Juan Abelló, el coleccionista apasionado

En una extensa entrevista concedida a ABC en el año 2000 hablaba de arte, de coleccionismo, de mecenazgo... Repasamos algunas de sus confesiones

Juan Abelló, el coleccionista apasionado IRENE MARSILLA

NATIVIDAD PULIDO

En el año 2000 Juan Abelló recibió a ABC. El empresario nos concedió una entrevista en la que hablamos largo y tendido de arte, una pasión que le inoculó su padre, quien les llevaba a él y a sus hermanos a visitar todos los museos del mundo. Y así fue como empezó a enamorarse perdidamente del arte. Uno de esos amores para toda la vida. Pasión que también comparte su esposa, gran coleccionista de fotografía latinoamericana, y sus cuatro hijos. De su padre heredó un cuadro de Rusiñol, «Jardines de Aranjuez», amén de una fortuna amasada a golpe de catarros (su padre creó los laboratorios donde nació el Frenadol). Su primera adquisición, «Peñas de Urquiola», de Regoyos. Ambos cuadros cuelgan en la exposición. También su última compra, muy reciente en París: los retratos de Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya, pintados por Miguel Jacinto Meléndez.

Su colección, dice Juan Abelló, es ecléctica. Jamás ha vendido una obra

«Mi colección, dentro de tener su orden y su concierto, es algo ecléctica», decía Abelló. Entre las debilidades confesas de sus más de 500 piezas, un precioso Matisse pintado en Niza y un Yáñez de la Almedina que su mujer adquirió en subasta. Los Abelló lograron arrebatárselo a la mismísima National Gallery de Londres : «Me dio una especial satisfacción quitárselo a los ingleses», advertía el empresario en la entrevista. Supimos entonces que jamás ha vendido un cuadro ni pagado impuestos con obras de su colección («hay dos o tres que podría mejorar, pero al final me he encariñado con ellos. Es como si tienes un hijo feo, se le acaba queriendo igual que a los guapos»), que le han quitado el sueño muchos cuadros, que le entusiasma el arte del siglo XX... «Creo que es el segundo siglo más importante de la pintura española. Me gustan casi todos los Picassos... Barceló no deja de sorprenderme», apuntaba. Aunque su mayor pasión es la flora: «Soy un enamorado del bosque mediterráneo». No descartaba crear su propia fundación: «Sí, lo he pensado y lo voy a hacer».

Quienes le conocen bien dicen que posee un gusto muy personal y refinado. «Compra lo que le gusta, nunca por inversión. Jamás se ha equivocado con la compra de una obra», dice el galerista Enrique Gutiérrez de Calderón. Es una de las personas a las que el coleccionista suele consultar antes de comprar una pieza. Abelló tiene muy buen ojo, un gusto exquisito y está al tanto de lo que ocurre en el mercado, pero le gusta investigar y asesorarse bien. También es discreto y prudente. No es un «depredador» del arte. No compra a tontas y a locas, por mucho que se encapriche de una pieza. Eso sí, no se mordía la lengua a la hora de hablar de la falta de apoyo al mecenazgo en España: «Más que favorecer en este país al coleccionista, se le persigue. El Estado no te da ni las gracias por haber importado un Ribera o un Zurbarán». Catorce años después de aquella entrevista, todo sigue igual.

Juan Abelló, el coleccionista apasionado

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