Finaldi: «En ningún museo del mundo hay colecciones como las del Prado»

El número dos de la pinacoteca española se incorpora el 17 de agosto como director de la National Gallery de Londres. «Me iré con el corazón partido», confiesa en un emotivo acto

Finaldi: «En ningún museo del mundo hay colecciones como las del Prado» ERNESTO AGUDO

NATIVIDAD PULIDO

Cambiará los boquerones fritos y la tortilla de patatas por el fish and chips, el Manzanares por el Támesis, la Puerta del Sol por Piccadilly Circus, las «Meninas» por «La Venus del Espejo». Gabriele Finaldi, londinense del 65 , dejó en 2002 su puesto como conservador de pintura española e italiana en la National Gallery de Londres, que ejercía desde 1992, para ser el número dos del Prado. No dudó en decirle que sí a Miguel Zugaza cuando le propuso ser director adjunto de Conservación e Investigación del museo español. Hizo las maletas y se embarcó en esta apasionante aventuracon la complicidad de su esposa, la jerezana María Inés Guerrero. Llegó a Madrid con 36 años y se marcha con 49. Llegó con cinco hijos y se marcha con seis. Aquí nació su hija más pequeña. Llegó hablando un buen español y se marcha dominando todos sus giros.

Recordaba cómo fue su nombramiento como director adjunto del Prado a finales de mayo de 2002: «Estaba en un barco en alta mar en la bahía de Vizcaya. Mi móvil no funcionaba. Me enteré al día siguiente cuando puse pie en tierra firme en Bilbao y abrí las páginas del ABC: “Conservadores del Prado, molestos por el nombramiento de Finaldi”. Muy bien empieza esto, pensé» Durante casi trece años Zugaza y Finaldi han formado un buen tándem que ha pilotado la modernización del museo: se acometió su ampliación , se aprobó la ley del Prado, se puso en marcha un ambicioso programa expositivo, se reordenó la colección permanente y se creó, en el Casón del Buen Retiro, un Centro de Estudios, que ha sido la niña de los ojos de este británico con genes napolitanos y corazón español. Una mezcla explosiva.

Emotiva despedida

Hace unas semanas la prensa británica filtró que Gabriele Finaldi regresaba a la National Gallery de Londres, esta vez como director, en sustitución de Nicholas Penny, que se jubila. Pero hasta ayer no llegó la esperada confirmación oficial. Aunque Finaldi no se incorporará a su nuevo puesto hasta el 17 de agosto, el acto que convocó ayer el Prado para anunciar el relevo se tornó en una multitudinaria y emotiva despedida. Lleno hasta la bandera en el auditorio y discursos que pusieron a Finaldi al borde de las lágrimas. Abrió plaza José Pedro Pérez-Llorca, presidente del Patronato del museo, que confesó tener sentimientos encontrados, entre una triste nostalgia por esta pérdida para el Prado y el orgullo del museo por haber elegido a uno de los suyos para dirigir la National Gallery londinense.

Miguel Zugaza se sumó a la felicitación por «este merecido nombramiento» y quiso mostrarle públicamente su gratitud: «Se nos va alguien muy valioso. Mucho de lo bueno que le ha ocurrido al museo en este tiempo de transformación se lo debemos a su irreprochable profesionalidad y a su humano carácter». Destacó sus aportaciones en la conservación e investigación de las colecciones del museo, pero también su «buen ojo e intuición» para detectar grandes piezas para el Prado. Es el caso de «El vino de la fiesta de San Martín», de Pieter Bruegel el Viejo. Recuerda Finaldi el día que apareció la firma del pintor como un momento inolvidable. «Gracias, querido hermano, por tu compañía, consejo y amistad», le dice Zugaza.

«El hogar de los grandes maestros»

Con la voz quebrada, Gabriele Finaldi apenas podía agradecer tanto elogio. Primero dio las gracias a Pérez-Llorca, por «su trabajo sin descanso, con energía, tacto y elegancia, para el bien de esta casa». Después, a Zugaza, por la confianza que depositó en él. Le definió como «un estratega de los más brillantes, que va siempre dos pasos por delante de los demás. Ha sido un privilegio trabajar con él». Y más piropos. Le toca el turno al personal del museo:«El Prado tiene un capital profesional y humano de extraordinario valor. En él están algunos de los mejores conservadores del panorama museístico mundial. Y cuenta con el área de restauración más dinámico de cualquier institución». Pero los mayores piropos se los llevó su amado Museo del Prado:«Es el hogar de los grandes maestros. Sus fondos constituyen un sobrecogedor caudal de poderío artístico, que no tiene parangón en ninguna otra institución del mundo».

Tanto en la National Gallery como en el Prado, ha cumplido religiosamente una costumbre: pasear por sus salas al menos una vez al día, «tomando el pulso vital del museo». La relación entre ambas instituciones siempre ha sido muy fluida y está seguro de que «se irá fortaleciendo aún más». Han colaborado en muchos proyectos. En octubre, ya como director del museo británico, se inaugurará en las salas de la National Gallery la muestra «Retratos de Goya». Y en el Prado se verá una gran monográfica de Ingres. Se irá en agosto de este museo que pisó por primera vez con 21 años, siendo estudiante de Historia del Arte. «No recuerdo mucho de aquella visita. Mi única excusa es que era mi luna de miel y mi mente estaba en otras preocupaciones», confesó ruborizado. Un museo donde, dice, «he pasado algunos de los años más felices de mi vida laboral. Ha sido un enorme privilegio trabajar aquí. Me iré con el corazón no roto, pero sí partido». Palabras que fueron recibidas con una cerrada y larga ovación.

Su sustituto, del Prado

Le espera una National Gallery que anda revuelta , aunque en el Prado se ha curtido apagando fuegos. En febrero hubo cinco días de huelga en la pinacoteca británica como protesta por la externalización de los servicios. «Hay un proceso en marcha. Pero hay un director y un Patronato que cuidan de esta situación y es apropiado que lo hagan ellos», advierte. Un periodista del «Telegraph» le pregunta qué va a exportar del modelo del Prado a la National Gallery: «Llevaré muchas cosas: dinamismo, deseo de trabajar en la investigación...» En 2002, cuando llegó al Prado, comentó en una entrevista a ABC:«He dejado la segunda pinacoteca del mundo para pasar a la primera». ¿Cambiará ahora el orden cuando le entrevisten en Londres? «Son museos parecidos, pero distintos. Cada uno tiene su riqueza y su historia. La National Gallery atesora una colección excelente, formada por historiadores del arte. Se ha buscado narrar un relato completo de la historia del arte europeo. Pero hay un mayor placer estético en el Prado. En ningún museo del mundo hay colecciones como las de este museo».

Aún no se ha ido y ya está buscado su sustituto, aunque Zugaza no suelta prenda. Quiere comunicar su propuesta al Patronato del museo en su reunión del próximo día 30. Eso sí, da una pista: «Gabriele es insustituible, pero le vamos a sustituir. Tenemos muy buen banquillo». O sea, que el próximo director adjunto del Prado será uno de sus conservadores. «Seguro que Miguel tomará la decisión correcta», apostilla Finaldi.

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