Moreau Kusunoki: «Nuestro trabajo dialoga con el pasado y enlaza el futuro»

Estos jóvenes arquitectos dirigen la empresa que se encargará del diseño del nuevo museo Guggenheim, en Helsinki

Moreau Kusunoki: «Nuestro trabajo dialoga con el pasado y enlaza el futuro» bruno levy

fredy massad

Moreau Kusunoki Architectes son los autores de la propuesta ganadora del concurso convocado para el diseño de una potencial sede del museo Guggenheim en Helsinki . Es un despacho fundado por la japonesa Hiroko Kusunoki y el francés Nicolas Moreau, cuyas trayectorias profesionales se iniciaron en Tokio en 2005: ella trabajó para Shigeru Ban y él para SANAA y Kengo Kuma. Se instalaron en París en 2008, donde Moreau codirigió el despacho en Europa de Kuma y Kusunoki trabajó para Hala Warde/Atelier Jean Nouvel y Habiter Autrement.

En 2011 abrieron su propio estudio, que actualmente cuenta con una decena de colaboradores y proyectos como un museo en Cayenne (Guayana francesa), la plaza para el Distrito Judicial de París (diseñado por Renzo Piano) en Porte de Clichy (París) y la Escuela Politécnica de Ingeniería en Bourget-du-Lac.

-¿Cómo definirían su identidad como estudio de arquitectura? ¿De qué manera se combinan sus dos distintas procedencias culturales en la conformación de la identidad de su trabajo?

-Lo cierto es que aún estamos inmersos en el proceso de definir nuestra propia identidad. Tratamos de escuchar y observar, y hacer las cosas con sencillez y honestidad. Nuestra dualidad cultural es patente en todos los proyectos que concebimos. Nuestro trabajo se esfuerza por ser atemporal, y a la vez establecer un diálogo con el pasado y construir enlaces con el futuro, así como crear una sensación de intimidad.

-¿Qué intereses o motivaciones les impulsaron a tomar parte en el concurso convocado por la Fundación Guggenheim?

-La propuesta con la que participamos guarda relación con dos de nuestros proyectos, el Teatro de Beauvais, la Galería Nacional de Budapest y la Escuela de Ingeniería, planteados como una composición de varios pabellones con espacios intermedios. Ante la convocatoria del concurso nos preguntamos: ¿Cómo hacer que el museo sea transparente? ¿Cómo crear porosidad entre éste y su entorno para permitir un libre flujo de visitantes hacia el lugar? La redacción de las bases era lo suficientemente general como para permitirnos interpretar parte del programa de usos propuesto, trabajar sobre él y preguntarnos acerca de la relación y el uso de las funciones de cada espacio.

-La lectura que podía extraerse de la selección de seis proyectos, de entre un total de 1.715 participantes, para acceder a la segunda fase del concurso que efectuó el jurado, y que corroboró la selección final de su proyecto como ganador, era la de un deliberado posicionamiento contra la idea del edificio-icono. Paradójicamente, el nombre Guggenheim está ligado a las diferentes acepciones que hemos podido dar a ese término en la historia de la arquitectura reciente. Del edificio neoyorquino de Wright al construido en Bilbao por Gehry. ¿Aborda de alguna manera su propuesta este tema?

-La torre vertical que hay en nuestro proyecto incorpora el mismo volumen que la rotonda de Wright, claramente como un homenaje a este maestro. Al igual que los museos de Nueva York y de Bilbao, nuestro proyecto tiene salas de diferentes proporciones. Nos inspiró la aproximación planteada en el BMW Guggenheim Lab, que mostraba otra forma de relación entre arte y vida, invitando al público a que definiera el museo y el espacio en sí mismo. Nos parece una concepción excepcional sobre cómo incorporar el arte a la vida urbana.

-¿Qué aspectos definen esencialmente su propuesta para el Museo Guggenheim Helsinki?

-La apertura y la transparencia en la planta baja y los paseos entre las estructuras son los elementos más importantes. El museo estará rodeado por una actividad pública rica y abundante, por eso la planta baja es la clave para articular la relación del museo con el contexto urbano. Otro aspecto es el uso de madera quemada, muy vinculado a la tradición constructiva finlandesa.

-Su proyecto articula una red de espacios interiores y exteriores, en lugar de un único volumen. El concepto de «espacio intermedio» («ma» en japonés, como ustedes indican) es característico de su arquitectura.

-Barajamos varias opciones y los volúmenes homogéneos o de gran tamaño resultaban demasiado herméticos en relación con el entorno y nosotros queríamos crear continuidad entre interior y exterior. Las galerías del museo necesitan un nivel controlado de luz y humedad, por eso la mayoría de sus paredes son opacas. La fragmentación nos permitía combinar estos espacios opacos con otros intermedios que proporcionan vistas del paisaje circundante.

-¿Cuál consideran que es la naturaleza específica del museo hoy como edificación de carácter cívico, público?

-Las funciones del museo son diversas, como las formas del arte. El modo en que éstas evolucionan no debe ser constreñido por la forma de la arquitectura. El momento individual ante el arte es muy íntimo. Esperamos que este momento frente a frente se grabe en la memoria de los visitantes, y recuerden el espacio y el tiempo que pasaron en el edificio. La mayoría de personas anhela una experiencia única cuando va a un museo. El arte es parte de esa experiencia, pero la arquitectura también debe contribuir a crear ese momento especial que el visitante espera. Por eso los museos son tan distintos, comparados con otros edificios.

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