El milagro tecnológico que devolvió a la vida el destrozado «Adán» de Lombardo
Los conservadores del Met logran en 12 años pegar los cientos de piezas en que se trizó uno de los tesoros del Renacimiento
![El milagro tecnológico que devolvió a la vida el destrozado «Adán» de Lombardo](https://s2.abcstatics.com/Media/201411/22/adan2--644x362.jpg)
El patio Vélez Blanco del Metropolitan Museum de Nueva York proviene del castillo que Pedro Fajardo y Chacón erigió en aquel pueblo almeriense a principios del siglo XVI, y contiene parte de la colección de escultura renacentista del Met. En 2002, la cámara de seguridad de esta galería tomaba imágenes cada ocho segundos. El 6 de octubre de aquel año, en la fotografía de la sala a las 5 horas, 59 minutos y 30 segundos de la tarde se veía el «Adán» de Tullio Lombardo (1455-1532), el primer desnudo a tamaño real esculpido desde la Antigüedad y la escultura más importante del Renacimiento italiano en toda Norteamérica. Ocho segundos después, la imagen mostraba la cabeza, trozos de sus piernas, los pies y el torso desparramados en el suelo del patio.
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El pedestal que sujetaba uno de los tesoros del Met había cedido. A esa hora no había visitantes en el museo, los vigilantes de seguridad fueron los primeros en encontrar a la víctima. El mármol de Carrara del «Adán» se rompió en 28 trozos grandes y cientos de fragmentos pequeños. Algunas partes se habían pulverizado. El torso se ralló al resbalar contra la baldosa del suelo. La primera impresión para muchos es que no sería posible recuperar la obra de arte. El entonces director del Met, Philippe de Montebello, definió el incidente como «casi lo peor que podría pasarle a un museo».
Esfuerzo sin precedentes
Doce años después, el Met ha devuelto la vida a este «Adán», en un esfuerzo de conservación sin precedentes. Más que las posibilidades materiales y personales de un elefante museístico como el Met, el mejor aliado de los conservadores ha sido el recurso más caro: el tiempo. «El impulso, y es algo entendible, es reparar la obra maestra rota tan rápido como sea posible», explicó a «The Wall Street Journal» Michelle Marincola, profesora de conservación del Instituto de Bellas Artes de la Universidad de Nueva York. En el caso del «Adán», los especialistas nunca se sintieron en una contrarreloj para acabar la restauración. «Es muy poco habitual», dijo al mismo diario Carolyn Riccardelli, una de las conservadoras que ha dirigido el proyecto. «Normalmente tienes una pistola apuntándote. Tienes que hacer concesiones».
La importancia del «Adán» merecía el lujo del tiempo. La esculpió el maestro Tullio Lombardo a comienzos de la década de 1490 para la tumba de Andrea Vendramin, duque de Venecia. La idea era elaborar un conjunto que recordara los arcos de triunfo romanos, con la incorporación de elementos bíblicos. Lombardo ejecutó un «Adán» idealizado, inspirado en la escultura clásica, pero con un leve desequilibrio en su pose que le convertía no solo en la creación perfecta de Dios, sino también en la víctima de la serpiente del Edén. El «Adán» estaba situado en un nicho a la izquierda de la tumba. En el siglo XIX, fue sacado y llevado al palacio Vendramin Calergi. Fue propiedad de la duquesa de Berry y sus descendientes hasta 1931, cuando lo adquirió el banquero Henry Pereire. Su viuda lo vendió a un marchante de arte y acabó en el Met en 1935.
Desde el principio, el equipo que se formó para restaurar el «Adán» -liderado por Riccardelli, el conservador del Met, Jack Soultanian, y el conservador independiente Michael Morris- optó por salir de la ortodoxia restauradora y enfrentar la recuperación de la pieza desde una estrategia poco invasiva. Para empezar, ejecutaron un escaneo tridimensional con láser de todos los fragmentos, que permitió desarrollar estudios computerizados sobre la naturaleza de los cortes en cada pieza, su composición o las presiones que soportaría cada una. También se desarrollaron modelos virtuales y físicos de la escultura que procuraron mucha información para el análisis de las tensiones entre las diferentes piezas. Su responsable fue Ronald Street, director de modelos y prototipos del Met, que colaboró con científicos de la Universidad de Princeton y con ingenieros informáticos de Computer Aided Engineering Associates.
Armadura a medida
Se realizaron estudios interminables sobre ingeniería de materiales y se tardaron años en construir una especie de armadura a medida para el «Adán». Una de las principales preocupaciones de los especialistas era no dañar las piezas por donde se habían cortado, donde el filo es muy vulnerable. Esta especie de férula, adaptada a las partes de la escultura donde había que ensamblar piezas, reducía el riesgo de dañar el mármol. En esta misma línea, los conservadores prefirieron no usar la técnica tradicional para reconstruir esculturas, que emplea tirantes metálicos perforados para unir las piezas, y que corren el riesgo de dañarlas.
Gracias a los estudios de materiales, solo se necesitaron tres tirantes, en los dos tobillos y en una rodilla, y en lugar de metal se usó fibra de vidrio. El resto se pegó con un novedoso pegamento acrílico. La armadura permitió que los restauradores pudieron trabajar en la reconstrucción de las piezas incluso sin pegamento, que se aplicaba más tarde.
Por fin, la cabeza se unió al resto de la estructura el 1 de abril del año pasado. Desde entonces, se han rellenado las piezas pulverizadas en la caída y se ajustado el color de la escultura. Las cicatrices del accidente, sin embargo, siguen presentes. Se pueden ver detrás de las rodillas, o en el tronco de árbol situado al lado del «Adán». «No queríamos que [el accidente] fuera el principal relato de esta obra», explicó Luke Syson, el comisario jefe de escultura europea del Met. «Pero tampoco queríamos pretender que no ha pasado nada».