El Guggenheim reúne la obra de Niki de Saint Phalle, mujer de armas tomar

Gran retrospectiva de la primera artista feminista del siglo XX con más de 200 obras y documentación inédita que dibujan la vida de esta «heroína»

El Guggenheim reúne la obra de Niki de Saint Phalle, mujer de armas tomar guggenheim

itzíar reyero

Niki de Saint Phalle (Francia, 1930-Estados Unidos, 2002) abrazó el arte como tabla de salvación para liberar la lucha interna que siempre acunó en su agitada alma, entre sus demonios y angustias y su, pese a todo, inaudita alegría de vivir. Una contradicción que define toda su obra, desgarradoramente violenta en esencia por más que los estallidos de color y las formas juguetonas de sus famosas «Nanas» la encasillen a primera vista en lo naíf. «Me convertí en artista porque no tenía otra alternativa. Era mi destino. En otros tiempos me hubieran encerrado en un manicomio de por vida; yo, en cambio, sólo pasé un breve periodo de tiempo sometida a vigilancia psiquiátrica, con diez electrochoques», decía.

El museo Guggenheim de Bilbao le dedica una puerta grande a la que está considerada como la primera gran artista feminista del siglo XX. La retrospectiva, exhaustiva en sus más de 200 piezas y documentación inédita aportada por Niki de Saint Phalle Art Foundation, da cuerpo a una creadora singular, autoproclamada «heroína», de esencia rebelde. Bajo ese aparente arcoíris alegre y juvenil, la autora volcó su «yo» sombrío, autobiográfico y político, con el feminismo por bandera. A través de una nueva representación del cuerpo femenino, erótico y abultado, da forma a sus icónicas «Nanas», serie que inicia en 1964 inspirándose en un dibujo que le regaló Larry Rivers.

Un frondoso jardín con las piezas más famosas aguarda en la sala 303. Son sus «Venus negras», diosas engendradoras que esconden el anhelo de su autora por zafarse de los roles tradicionales de la mujer. Mención aparte merecen las «novias» -proclamó que «el matrimonio es la muerte del individuo, del amor»- o los «alumbramientos». A este baile de «Nanas» -y es literal, porque el comisario Álvaro Rodríguez Fominaya pone a estas figuras por primera vez en movimiento- se suma el conjunto de «Las tres gracias», en el balcón exterior del museo. No puede obviarse el origen de esta joven de familia acomodada que mantuvo una relación tormentosa con su madre, conservadora, y que sufrió violación por su padre.

Este episodio escabroso lo narra en abierto en el largometraje «Daddy», al tiempo que libera su humor ácido con la grotesca serie de «madres devoradoras», muy poco conocida por su complejidad de transporte. En «El té en la casa de Angelina», dos señoras se meriendan un cocodrilo y un hombre.

La violencia y el compromiso social son evidentes en sus «Pinturas-disparo», primera gran aportación de esta figura autodidacta y precoz enmarcada en el Nuevo Realismo . Niki de Saint Phalle sacó su fusil y descerrajó su creatividad sobre composiciones escultóricas pegadas al lienzo. Eran los primeros «happenings». Sus armas, cargadas con bolas de yeso con pintura, provocan un estallido de color en el que está presente el pánico de la época al holocausto nuclear. Así se recoge también en «Pirodáctilo sobre Nueva York», obra adquirida por el Guggenheim de Abu Dabi, con Gozzila sobre los rascacielos. «Pintar calmaba el caos que agitaba mi alma», dijo la artista, que dominó los códigos de la cultura de masas igual que Andy Warhol.

Vivió a caballo entre Francia y Estados Unidos y se sintió inspirada por las salpicaduras de Pollock o los objetos adheridos de Rauschenberg, como puede verse en los ensamblajes que formó con Jean Tinguely, su pareja. Con él hizo su gran proyecto exterior «El jardín del Tarot», un parque de esculturas monumentales en la Toscana. Se convirtió en la primera mujer que dejó su sello en el espacio público a nivel mundial y Gaudí fue su gran estímulo, como dejó escrito tras viajar en 1955 a Barcelona. «Allí el magnífico Park Güell de Gaudí. Descubrí a la vez a mi maestro y mi destino. Temblé. Sabía que yo también, algún día, construiría un jardín de alegría. Un pequeño rincón del paraíso».

La muestra, procedente del Grand Palais de París, permanecerá en Bilbao hasta el 11 de junio.

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