Una caverna cósmica para perder la noción del tiempo, en el Museo ABC
Los artistas Santi Lara y Beatriz Coto protagonizan la XVIII edición de Conexiones
Si nos alejamos lo suficiente, a una galaxia muy muy lejana, por ejemplo, en un tiempo remoto, el pasado y el futuro se vuelven indistinguibles. Nos falta perspectiva para situarnos, pero ganamos un punto de vista nuevo que puede revelar verdades primigenias. Es ahí, en esa grieta espacio-temporal, donde se sitúa la muestra del colectivo Laramascoto, «10011. Arqueología futura», inscrita dentro del programa Conexiones que el Museo ABC realiza en colaboración con la Fundación Banco Santander.
La exposición, que reinterpreta la estética espacial de una ilustración de Enrique Climent (del Museo ABC) y una pareja de gouaches de Pablo Palazuelo (de la Fundación Banco Santander), comienza con una instalación visual. En ella vemos una suerte de asteroide con pantallas incrustadas: pantallas que han perdido ya su utilidad, que son fósiles, huellas de una humanidad que estuvo o que está por llegar. Quién sabe. Al lado, más rocas flotantes proyectadas en la pared, pero con agua. La iluminación, en pretendida penumbra, crea un ambiente como de caverna cósmica. «Queríamos romper un poco con esta idea de futuro siempre ligado al progreso, a la modernización. De ahí que las pantallas sean fósiles», explica la artista Beatriz Coto , que forma Laramascoto junto a Santi Lara .
El juego de tiempos está presente desde el mismo título de la exposición. Nos sitúa en el año 10011 (referencia inevitable a «2001: Una odisea en el espacio»), pero también nos habla de arqueología. «Buscamos esa idea del tiempo como cíclico, esa ambigüedad: buscamos el futuro, pero siempre mirando al pasado. No se sabe si estamos en una era posterior al antropoceno o estamos hablando del inicio del planeta Tierra», desgrana Lara.
Con esa duda a las espaldas hay que observar el resto de las obras de la muestra, que casi parece el storyboard de una película de ciencia ficción. Primero, los dibujos de esas naturalezas mixtas, donde la tecnología se funde con la vegetación y convive con ella. También los fósiles que están grabados con láser (otra contradicción temporal), y el vídeo del final, en el que volvemos a ver otro asteroide... Todas ellas nos descolocan por la ausencia de lo humano, que solo se percibe por su rastro, sus vestigios. «No se trata de la desaparición de lo humano, solo planteamos bajarlo de su pedestal y reivindicar otros actores, como la naturaleza, y la necesidad de cohabitar el mundo», remata Beatriz Coto.