El cruce de caminos de Picasso y Dalí

Un libro recoge por primera vez el epistolario entre ambos artistas

El cruce de caminos de Picasso y Dalí fundació gala-salvador dalí

david morán

En los años cincuenta y sesenta la relación entre Pablo Picasso y Salvador Dalí ya se había enfriado por supuestas desavenencias ideológicas pero, incluso así, el pintor surrealista no dejó de enviarle cartas y postales al genio malagueño. En concreto, cada mes de julio le enviaba alguna postal de ilustración folklórica en la que podía leerse: «Pel juliol ni dona ni cargol». Una ocurrencia daliniana a propósito de un dicho catalán sobre lo poco recomendable de moverse en verano –ni relaciones sexuales ni comidas copiosas- tras la que se puede entrever que las relaciones entre ambos artistas no debían ser tan tensas como se suele pensar.

Esa es, por lo menos, una de las conclusiones de «Picasso y yo» (Elba Editorial), dietario editado por el periodista Víctor Fernández que recoge una postal firmada por Picasso y setenta cartas y postales escritas por Dalí y con el que, asegura, ha querido desmontar algunos tópicos. «Hubo más relación entre ambos de la que se piensa. Picasso protege a Dalí, le apadrina y le hace casi de mecenas», señala Fernández. En el libro, por ejemplo, se recoge una carta del 8 de noviembre de 1934 en la que Dalí y Gala, embarcados rumbo a Nueva York, manifiestan su agradecimiento a Picasso. Una nota que confirmaría que el autor de «El Guernica» se encargó de financiar el primer viaje estadounidense del pintor ampurdanés.

Pese a que no existe ninguna foto de los dos juntos y a que el inagotable carteo de Dalí a Picasso contrasta con la ausencia de misivas en sentido inverso –«ya sea por por la poca disposición de Picasso a mantener relación epistolar o a que esa correspondencia se pudo perder», sostiene el autor-, el libro, complemento literario de la exposición de ambos artistas que acoge el Museo Picasso de Barcelona , rastrea una relación marcada por la admiración que Dalí sentía por Picasso y la curiosidad que a Picasso le despertaba Dalí. «En los años treinta se ven con con cierta regularidad, aunque no eran íntimos. Dalí le buscaba y Picasso se dejaba querer», apunta Fernández.

Así, a través de estas cartas de este volumen, algunas inéditas y otras publicadas en francés por Laurence Madeline, conservadora en el Museo Picasso de París, en el libro «Dalí. Lettres à Picasso (1927-1970)», Fernández traza también tres momentos clave en los que, una vez acabada la guerra, Picasso y Dalí habrían intentado retomar el contacto. «El primero, entre 1959 y 1962, con la mediación de Dora Maar; el segundo, cuando John Peter Moore aseguró que los había reunido en el sur de Francia». El tercero, relata Fernández, se conoce por boca del periodista gallego Antonio D. Olano, amigo de ambos artistas y según el cual Dalí propuso encontrarse con Picasso en un pueblo de Asturias, algo que el malagueño rechazó, pero dejando abiertas las puertas de su taller en La Californie.

El reencuentro, sin embargo, no llegó a producirse y con la muerte de Picasso en 1973, Dalí le pidió una corbata negra a su secretario, Enric Sabater y, tras sopesar si acercarse a Mouguins a despedir a su padre artístico, acabó enviando una corona de flores. Una corona que, recuerda Fernández, Jacqueline Picasso arrojó por la ventana. «Ella no quería coronas, y es de imaginar que la de Dalí sería la más ruidosa, así que la vio y dijo: “a la ventana va”. “Le tocó a Dalí», remata el periodista.

El cruce de caminos de Picasso y Dalí

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