Dan Hicks: «Es de una gran arrogancia creer que los países no pueden cuidar de sus propios objetos»

Profesor de Arqueología Contemporánea en la Universidad de Oxford, es autor del libro «Los Museos brutales: los bronces de Benin, la violencia colonial y la restitución cultural»

Dan Hicks ABC
Ivannia Salazar

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Dan Hicks es profesor de Arqueología Contemporánea en la Universidad de Oxford y autor de un libro que verá la luz en solo unos días y cuyo título es toda una declaración de intenciones: « The Brutish Museums : The Benin Bronzes, Colonial Violence and Cultural Restitution» (Los Museos brutales: los bronces de Benin, la violencia colonial y la restitución cultural), en el que utiliza un juego de palabras donde cambia «british» (británicos) por «brutish» (brutales). Y es que para Hicks, los museos no son «neutrales» , sino muchas veces entidades construidas o utilizadas por los países colonizadores para demostrar una supuesta superioridad con respecto a sus colonias y cuyas consecuencias pueden ser tan graves como «hacer perdurar la violencia».

Por ello, el también conservador de Arqueología en el Museo Pitt Rivers, donde se exponen las colecciones arqueológicas y antropológicas de la Universidad de Oxford y entre las que se encuentran algunos de estos bronces, asegura en conversación con ABC que los países colonialistas «tenemos más responsabilidad de la que creemos tener en el expolio de la herencia de las colonias , los robos no fueron solo daños colaterales ». Para él, muchas veces las sustracción de objetos supuso «un mensaje colonial de la victoria sobre los demás», y en su libro habla sobre esta violencia y la restitución de objetos robados a partir del caso concreto del saqueo por parte de los británicos de miles de placas y esculturas de bronce de la corte real de la ciudad de Benin, en la actual Nigeria, a fines del siglo XIX. «Colmillos de marfil tallados y muchas otras obras de arte consideradas sagradas fueron robadas por oficiales, soldados, marineros, administradores, comerciantes y otras personas presentes en el ataque militar, y luego vendidas al azar», dice. Muchas acabaron en manos privadas y otras en algunos de los museos más prestigiosos del mundo, entre ellos el British Museum, así como en instituciones de Alemania y Estados Unidos, entre otras.

Black Lives Matter

El debate sobre la restitución cultural, la repatriación y la descolonización de instituciones no es nuevo, pero se ha reavivado a la luz del movimiento Black Lives Matter , una de cuyas consecuencias ha sido la remoción de estatuas de personajes con vínculos con el esclavismo de la época colonial. Para este experto, aprender de la «conversación al respecto llevada a cabo por los alemanes es necesario», ya que es «muy poderosa». Alemania ha devuelto en los últimos años a los familiares de las víctimas del nazismo muchos de los objetos que les fueron robados. «Tenemos que ser honestos sobre lo que tenemos», asegura Hicks, quien habla sobre el relativo silencio existente sobre el papel de Gran Bretaña en el despojo del continente africano . «Los museos fueron usados para promover la superioridad cultural, aprovechando además el componente racial de la época» y aún son muchas veces una forma de promover la idea de la « supremacía blanca », por lo que «desmantelar, reinventar y rediseñar esta obsoleta infraestructura racista es una tarea urgente», afirma.

Ante la petición de muchos países de que les sea devuelta esta parte importante de su herencia, y la consiguiente discusión sobre si estará en buenas manos una vez entregada, reflexiona diciendo que «es de una arrogancia horrenda creer que los países de origen no pueden cuidar de sus propios objetos, es racista decirlo » y «esto es parte de la idea equivocada que tenemos de África». Eso sí, considera que cada reclamo debe ser evaluado cuidadosamente y se debe trabajar también con el país de destino: «Queremos y debemos llevar a cabo un trabajo conjunto, mantener una buena relación». El profesor destaca que hay muchos ejemplos de restituciones exitosas , y pone como ejemplo a instituciones tan reputadas como el Museo de El Cairo , con perfecta capacidad para proteger lo que le corresponde. Hicks explica además que « no se trata de vaciar los museos y dejarlos sin nada » y aclara que muchas veces los museos occidentales «ni siquiera saben qué es lo que tienen; hay muchísimo material de arte africano escondido, guardado en trasteros, no clasificado» del que las propias instituciones no conocen ni la procedencia, ni su cantidad, ni su importancia. «La posesión continuada de obras de arte robadas en los museos europeos sirve para hacer que la violencia y el racismo persista en el presente», destaca.

El antropólogo resalta como positiva la creciente conciencia pública sobre la verdadera escala del horror que provocó en muchos casos el colonialismo militarista corporativo en África y aboga por la reforma o creación de museos de cultura mundial adecuados al siglo XXI donde se «compartan experiencias y se celebren la creatividad, el arte, las formas de vivir y de pensar de todas partes del mundo» y considera que «son más importantes que nunca, debemos salvar estas instituciones y entender el rol del arte en el desarrollo de la civilización y en el conocimiento colectivo de la historia».

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