Colección Rupf: lección de mecenazgo

Amigos de Klee y Kandinsky, este matrimonio suizo ayudó a muchos artistas en sus carreras. Una selección de 70 obras llega al Museo Guggenheim de Bilbao

Tres retratos de Kahnweiler, realizados por Picasso, cuelgan en la exposición EFE
Natividad Pulido

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Aparte de estupendos quesos y relojes, Suiza atesora grandes museos y algunas de las mejores colecciones de arte del mundo, como las de Ernst Beyeler, Rudolf Staechelin, Karl Im Obersteg o los protagonistas de esta historia, Hermann y Margrit Rupf , cuya colección viaja por vez primera a España. Si hay algo que define al coleccionismo suizo es su exquisita sencillez, lejos de las estridencias y fuegos de artificio tan habituales en las colecciones contemporáneas más punteras. No suelen estar las colecciones suizas hechas a golpe de talonario, ni siguiendo las modas. Todo lo contrario: son formadas por coleccionistas-mecenas muy entendidos, a los que les gusta apostar por artistas a los que conocen, ayudarles económicamente, comprarles obras en el momento en que las hacían y seguir muy de cerca la evolución de sus carreras.

«Horizontal dividida», de Kandinsky ABC

Kahnweiler y Rupf, historia de una amistad

El suizo Hermann Rupf (1880-1962) y el alemán Daniel-Henry Kahnweiler (1884-1979) se conocieron en Fráncfort, donde coincidieron como aprendices en uno de los grandes bancos alemanes. Después se trasladaron a París: mientras Kahnweiler trabajaba como pasante de un corredor de Bolsa, Rupf lo hacía en Jacques Meyer Fils & Cie. Compartían muchas aficiones: arte, música, literatura... En 1905 Rupf regresa a su Berna natal para trabajar en el negocio familiar: una lujosa mercería. Kahnweiler abrió en la capital francesa una galería de arte. Rupf fue su primer cliente: adquirió obras de Derain y Othon Friesz. Pero, además de coleccionista, también fue crítico de arte y de música. Fueron grandes amigos: Rupf acogió en Berna a Kahnweiler tras estallar la I Guerra Mundial, le ayudó a pagar su casa de París, pasaban juntos las vacaciones y mantuvieron una intensa correspondencia: se conservan 800 cartas.

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