El truco mejor guardado para ser mago en España

Si la magia es un arte y no se puede medir: ¿Qué debe hacer un novato que quiera aprender de los mejores? ¿Existe algún título oficial? ¿Podrá vivir de la misma el día de mañana?

El truco mejor guardado para ser mago en España THE MAGIC FACTORY

AITOR SANTOS MOYA

«Cuando entra el vino, salen los secretos». En solo siete palabras, cocinadas al fragor de una vida imposible, puede resumir Héctor René Lavandera, al que todos conocen como René Lavand , su idilio con la magia. El 7 de febrero del presente año una carta desapareció para no regresar jamás. No había truco, «nada por aquí. Nada por allá. Ahora la ves. Ahora no la ves…», y el genio que cuidaba la baraja con el más lento de los movimientos nunca más volvió a aparecer. Ponía fin a una vida donde lograr lo improbable, sortear el limbo de lo real, se traducía en hacer de su profesión algo único. René Lavand es mago, argentino y tiene una sola mano. La izquierda, para más inri. La izquierda, para un diestro.

Con 18 años, Alberto de Figueiredo vio por primera vez a René Lavand. «Hacía cosas increíbles y eso que tenía solo una mano. Lo vi y dije... bueno, bueno, yo quiero hacer eso». Recién llegado de Las Vegas, Jorge Blass , el mago español que acaba de vender un truco al mismísimo David Copperfield , es consciente de que en este oficio no basta solo con ser bueno, hay que saber transmitir. «Los públicos perdonan un error, lo que no perdonan es el aburrimiento», cuenta, al tiempo que descifra la autoría de la frase. ¿Adivinan a quién pertenece? Todo el mundo tiene ídolos . O héroes.

El paso del tiempo es un soplo de aire fresco que borra poco a poco los recuerdos. A pesar de ello, no todos caen en el olvido . La tele no siempre es esa caja que traslada imágenes desde cualquier rincón del planeta hasta el sofá de tu salón, sino que a veces —por ejemplo, en medio de una imberbe parrilla de mediados de los 80'— también alberga un lugar para los sueños. Delante de esa pequeña pantalla Jorge Blass conoció el programa Magia Potagia . «En esa época tendría seis años, luego ya en 1992, con 12, descubrí una colección de fascículos de Tamariz y por primera vez oí hablar de la Escuela de Ana Tamariz —de la que sería alumno—, la tienda Magia Estudio...».

Ana Tamariz es hija del célebre Juan Tamariz . Entre ambos fundaron hace más de 25 años la prestigiosa escuela que lleva su nombre. «Mi padre y yo montamos una tienda que se llamaba Magia Potagia, y, a partir de entonces, muchos clientes nos preguntaban como hacer tal o cual cosa, por lo que en un primer momento establecimos el miércoles como el día para que vinieran y pudiesen resolver sus dudas. Ese fue el primer embrión ». Con profesores tan ilustres como el propio Juan Tamariz o Anthony Blake, hoy sus aulas mecen la cuna de un reguero de aprendices que sueñan con ser los Jorge Blass del mañana, los René Lavand de la eternidad.

Sin embargo, en pleno auge del anhelo por imitación, Ana Tamariz —voz dulce y elocuente— rebate la frase que cierra el párrafo anterior. «Intentamos sacar de cada alumno lo mejor de su personalidad para explotar el campo en el que puedan destacar. No pretendemos ser una fábrica donde todos salgan iguales . El principal requisito para querer ser mago es tener mucha ilusión. Luego ya veremos qué cualidades mejorar de cada uno».

En la misma línea se mueve Alberto de Figueiredo, profesor principal y director de la Escuela The Magic Factory . «La única cualidad que tiene que tener una persona que quiera iniciarse en el mundo de la magia es la ilusión », afirma, sin perder de vista el progreso que deben experimentar los aprendices desde el primer día. «Los que entran poco a poco empiezan a coger tablas mientras permanecen aquí, de manera que se van formando como magos desde el inicio». Rafa Píccola , ilusionista y sombrómano, creador y director de la Escuela Rafa Píccola , considera que no siempre es mejor 'saber' mucho. «A veces hay que desprogramar al alumno que sabe bastante, o cree que sabe. Internet no forma magos, crea hacedores de trucos».

«Internet no forma magos, crea hacedores de trucos»

Aunque ninguno de los tres centros exige prueba de nivel para poder entrar, todos cuentan con diferentes cursos adaptados a los diferentes rangos de experiencia . «Desde cero hasta magos profesionales», puntualiza Alberto. «No hacemos control de nivel, pero si no sabes nada de magia vas al curso de iniciación. Tampoco hacemos diferenciación por edades, en nuestras clases hay jubilados, estudiantes, padres de familia... », apostilla Ana. «Es posible aprender y hacer magia sea cual sea nuestra condición física o nuestra edad. Yo doy clase a niños en colegios a partir de los cinco años», sentencia Rafa.

Sin título oficial

«Son cinco años, como una carrera, pero aquí no hay títulos oficiales. El reconocimiento te lo da el público con su aplauso », responde Ana Tamariz, cuestionada por la necesidad o no de que exista un plan de estudios orientado específicamente a la magia. «Hace muchos años nos ofrecieron la posibilidad de crear un proyecto universitario, pero mi padre siempre se ha opuesto porque te imponen un montón de asignaturas, profesores determinados, las mencionadas pruebas de nivel... por encima de títulos vale mucho más tener buenas referencias, que te vean y les gustes. Incluso es más efectivo mandar un vídeo con un buen truco ».

La aproximación más real entre magia y oficialidad versa en una serie de cursos que se imparten en los locales de universidades pero no tienen validez curricular, sobre todo porque la mayor parte de sus profesores ni han pasado por la facultad. «Yo mismo he impartido clases para diferentes universidades madrileñas (Rey Juan Carlos, Francisco de Vitoria, Complutense…) y, aunque, por ejemplo, mis clases en los cursos de verano de la URJC generaban créditos académicos , no se trataba de un título oficial de magia», resume Rafa Píccola.

Rafa Píccola, durante uno de los cursos de verano en la URJC

Vivir de la magia

El 'boom' de la magia ha sido gradual. Aquí no hay burbujas que exploten, ni modas que rompan el mercado. «Es verdad que hay varios programas de televisión con magos , pero el trabajo para las empresas se ha mantenido más o menos estable, a pesar del bajón lógico durante los primeros años de la crisis», relata Píccola. La vocación por la magia es un sostén al que ni siquiera la tan temida recesión ha podido golpear con la violencia que lo ha hecho sobre otros sectores. «En este tiempo la magia ha crecido a mayor ritmo porque la gente quiere huir de todo lo gris. El público se ha volcado con los espectáculos debido a la gran dosis de alegría que contienen. Para ver drama ya tienen las noticias», rebate Ana Tamariz.

«De la magia se puede vivir», prosigue Ana. No obstante, en palabras de Alberto de Figueiredo, el rango salarial medio es difícil de definir. «Al igual que pasa en otras profesiones, especialmente si son artísticas , hay magos que llegan justos a fin de mes y otros que lo hacen de forma muy holgada». Píccola refrenda esta última apreciación aludiendo al sueldo medio de un actor , «es imposible saberlo. Hay magos que por su repercusión mediática ganan mucho y algunos que incluso se han marchado de España en años recientes porque no podían sobrevivir».

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