Josef Koudelka: «Me identifico con los refugiados sirios porque he pasado por la misma mierda»
El fotógrafo presenta su obra en la Fundación Mapfre
Cuando tenía 30 años, Josef Koudelka (República Checa, 1938) decidió abandonar su trabajo como ingeniero aeronáutico y dedicarse de forma exclusiva a la fotografía. Por entonces tenía una vieja Rolleiflex, un artilugio que los nativos digitales confundirían hoy con unos prismáticos, y comenzó a viajar y vivir con lo puesto, como si nada importara. «Los aviones con los que yo trabajaba me gustaban tanto como la fotografía, pero después de años siendo ingeniero entendí que era capaz de hacerlo bien, y no quería morir con apenas 30 años».
La fotografía representaba para él una ventana con vistas al mar. «Aquello era otra cosa, coger una máquina, ser libre, no depender de una sociedad y buscarme la vida bajo mi responsabilidad. Hacía fotografía porque nunca tenía la sensación de que estaba llegando al fin». Con esa fe, cambió un empleo estable por una mínima probabilidad de éxito, y terminó como uno de los fotógrafos más representativos del siglo XX. Koudelka expone en la Fundación Mapfre un concentrado de sus mejores obras, un catálogo imperdible y pleno de belleza.
Pero el camino no fue fácil. Apenas un año después de apartarse para siempre de los aviones, la Unión Soviética invadió Praga , donde nacieron algunas de sus mejores fotografías. «A las cuatro de la noche una amiga me despertó y me dijo: «Los rusos están aquí». Yo pensaba que estaba borracha. Me abrió la ventana y me dijo: «Escucha. Entonces sentí que era fotógrafo, cogí la cámara y salí a la calle». Tan simple como lo cuenta inició su serie «Invasión» , con imágenes que demuestran que no hemos cambiado tanto en estos 50 años.
«Yo ahí he hecho fotografías un poco diferentes porque era mi país y un periodo increíble de la historia. Era la invasión de un gran ejército y no me lo pensé, era una situación extrema y reaccioné. Solo quería hacer fotografías».
Con aquella invasión comenzó una vida de ciertas dificultades. Salió de su país y no pudo regresar durante un tiempo. Pasó 16 años sin pasaporte, convertido en un apátrida y pasando muchas noches a la intemperie en países como Italia, Francia, España... Una circunstancia que guarda cierto parecido con la actual de los refugiados sirios. «Me identifico plenamente con ellos porque he pasado situaciones similares. He pasado noches en la frontera escondido de la policía y he pasado por la misma mierda», aseguró ayer en la presentación de la muestra, que podrá verse en la capital hasta el próximo 29 de noviembre.
La exposición que le trae a la Fundación Mapfre en Madrid está organizada junto a The Art Institute of Chicago y recopila lo mejor de su trayectoria. Llama la atención el especial dedicado los gitanos, cuyas costumbres motivaron una serie de fotografías vibrantes. Eran en principio 27 imágenes, pero tras la invasión de Praga se quedaron en 22; el autor las guardó y hoy lucen en la Fundación Mapfre tal y como fueron expuestas hace 50 años. Visto lo visto, le mereció la pena dejar los aviones.
«He intentado llegar a saber quién soy, pero creo que sigo sin saberlo todavía», remató Koudelka.