Casagemas se libera de Picasso

El MNAC reivindica la obra del artista, cuya muerte dio origen a la etapa azul picassiana

Casagemas se libera de Picasso SUCESION PICASSO

MARÍA GÜELL

La vida y obra de Carles Casagemas (1880-1901) están envueltas en misterio. Así lo certifica Eduard Vallès, que lleva diez años rastreando sus pistas y acaba de inaugurar la exposición «Casagemas. El artista bajo el mito», en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC ). La primera curiosidad es su tumba: «Hace unos años los responsables del cementerio de Saint-Ouen, en París, que sabían que era gran amigo de Picasso, se pusieron en contacto con Claude Ruiz-Picasso, hijo del artista, para explicarle que, si ningún familiar de Casagemas se hacía cargo de los gastos, perderían los derechos –desvela Vallès-. Ante esta alarma, Ruiz-Picasso sufragó los gastos y consiguió que sus restos no fueran a parar a una fosa común».

Esta historia enlaza muy bien con las vicisitudes a las que se enfrentó este artista, que se suicidó a los veinte años en París y que, curiosamente, siempre ha estado muy bien valorado. «Quería hacer una exposición de gabinete, cómoda y deliciosa», avanza Vallès, que ha conseguido «exhumar» al joven pintor y darlo a conocer al público. «Mi intención es destacar su relación con Picasso y su vinculación al mundo del arte barcelonés. Anteriormente siempre se le ha presentado en muestras vinculadas al modernismo y, muy especialmente, a Picasso», añade.

Enamorado de la obra de Picasso, Vallès comisarió también la muestra de «Autorretratos» del pintor malagueño que se pudo ver el año pasado en el Museo Picasso de Barcelona. «En mi investigación sobre la vida de Picasso siempre me fijaba y apuntaba los documentos que hacían referencia a Casagemas. He pasado muchas horas vaciando material de periódicos en la Biblioteca Nacional de París, donde he descubierto cosas fascinantes». Este doble trabajo ha sido por fin recompensado con el encargo que recibió de Pepe Serra, director del MNAC , para hacer esta exposición.

«Convocó a 7 amigos, sacó una pistola, disparó a la modelo Germaine y se mató»

Siempre se había dicho que existe poca obra de Casagemas, pero hay que tener en cuenta que se suicidó a los veinte años. «No hay muchos artistas de los que se hayan conservado cincuenta obras anteriores a los veinte años –destaca Vallès-. Además, no existe un inventario, por lo tanto hay obras que están pendientes de atribución y hay muchas que son falsificaciones, porque es un artista muy bien cotizado». Este medio centenar de piezas, la mayoría dibujos, se reparte entre museos públicos, galerías y colecciones particulares. Al fijarse en las cartelas sorprende que la Galería Artur Ramon es uno de los propietarios más fieles, porque siempre ha valorado mucho a Carles Casagemas.

«No quería que Picasso se comiese a Casagemas y por eso he reservado para la última sala los tres retratos que hizo Picasso a su amigo –subraya Vallès–. De los tres, el más terrible es el tercero, en el que vemos a un Casagemas barbilampiño y desnudo, tapándose sus partes. Este detalle es una clara alusión a la leyenda de que era impotente». Picasso y Casagemas fueron amigos… y enemigos: «Tuvieron una pelea muy fuerte en Málaga y Picasso le abandonó y se dirigió a Madrid». «Picasso le escogió como amigo de juventud y se fraguó una amistad muy íntima», confirma Vallès, que cree que la etiqueta de maldito que persigue a Casagemas es exagerada y se centra sólo en su suicidio.

Amistades peligrosas

Es importante estudiarle por separado, pero sin olvidar a Picasso. «Casagemas nació en una familia burguesa de Barcelona en 1880. No hay constancia de que estudiara en ninguna escuela, pero sí que trabajó en el taller del escenógrafo Félix Urgellès, que solía colaborar para el Liceo. Sus grandes referentes fueron Nonell y Mir». Vallès centra la amistad de Casagemas y Picasso entre 1899 y 1901. Compartieron taller, prepararon juntos su primera exposición individual en Els Quatre Gats y en otoño de 1900 viajaron a París.

El final de Casagemas es triste y teatral. «Convocó a siete amigos y les repartió una carta a cada uno, sacó una pistola, disparó a Germaine y después se disparó. Germaine no murió, pudo sortear la bala y simuló su muerte desplomándose en el suelo. Nadie sabe realmente por qué se quitó la vida, si por su complicada personalidad, su desengaño amoroso con la modelo Germaine o su pelea con Picasso».

El catálogo de «Casagemas. El artista bajo el mito» se cierra con un autorretrato de 1900. Esta imagen, que corresponde a un pequeño dibujo, pero que vemos ampliado, desvela su look. Y uno de los pocos testimonios sobre él es el de Manolo Hugué, que dijo que «Casagemas era un hombre inquieto, lleno de nobleza, bello, alto, enjuto, con una cabeza romántica, pálida. Parecía un Espronceda sin barba».

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