Javier de Juan
Ceesepe, patrimonio de todos
Todo lo que ha hecho ha sido arte. De poca gente se podrá decir esto. Su obra, su legado inmenso quedará porque nos ha enriquecido a todos. Y debería seguir haciéndolo
Hay artistas inclasificables porque empiezan y terminan en sí mismos. Porque sumundo, su ojo, su mano y su entendimiento no se pliegan a tendencias, modas o demandas de mercado. A veces, eso sí, coinciden su obra y su espíritu con los tiempos, y bien. Y cuando no, también bien.
Ceesepe, Ce, ese, pe. Carlos Sánchez Pérez ha sido un artista total y único. En su obra, en su vida y en su forma de ser. Una vida dedicada a rellenar el mundo de imágenes, trabajando convulsivamente, tratando de no dejar un hueco en blanco. Y todo desde una delicadeza y una sensibilidad especialísimas, que no mostraba a todo el mundo, quizás por pudor, quizás como defensa.
Carlos nos enseñó a muchos que no hay diferencia entre el dibujo y la pintura, (nos daba la risa llamar cómic a los tebeos, ya ves), entre un cómic y un mural, entre un cartel y un óleo. Todo era arte. También el cine, sus cortos de Bombita, la fotografía, con la que ha trabajado los últimos años…
Hice mi primera exposición de verdad a principios de los 80 en Madrid. Esa noche Ceesepe y el Hortelano habían reservado unas botellas de champán en El Sol de Jardines para celebrar mi alternativa. Tengo en la piel la memoria de sentirme por primera vez artista. Los dos eran entonces lo que hoy llamaríamos influencers . Ceesepe era la modernidad, que entonces se llamaba postmodernidad. Eran los años de «La Luna», del «Madrid Me Mata», de la revista «Madriz». La época en la que aprendimos a crear lo que nos daba la gana sin complejos, sin necesidad de justificarnos citando a teóricos, ni siguiendo las directrices de ninguna línea de pensamiento en boga.
Ceesepe entonces, y ahora, no ha seguido más dictados que los suyos propios. Su necesidad de expresarse con una libertad maravillosa. En los últimos años sus exposiciones en el Ateneo de Madrid y en el Espacio Valverde nos mostraban el poder y la capacidad creativa de su cabeza y de su mundo.
Vivimos juntos, puerta con puerta, en la calle Mayor durante casi una década hasta bien entrados los 90. Entonces conocí su trabajo de una forma más íntima y descubrí a un artista en estado puro. Veía crecer los cuadros cada día, veía lo que veía su ojo, veía lo que veía su mano y sentía el amor que ponía en su obra. Pintaba mimando cada centímetro cuadrado de superficie. Alguien lo llamaba «horror vacui» pero en realidad era cuidar cada átomo de su creación.
Todo lo que ha hecho ha sido arte. De poca gente se podrá decir esto. Ceesepe es ahora patrimonio de todos. Su obra, su legado inmenso quedará porque nos ha enriquecido a todos. Y debería seguir haciéndolo.
Javier de Juan es pintor y amigo de Ceesepe