berga (Barcelona), donde gobierna la CUP, en la señalada fecha de la Fiesta Nacional de España. Fue, por tanto, una quema de almacén, clandestina, el archivo de un fracaso artístico con pretensión de happening . Para añadir dramatismo, una vez desaparecida la estructura del «ninot», solo quedó una calavera «ignífuga» y un pequeño montoncillo de cenizas. Según el discurso propio de los dos artistas, el resultado es una «vanitas».

Si siguiéramos el sentido del humor de Sierra y Merino, cualquiera podría haber pensado que la Vanitas era un tema muy apropiado para un país azotado por la pandemia en el que han muerto 50.000 personas durante esa prórroga que los artistas le han otorgado al «ninot». La Vanitas hunde sus raíces en el memento mori romano y en las pestes y mortandades medievales y en el sentido de la fugacidad de la vida que hoy todos tenemos a flor de piel, en especial quienes hemos perdido a familiares y amigos en estos últimos meses (o puede que los perdamos en los meses por venir, porque esto no ha acabado). Es tal vez otro fracaso de Sierra y Merino incendiar cualquier matiz político ante la visión de unas cenizas como las del «ninot», y un ejemplo de la sensibilidad social del arte español contemporáneo.

El vídeo subido por Santiago Sierra a YouTube, en cámara lenta, es como la pesadilla de Bill Viola, llamas que incendian símbolos para solaz de quien adora las procesiones con antorchas y ha puesto de relieve cómo la calle Konvent de Berga puede tomar prestada la iluminación underground de Berlín. De Berlín Bebelplatz, donde también ardió la libertad.

Ante el fiasco comercial de su obra, Sierra y Merino, o Merino y Sierra, han elegido finalmente satisfacerse y satisfacer al mercado con una última oferta (o salida) comercial, más asequible: «Además se cuenta con material fotográfico de la quema y un vídeo, que una vez editado, podrá ser adquirido por cualquier coleccionista interesado, junto con la calavera, las cenizas y las fotografías».

El vídeo circulaba ayer tarde por las redes, pero no llegó a dominar ese mercado de arte efímero. Por ejemplo, los bildutarras de Pamplona derribaron a la misma hora otro «ninot» del Rey –más uno de Colón–, cuyas cabezas, sin ser ignífugas, rodaron igualmente. Y más original todavía fue el vídeo del «ninot» del vicepresidente Pablo Iglesias, inmóvil hasta la descortesía cuando el Rey de verdad le saludó durante el acto del Palacio Real. Lo de Berga pareció una quema de almacén, de garaje, de arte inútil e invendible, tan alejado de las Fallas festivas que sólo expresa el fracaso de todos, empezando por Sierra y Merino, mientras gira sobre nosotros el ojo del huracán de la pandemia.

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