Jaroslav Róna, el artista que desafío al régimen comunista en Praga
El Centro Sefarad-Israel acoge una retrospectiva del artista, que expone por primera vez en España

Cuando tenía 32 años, Jaroslav Róna (Praga, 1957) fundó un grupo artístico llamado Tvrdohlaví (Testarudos) que buscaba liberar la escena creativa de su país de la ideología comunista, que lo convertía todo en propaganda. Entonces aquello era ilegal, claro, e ir contra el partido conllevaba muchos riesgos. «Hasta entonces la gente no podía exponer libremente su arte. Nosotros luchábamos contra la política cultural del régimen. Organizábamos exposiciones en los patios de las casas, en los pasillos. Venía la policía, hacía redadas...», recuerda.
De aquello hace muchos años ya, y ahora Róna es uno de los creadores más afamados de República Checa. Autor de esculturas monumentales como la de Franz Kafka en Praga, por la que obtuvo el premio checo Grand Prix de arquitectura, este singular creador acaba de inaugurar en Madrid, en el Centro Sefarad-Israel, una muestra de su obra, que podrá verse hasta el 23 de julio.
Su universo artístico está atravesado por una fantasía onírica, por la necesidad de crear mundo distintos, en los que refugiarse del presente y la política. «Como grupo, creamos nuestros propios mundos paralelos , porque no queríamos vivir en el real. Para mí, era muy importante la vía de escape del arte, que es una de las muchas facetas de la creación», confiesa. Y luego añade: «Mis estatuas están libres de cualquier ideología. Creo que el artista debería trabajar sus obras, sus estatuas, solo por el placer de las formas»
Aunque sus esculturas son monumentales (en 2020 instaló en Praga una de las estatuas de bronce más altas de Europa, una jirafa roja de diez metros que ya se ha convertido en uno de los iconos de la ciudad), Róna no apuesta por la solemnidad. Más bien lo contrario. «Cuando me tocó crear esculturas en el espacio público quise meter elementos irónicos, elementos que criticaban la obra anterior. Quería ridiculizar los monumentos, buscar la fantasía», afirma. Y remata: «Yo estoy justo en el borde del humor. Lo mío es un humor trágico. Lo tengo dentro, lo heredé. Creo que es la herencia judía».