Gerhard Richter quiere pintar a Dios

Considerado el artista europeo vivo más caro del mundo, cumple este jueves 85 años

Gerhard Richter Epa

ROSALÍA SÁNCHEZ

El próximo mes subastará Sotheby’s en Londres paisajes helados que Gerhard Richter pintó en 1981. Acababa de divorciarse de Ema, su primera mujer, con la que había compartido 25 años, y abandonó el abstracto para expresar la gélida desolación en su interior en una especie de autorretrato del alma helada . La cifra que alcance la subasta será como siempre astronómica, pero a sus 85 años, que cumple este jueves, no solo ha dejado de molestarle que tras su apellido se coloque la coletilla «el artista vivo más caro del mundo» (el artista europeo, desde que Jeff Koons le dobló el récord en 2013 con su «Perro globo» naranja) , sino que además expone sin rubor que aquella etapa fue una pérdida de tiempo porque «la búsqueda no está en uno mismo, sino en la trascendencia».

«Ahora está en una etapa muy diferente, muy mística y de profundas reflexiones técnicas», explica Linde Rohr-Bongard , crítica de arte que participa en la elaboración del Kunstkompass , el ranking de artistas más influyentes, que encabeza Richter seguido del americano Bruce Nauman y de otros dos alemanes, Rosemarie Trockel y Georg Baselitz . Si durante décadas su obra giró sobre si es posible o no representar la realidad, ahora se pregunta sobre «si es posible representar el espíritu que da sentido a la realidad » y admite que «no, no he encontrado todavía la respuesta definitiva». Ultimando los detalles de una exposición que a partir del 7 de abril presentará en Berlín el Museo Folkwang y un tanto abrumado por las felicitaciones y homenajes ante su inminente cumpleaños, Richter se mostraba ayer sumamente escueto en sus palabras y mantenía un tenso silencio durante largos segundos antes de añadir: «El arte es el anhelo de Dios» .

En Colonia , donde vive y trabaja habitualmente, su aniversario se celebra con otra exposición que abrirá mañana en el Museo Ludwig , con 26 óleos inéditos que pintó durante 2016. Siempre parco en explicaciones, apenas aclara que son la prueba de que «hay vida más allá del nihilismo» y fruto de un «largo camino de búsqueda estética del sentido ». De sus palabras no puede deducirse fielmente que haya convertido su ateísmo de décadas en algún tipo de creencia en Dios, pero sí reconoce que «se puede creer en la fe» y que está empeñado en retratarla.

Orígenes técnicos

Si recordamos que en los años de postguerra fue el primer pintor alemán que trató en sus obras el nazismo , no ha de extrañarnos que en esta Europa secularizada se lance a tratar el espinoso tema de Dios. A pesar de su salud envidiable y de su atlético estado intelectual , Richter otea el final de la vida y regresa a los orígenes técnicos, composiciones complejas en múltiples capas para las que apenas se sirve de un pincel, una rasqueta y una cuchilla.

«Ha desembocado en un proceso creativo que es una especie de música, un ritmo sereno que alterna reflexión y acción y en el que se corporeízan físicamente cinco décadas de experiencia sobre el lienzo», describe la cineasta Corinna Belz , a quien permitió observar en su atelier durante la realización de la película «Grhard Richter Painting». «Se encuentra en una etapa que comprende y trasciende todas las anteriores, redondea su obra desde una perspectiva más elevada en la que cierra círculos reflexivos», explica el comisario Kasper König , director del Museo Ludwig. «Ante la obra de Richter no cabe la crítica de arte», opina el historiador alemán Benjamin Buchloh , «solamente cabe tomar nota y escribir historia del arte».

«Lamentaría resultar demasiado prosaica», se excusa la galerista francesa Marian Goodman , «pero creo que también es necesario destacar su función de revalorizar el arte». En 2012, en efecto, Eric Clapton vendió su «Abstraktes Bild (809-4)» por 26,4 millones de euros, un óleo abstracto de 1994 que formaba parte de una serie de cuatro, todas numeradas como 809. Si algún coleccionista lograse volver a reunirlas, Goodman reconoce que «habría que hablar de cifras hoy inimaginables».

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