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Campaña y Pacheco, dos claras influencias en Velázquez, llegan a Focus-Abengoa

La institución hispelense cede «Santa Rufina» y la «Inmaculada» del maestro sevillano a dos grandes exposiciones en Viena y París

Campaña y Pacheco, dos claras influencias en Velázquez, llegan a Focus-Abengoa millán herce

andrés gonzález-barba

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660) ha sido uno de los grandes maestros de la pintura universal, pero como todo artista recibió en su etapa de aprendizaje algunas influencias que fueron más o menos decisivas para su desarrollo posterior. Dos de estos pintores que fueron un referente para el pintor sevillano fueron Pedro de Campaña y Francisco Pacheco. Ahora, la Fundación Focus-Abengoa va a exponer haste el próximo mes de julio las pinturas «Cristo atado a la columna», del artista flamenco, y una «Inmaculada» del pintor sevillano. Dichas pinturas sustituirán a otras dos obras de Velázquez, «Santa Rufina» y una «Inmaculada», que se podrán admirar en sendas exposiciones que se inaugurarán la semana que viene en Viena y la próxima primavera en París y que serán la mayor retrospectiva dedicada al maestro de «Las meninas».

En el primer caso, «Cristo atado a la columna» es una pintura fechada en el año 1547. Se trata de una de las grandes obras del renacimiento sevillano, siendo cedida por la Archicofradía Sacramental de la Exaltación, y cuya ubicación es la iglesia de Santa Catalina. Este artista de origen flamenco fue elogiado por Francisco Pacheco, quien lo incluyó en su «Libro de verdaderos retratos». Esa veneración hacia el más grande pintor de esa Sevilla del siglo XVI se trasladó al discípulo de Pacheco, Velázquez, quien sobre todo admiró su concepto de retrato realizado con gran verismo, como se observa en la naturalidad de los devotos arrodillados a la izquierda de la composición. Dicha obra fue restaurada por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico IAPH para la gran exposición de Velázquez que se realizó en la Cartuja en 1999, abriendo dicha muestra.

En palabras del catedrático de Historia del Arte, Emilio Gómez Piñol, se trata de «un cuadro que tiene gran fuerza porque la imagen central de Cristo está dotada de relieve, que es fingido en la pintura por el uso del claroscuro». Asimismo, este experto en pintura dice que el torso de Cristo «se inspira en el mundo clásico estando su cuerpo en contraposto». Además, Gómez Piñol abunda en el hecho de que «el eje visual y emocional de esta pintura es el que une la mirada de Cristo con SanP edro, que aparece inclinado y mesándose los cabellos en una postura claramente manierista y que simboliza su arrepentimiento, mientras la mirada bondadosa del Maestro lo perdona».

La otra gran obra que se puede admirar hasta el próximo mes de julio en el Centro Velázquez es una «Inmaculada» de Francisco Pacheco pintada hacia el año 1615. El cuadro ha sido cedido por el Arzobispado de Sevilla y permitirá al visitante poderlo contemplar porque normalmente no está expuesto al público cuando está en el Palacio Arzobispal. Sobre esta pintura, Gómez Piñol añade que probablemente se trate de la primera Inmaculada que pintó Pacheco y tomó como modelo a su hija, que por entonces tenía unos 13 ó 14 años. Esta Virgen se convirtió en uno de los prototipos a seguir por los pintores sevillanos del siglo XVII. Se trata de la más sencilla de las Inmaculadas que pintó Pacheco y de cuantas se encuentran en Sevilla. Cuando Murillo realice sus Inmaculadas, las representará como novedad con túnica blanca y manto azul.

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