Alechinsky: «Mi pincel soy yo»

El artista belga, que fue miembro destacado del grupo CoBra, recibió ayer la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, donde ha inaugurado una exposición de su trabajo sobre papel

Alechinsky: «Mi pincel soy yo» AFP

EFE

La experimentación y la búsqueda de nuevas posibilidades en el lenguaje plástico han caracterizado la obra del artista belga Pierre Alechinsky, al que el Círculo de Bellas Artes de Madrid le impuso ayer su Medalla de Oro, además de dedicarle una gran exposición. Figura clave del informalismo europeo y miembro destacado del Grupo CoBra, Alechinsky (Bruselas, 1927) es un símbolo de la modernidad, «de esa modernidad precisa que se busca a sí misma en los orígenes y que intenta alejarse de la vertiente más institucional del arte».

Así lo consideró Juan Miguel Hernández de León, presidente del Círculo, durante el acto de entrega de la Medalla de Oro y la presentación de la primera retrospectiva que se dedica en España a la obra sobre papel del artista belga. Hacer de la pintura y, por extensión, de la vida, una aventura es una característica de este creador que «ha trabajado en diferentes lenguajes y superficies encontradas, idóneas para plasmar formas» en unas obras en las que es importante el primitivismo y la espontaneidad.

Pintor de la modernidad

«Lo oriental y occidental se funden en un conjunto que es un legado excepcional», según Hernández de León, quien ha destacado la elaboración pictórica de Alechinsky en los márgenes de sus cuadros, como ocurre con una de sus obras más conocidas, «Central Park», que sirvió a Octavio Paz como fuente de inspiración para hacer un poema. Además, no ha cesado de buscar nuevos motivos y vías de expresión.

Dirigiéndose a Alechinsky, el presidente del Círculo de Bellas Artes ha afirmado que el valor de la medalla que le ha sido impuesta «radica en quien la lleva», en este caso el autor de una «magnífica labor artística» que ha roto «las normas establecidas» y ha despertado «nuestro lado más primitivo y real. Un pintor de la modernidad y la vanguardia».

El surrealismo y la caligrafía japonesa

Tras la disolución de CoBra en 1951, el trabajo de Alechensky se vio imbuido por la corriente surrealista, descubrió la caligrafía japonesa y, sobre todo, cinceló una de las características decisivas de su trayectoria al crear una zona de conversación continua y contradictoria en los bordes de sus cuadros, donde figuran, a modo de viñetas, narraciones paralelas y notas marginales.

Con obras en prestigiosos museos como el MoMA, la Tate Gallery, el de Bellas Artes de Bélgica y el Reina Sofía, Pierre Alechinsky se muestra «encantando» de entrar en el pasado y en el futuro «de este círculo tan completo. No es una medalla cualquiera, no es un premio ganado en un concurso agrícola», bromeaba el artista. «Un pintor es una persona que guarda silencio, que vive recluido en cuatro paredes. La vida del pintor es solitaria; lo difícil es guardar silencio, pero yo me he habituado y prueba de ello son mis cuadros», dice el artista, al que no le gusta que le «examinen» con preguntas.

El propio Alechinsky ha trabajado en la selección de las obras que se exhiben en la exposición, formada por destacadas piezas, entre ellas «Rosace des semelles» y «Poivre des rues», de 1985, y «Arène», de 1986. «Son obras que están hechas con tapas de alcantarilla, sobre las que puse el papel y froté. Las calles están llenas de imágenes muy interesantes que están en el suelo. Jean Dubuffet me advertía de que mirando al suelo se podían ver cosas; hay imágenes muy ricas si uno es capaz de mirar al suelo. Estas alcantarillas muestra una época en la que los obreros eran artesanos», explica.

Saturados de tecnología

Considerado como uno de los creadores más emblemáticos de la posguerra, ha criticado que en la actualidad «estamos saturados de tecnología» y hay que volver a ese arte más humano, «a algo más directo, trabajado a través de nuestras manos. Hay que ver qué ocurre desde el primer trazo, volver a plantear la relación y el diálogo con el dibujo y la pintura».

En contestación a algunas de las preguntas planteadas, Alechensky alega que cada vez tiene «menos memoria inmediata» y cuando le hacen una pregunta larga tiende a «perderse. Y a veces me parece oportuno perderme». Lo lúdico es algo presente en la vida y en la obra del creador belga: «Es algo visible, salta a la vista desde el primer trazo y quien no lo vea tiene un problema visual. La grafología de ese lado lúdico y de sorpresa sale de mi pincel. Mi pincel soy yo».

Alechinsky: «Mi pincel soy yo»

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