Así se reubicaron en el Prado 190 obras maestras de su colección

El museo graba en vídeo el «making of» del reencuentro con el público: incluye 28 Rubens, 37 Velázquez, 50 Goyas, 7 Riberas y 4 Murillos, entre otros

MUSEO DEL PRADO

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Durante tres semanas el Museo del Prado estuvo trabajando en el proyecto de su reapertura, tras casi tres meses cerrado a causa de la pandemia de Covid-19. No fue fácil -sobre todo, teniendo en cuenta que buena parte del personal de la pinacoteca no se ha reincorporado aún- reubicar más de 190 obras de su colección para regalarle al público este «Reencuentro» , en el que en la Galería Central y las salas adyacentes se reunieron de forma excepcional 250 de sus tesoros , incluidos 28 Rubens, 37 Velázquez, 50 Goyas, 7 Riberas y 4 Murillos. El sábado se produjo al fin tan esperado reencuentro: rápidamente se agotaron las entradas para las dos jornadas de puertas abiertas (6 y 7 de junio). Los acordes del «Himno a la alegría» , interpretado por un quinteto de cuerda de la ORCAM, fue la banda sonora de un día festivo e histórico.

Hay reencuentros muy emocionantes y algunos inéditos : «Las hilanderas« y «Los borrachos» visitan a «Las Meninas» en la sala XII, que reúne 25 cuadros de Velázquez. «La Familia de Carlos IV» se muestra junto a dos celebérrimos Goyas, que sufrieron graves daños en la Guerra Civil, durante el exilio: «La carga de los mamelucos» y «Los fusilamientos del 3 de mayo». Mucha carne por centímetro cuadrado la reunida en la Galería Central: de los espléndidos desnudos de "Las tres Gracias» de Rubens y la «Dánae» de Tiziano, al canibalismo de Saturno devorando a su hijo (cuelgan juntas las versiones de Goya y Rubens en un brutal cara a cara). También en la Galería Central cuelgan juntas otras tres joyas de la colección del Prado: «Noli me tangere» de Correggio, «El paso de la laguna Estigia» de Patinir y «El triunfo de la muerte» de Bruegel el Viejo.

Flanqueando esta Galería Central, cuatro joyas. Por un lado, los autorretratos de Durero y Tiziano. Por el otro, «Adán» y «Eva» de Durero. En la antesala que da acceso a la misma desde la rotonda de Goya alta (un Carlos V desnudo, sin su habitual armadura, recibe al visitante), uno de los espacios más hermosos que se puede encontrar hoy en cualquier museo del mundo. Frente a frente, dos cuadros con las lágrimas mejor pintadas y más conmovedoras de la Historia del Arte : las de la Virgen y San Juan en el «Descendimiento» de Van der Weyden, y las del ángel que sostiene a Cristo muerto en una obra sublime de Antonello da Messina. Y junto a ellos la «Anunciación» de Fra Angelico. Todo un festín de la mejor pintura , en un Prado reducido al 30% de su aforo.

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