arte
Luis Gordillo: «Hubo una época en que todos los días pensaba en el suicidio»
El prestigioso artista sevillano, con obra en los principales museos del mundo, expone «Cabezas» en Sevilla
Luis Gordillo (Sevilla, 1934), uno de los grandes artistas españoles contemporáneos, con obra en los principales museos del mundo, expone en el Real Alcázar de Sevilla «Cabezas», en la que resume en sesenta piezas su trayectoria artística en torno a este fundamental motivo pictórico de su obra.
En sus duros inicios como artista reconoce que «muchas de mis obras nadie se las tragaba, aunque muchos años después se vendieron a muy bien precio y todo el mundo las veía muy buenas y graciosas». Durante sus primeros quince años en la galería de Fernando Vijande, gran impulsor del arte moderno en Madrid, dice que no vendió ni un solo cuadro «aunque él me pagaba 15.000 pesetas al mes que me permitieron seguir pintando», dice.
Seguidor del informalismo, al que reconoce que llegó tarde, logró ser pionero del «pop art» en España. Premio Nacional de las Artes Plásticas y Premio Velázquez, entre otros muchos reconocimientos nacionales e internacionales, confiesa a ABC en una entrevista que sufrió de depresión y de angustia y que tuvo épocas en su vida «en que todos los días pensaba en suicidarme. Nunca lo intenté pero desde luego estaba en mi cabeza. Seguramente nunca lo habría hecho, pero mi angustia era tal que lo pensaba».
—¿Y pudo alejar con la pintura esa idea de su cabeza?
—La pintura me ha servido para estructurar mi vida, el tiempo, y para contraponerme a la angustia y la ansiedad. Cualquier sistema de trabajo te da una base de estabilidad y en ese sentido la pintura es terapéutica.
Las primeras cabezas que pintó coinciden con la época en la que iba a Madrid tres veces al mes a hacerse psicoanálisis. «Al principio me lo pagaba mi padre, porque yo no tenía dinero», confiesa. Más tarde, tuvo que hacerse copista de grandes obras de Van Gogh y Monet que vendía un amigo en una zapatería de Sevilla a 500 pesetas. «No las firmaba. Ahora algunos de los que las compraron quieren que las firme para darle más valor», dice.
Y añade: «Cuando empiezo a pintar cabezas es cuando empiezo a creer en la pintura que hago y a trabajar ya con una cierta constancia en esto, porque antes un mes era abogado, otro mes era pintor y otro mes otra cosa. Era una anarquía completa y yo no conseguía creerme que podía ser pintor».
Respecto a las dificultades para entender algunas obras contemporáneas por la falta de objetos o figuras identificables, afirma: «La misión del artista no es hacerse entender. Esa es una misión de la sociedad. El artista tiene que ser totalmente libre y esa obligación que se le echa al artista de más, es equivocada.
—¿Le da igual que entiendan o no sus cuadros?
—Sí. Es así de radical. Es una obligación de la sociedad acercarse al arte, a la cultura, a través de la educación, y también del individuo. El arte debería estudiarse en los colegios, pero las materias artísticas están desapareciendo del bachillerato. En la Escuela de Bellas Artes solo se llegaba hasta Goya. Mire, con el mundo científico pasa lo mismo que con el arte actual, ¿quién entiende lo que dicen? Aquí viene un ruso a hablar con nosotros y no entenderíamos nada. Y uno va a un partido de fútbol sin saber nada de fútbol y no entiende lo que está pasando allí. No sabe lo que es un córner o un penalti. Hay que estudiarlo.
—El fútbol parece bastante más entendible que algunos cuadros actuales. Un cuadro, por ejemplo, que consiste solo en una mancha negra, sin más: ¿qué estudio tiene?
—¿Me está poniendo una trampa? (Sonríe) Lo importante no es el trabajo. Picasso podía hacer cuatro cuadros en un día. Lo que sí tiene que hacer el artista es ser claro en su idioma. Yo en eso hago un esfuerzo total.
Cuando se le pregunta por si hay mucha «morralla» en el arte actual, como afirma Antonio López, el pintor español vivo más cotizado, contesta: «Sí, pero también la hay en el arte realista. En el fútbol también hay mucha morralla, aunque la morralla es necesaria porque es el caldo de cultivo para que salga gente buena. Si la morralla lo que pretende es engañar, ser una cosa distinta de lo que es, entonces no. Antes era más difícil porque te obliga ban a pintar y a dibujar y se veía si sabías o no. Ahora la carga conceptual del arte es tan elevada que a veces no hay signos estéticos reconocibles, ni objetos a lo que agarrarse. Y entonces es más difícil la crítica y el control. Reconozco que hay cosas del arte actual a las que yo no llego.
—Pues si usted no llega...
—No, hombre, yo soy de una generación y no conozco todas las claves de las nuevas generaciones artísticas.