arte
La Colección Iberdrola llega a Madrid por la puerta grande
Premiada en ARCO, muestra una selección de sus fondos en el Ayuntamiento
Llegar y besar el santo. Hasta hace menos de un año, solo los miembros de Iberdrola sabían con exactitud qué piezas conformaban su colección de arte. Hoy, después de varios meses de intenso trabajo, la Fundación ARCO les ha premiado dentro del ámbito del coleccionismo privado. Una sorpresa para muchos, pero no tanto para sus propietarios, que exponen 67 de sus obras en CentroCentro, la sala de exposiciones del Ayuntamiento de Madrid, hasta el 7 de junio.
«Fue hace un año cuando la colección se mostró en Bilbao por primera vez. Hasta ese momento quienes sabían lo que se estaba coleccionando eran los miembros de la corporación», explica Javier González de Durana, comisario de la exposición. «A veces los reconocimientos tardan dos o tres años en llegar. Pero si el premio ha llegado en cuanto la colección se ha hecho visible al público es porque el contenido es excelente», añade.
La exposición –titulada «La piel translúcida»– comienza con dos cuadros de José María Ucelay y Aurelio Arteta, dos guiños a Vizcaya, el lugar donde empezó a gestarse la colección. «Hemos presentado obras desde los años 50 hasta la actualidad, salvo ese par de testimonios de la pintura vasca de las vanguardias y el postimpresionismo», comenta el comisario. La muestra sigue con el «Bodegón de las afueras», una obra del periodo inicial de Antonio López.
El nombre de «La piel translúcida» tiene un significado artístico, pero también una razón logística. Todo viene porque la exposición se estrenó en la planta 25 de la torre acristalada que Iberdrola tiene en Bilbao. Entraba tanta luz a la sala, y era tan llamativo el paisaje, que protegieron el entorno de la exposición con telas translúcidas de color oscuro. Un material que han llevado también a Madrid para «amortiguar» la singularidad del Palacio de Cibeles. En la muestra conviven artistas de prestigio como Chillida, Antonio López o Barceló. Hay pintura, escultura, vídeo y muchas fotografías, que coincidirán con los primeros días del Festival PhotoEspaña. Para González de Durana, no ha resultado difícil encontrar puntos de diálogo entre tanta variedad de piezas.
El mar de Barceló
«He pasado de cronologías y de tipologías. He dispuesto las obras de una manera un tanto dispersa en apariencia, aunque sí existen entre ellas vínculos sutiles, muy finos», explica. «En una están los fotógrafos alemanes, en otros la pintura española de los 70, más allá las obras que se relacionan cromáticamente... Se producen encuentros inesperados, pero que dan pie a lecturas cruzadas muy interesantes. Más que las puramente cronológicas».
Dentro de la exposición, González de Durana se atreve a marcar cinco paradas imprescindibles. Casi nada más entrar, el vídeo inicial de Jennifer Steinkamp y la escultura de Unamuno de Ibon Aramberri. Más adelante, los pasajes nocturnos de Darío Urzay, dos cuadros de dimensiones inmensas y técnica sugerente. Para terminar, el «micropaisaje» de un fondo marino recreado por Barceló y la fotografía «Faith», de la artista iraní Shirin Neshat.