William Donovan, una leyenda de la CIA
Roosevelt le nombró jefe de los servicios de información durante la guerra. Fue abogado, fiscal, embajador y diplomático. En su juventud luchó contra Pancho Villa en México y luego intentó hacer carrera política
No hay probablemente en la historia del espionaje una personalidad tan determinante como la de William Donovan . Fundó y dirigió el OSS, los servicios secretos estadounidenses, durante la II Guerra Mundial y logró convencer a Truman y al Congreso para la creación de la CIA. Fue abogado, fiscal, embajador y diplomático. Y asesor y hombre de confianza del presidente Roosevelt, compañero de clase en Columbia.
Donovan no pudo llegar a ser el primer director de la CIA porque Truman decidió nombrar al almirante Roscoe Hillenkoetter, un personaje mediocre y sin experiencia. Edgar Hoover , el director del FBI, odiaba a Donovan y Truman tampoco se fiaba de él. Su decepción fue enorme, pero años más tarde se hizo justicia con su legado. Actualmente hay una estatua suya en la entrada de la sede de la CIA en Langley, que le reconoce como su fundador. Tras encomendarle misiones diplomáticas en Europa y utilizarle como enlace con Churchill, que le consideraba como un amigo, Roosevelt le designó al frente de un comité de coordinación de los servicios de información del Ejército, el Departamento de Estado y el FBI. Tras el ataque a Pearl Harbour, el presidente le colocó al frente del OSS, que centralizaba todas las competencias en materia de inteligencia. Hoover no se lo perdonó.
Donovan fue ascendido a general y en muy poco tiempo llegó a dirigir una organización con más de 10.000 hombres, desplegados en Europa y el Pacífico. Creó la estructura de un moderno servicio de espionaje con grupos especializados en operaciones encubiertas y una unidad de análisis que llegó a disponer de una información extraordinaria sobre el régimen de Hitler. Fichó a artistas, intelectuales, abogados y empresarios, a los que utilizaba en sus misiones.
El jefe de la OSS tenía extraordinarios contactos a nivel internacional. Conocía personalmente a Jorge VI, De Gaulle, Mussolini, Tito y Stalin. Y se pasó toda la guerra en los diferentes teatros de operaciones: Grecia, Serbia, norte de África e Italia. Estuvo a punto de morir en el Desembarco de Normandía, pero se salvó milagrosamente tras pensar en suicidarse para no caer prisionero.
Hasta sus enemigos más enconados reconocieron su legendario valor, demostrado en las dos guerras mundiales. En la primera, luchó en las trincheras y fue condecorado por su coraje. Era el único oficial que peleaba con las medallas en el uniforme, contraviniendo las ordenes de sus jefes.
Leyenda
En 1918, volvió a Buffalo, su localidad natal, y ejerció la abogacía en su bufete. Pero pronto se trasladó a Nueva York, donde fue nombrado fiscal de distrito. Allí se convirtió en una leyenda por su compromiso en aplicar la Ley Seca, llegando a ordenar el registro del club del que era miembro. Luego intentó dar el salto a la política, pero perdió las elecciones a gobernador.
Donovan había nacido en el seno de una familia católica de origen irlandés en Buffalo. Su padre era un directivo de ferrocarriles. Pensó en ser sacerdote, pero luego cambió de opinión y se matriculó en Derecho. Era amigo del director John Ford, al que reclutó para el OSS.
Casi todo en la vida de William Donovan parece una leyenda, ya que, en 1916, nada más entrar en el Ejército, su regimiento fue enviado a combatir a Pancho Villa en México. También asesoró al Gobierno de Truman en los juicios de Nuremberg, aportando documentación clave. Fue nombrado embajador en Tailandia en 1953, pero pronto sufrió trastornos mentales que le obligaron a dejar el cargo. Murió en 1959 cuando ya era un mito gracias a varias películas inspiradas en su figura.