134 aniversario de su nacimiento
París se rinde a Picasso: su museo pasa de exhibir 400 obras a más de un millar
La picassomanía también llega a la capital francesa, con una gran exposición en el Grand Palais
El «azar objetivo» de los surrealistas impone su lógica implacable. El 134 aniversario del nacimiento de Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 25 de octubre de 1881-Mougins, 8 de abril de 1973) ha coincidido con el XXX aniversario de la inauguración del más importante de los museos Picasso del mundo y un rosario de exposiciones picassianas en Nueva York, Málaga, Barcelona y París, donde el acontecimiento se celebra por «duplicado», con «Picasso.manía» y «¡Picasso…!»
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Como es tradicional en la fáustica tradición «caníbal» de Picasso, tan majestuosa procesión y exposición de obras, perspectivas, homenajes, revisiones y «explotaciones» (mercantilistas, publicitarias, museísticas, incluso íntimas y carnales) está acompañada de controversias que coquetean con el escándalo. «Picasso.manía», en el Grand Palais , proponía, hace semanas, una «revisión» de «la influencia de Picasso en la historia general del arte de nuestra civilización , desde su muerte». A juicio de varios especialistas, «Picasso.manía» aporta nuevos y polémicos matices a ese aspecto «caníbal» de un genio que «devoró» a los grandes maestros del arte clásico , antes de ser «devorado» él mismo por los creadores del último medio siglo, en cinco continentes.
Treinta años de vida
Mucho más ecuménico, el Museo Picasso de París, el más importante de los museos picassianos , por sus fondos, excepcionales, celebra los XXX años de su inauguración , el 28 de septiembre de 1985, con una revisión y nueva presentación de sus colecciones , invitando a «redescubrir» el «laboratorio», la «intimidad» y el «taller» picassiano. Tras cinco largos años de renovación, dirigida por su antigua directora, Anne Baldassari , el Museo Picasso de París reabría sus puertas, dirigido por Laurent Le Bon , hace apenas un año. En su día, el «nuevo» Museo Picasso ofreció una visión muy «vuelta al orden» del genio malagueño, concebida por la directora invitada de manera expeditiva a dejar el cargo. Un año después, su sucesor ha deseado «revisar», de nuevo, los fondos y colecciones picassianas, ampliando una «oferta» que ya era excepcional.
El último Museo Picasso de Anne Baldassari presentaba unas 400 obras . El Museo Picasso de Laurent Le Bon presenta más de un millar . Sus sucesores estiman que las colecciones picassianas presentadas por Baldassari pecaban de «herméticas» . Los nuevos gestores del gran espacio museístico picassiano esperan ser mucho más «pedagógicos» , ofreciendo sistemáticamente «pistas» e información básicas, para intentar atraer a un público cosmpolita. Más de 800.000 turistas han visitado el Museo Picasso de París en los últimos doce meses, gastando mucho dinero en chucherías picassianas, un fondo de negocio excepcional para los herederos y el Estado francés. El Ministerio de Cultura espera que la «clientela» del museo se estabilice en torno a las 600.000- 700.000 visitas anuales.
Laurent Le Bon anuncia para «su» museo un rosario de actividades y exposiciones . Ya se conocen, a grandes rasgos, las grandes exposiciones picassianas del próximo quinquenio. Habrá de todo… De la participación de Miquel Barceló en un homenaje picassiano al «redescubrimiento» de los grandes periodos azul y rosa, pasando por el Picasso mediterráneo y el diálogo interminable con Giacometti , etcétera.
Frenética actividad
Tan frenética actividad, no solo artística, íntimamente relacionada con el «marketing» de la «marca» , el «label» Picasso no deja de suscitar tensiones de muy diversa naturaleza. La gran exposición «¡Picasso!» estuvo a punto de precipitar una crisis grave, tras el anuncio de una huelga de funcionarios del museo. Una intervención expeditiva de varios ministerios permitió hacer algunas concesiones, no solo salariales, evitando una huelga que pudo ser catastrófica . «Le Figaro» estima que, a pesar de todo, «persiste el malestar» entre una parte del personal, el Ministerio de Cultura y la dirección del museo.
El futuro del antiguo taller donde Picasso pintó una de sus obras más emblemáticas, el «Guernica», se prolonga indefinidamente en una sorda e imprevisible guerra entre clanes con intereses no siempre compatibles. Maya Widmaier-Picasso , hija del artista y Marie-Thérèse Walter , negoció en su día un acuerdo que permitía «rehabilitar» el taller, transformando parte del edificio en un «albergue» de artistas y centro de «creación contemporánea». La Fundación Maya Picasso y sus herederos estimaban que ese proyecto «zanjaba» toda polémica. Sin embargo, un comité de defensa de ese taller ha escrito a Felipe VI , a Mariano Rajoy , y al alcalde de Guernica, José María Gorroneo, pidiéndoles que intervengan ante la alcaldía de París y Cultura para impedir que se cumplan unos «acuerdos» que la Fundación Maya Picasso considera plenamente «cumplidos».
Mientras Maya Picasso y sus herederos consideran zanjado «definitivamente» el conflicto de fondo, el pequeño núcleo de «irredentistas» picassianos se dicen dispuestos a continuar batallando contra un proyecto que tiene flecos que consideran «ofensivos»: transformar parte del edific io donde se pintó el «Guernica» en residencia de turismo lujoso. Quizá sea sintomática una revisión de fondo del puesto de Picasso en la historia del arte del siglo XX.