Un día en la vida de Richard Ford en Oviedo
ABC sigue los pasos del premio Princesa de Asturias de las Letras, cuya apretada agenda no le ha impedido disfrutar de tranquilos paseos con su mujer por la capital asturiana o comprar calcetines
Richard Ford (Jackson, Misisipi, 1944) no podrá, nunca, olvidar la semana que ha pasado en Oviedo. Cuando mañana coja el avión, junto con su mujer, Kristina , sus pequeños ojos claros brillarán de nostalgia. La de alguien que no esperaba un recibimiento tan cálido y cercano como el que le ha brindado la capital del Principado. Llegó el pasado lunes en tren porque prefería disfrutar del paisaje del trayecto y pasar un tiempo tranquilo con su esposa. Desde entonces, Pablo y Laura , de la Fundación Princesa de Asturias, no se han separado del premio de las Letras; él, como conductor, guiando los pasos del autor estadounidense; y ella, como «azafata», disponible en todo momento ante lo que pudiera necesitar. «Son encantadores, he tenido una suerte enorme», confiesa Pablo, con una sonrisa en los labios. Es el primer año que trabaja como chófer para la Fundación y sabe, por las experiencias de sus compañeros en ediciones anteriores, que no todos los galardonados tienen el mismo carácter. Algo en lo que coincide Laura: «Son súper cercanos, gente muy amable y considerada, de lo más normal».
[ Richard Ford: «Uno decide ser novelista con cada nuevo libro que escribe» ]
Ambos esperan, pacientes, en la entrada de la Librería Cervantes, la más insigne de Oviedo, mientras Richard Ford firma libros en el interior. La cita estaba programada para las cuatro de la tarde del jueves, y ya media hora antes empezó a formarse una larga cola a las puertas del establecimiento. Concha Quirós , su anfitriona y alma máter de la literatura en la capital asturiana, va de un lado para otro, pendiente de que ninguno de sus clientes se quede sin el añorado autógrafo. «Se para mucho tiempo con cada uno, es increíble», comenta la librera, sorprendida.
Pero el tiempo vuela, sobre todo en la agenda del premiado, y después de una hora Ford marca el final: «Que pasen todos los que ya están y después nos vamos» . Vítores entre los lectores que aguardan, y él sin perder la sonrisa, bolígrafo en mano. Firma un último ejemplar a un admirador rezagado y sube en el coche que conduce Pablo.
¿Su destino? Avilés, donde el escritor ha pedido, expresamente, acudir a la conferencia de James Nachtwey (Siracusa, Nueva York, 1948), premio Princesa de Asturias de Comunicación, en la Cúpula del Centro Niemeyer . Ford y el fotógrafo no se conocían, pero Nachtwey acudió, esa misma mañana, al acto que el escritor protagonizó, en la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo, donde mantuvo un encuentro con estudiantes y profesores. «Ha habido muy buen ‘feeling’ entre ellos, la verdad», confiesa Laura. En la Biblioteca del Campus de Humanidades no cabía un alfiler y el escritor se sorprendió ante las preguntas de los alumnos, que esta vez sí fueron con la lección aprendida.
A lo largo de la semana, Laura y Pablo han recogido al autor, normalmente acompañado por su esposa, en el Hotel de la Reconquista, no muy temprano. El martes, fueron a visitar Luarca . «A la vuelta, quise parar en Salinas, cerca de Avilés, que hay un mirador muy bonito, pero prefirieron volver a Oviedo», recuerda el joven conductor. Al llegar a la ciudad, a Pablo le sorprendió la franqueza de su premiado: tenía que comprar calcetines. Y es que Ford y Kristina han disfrutado, como dos ovetenses más, de tranquilos paseos por la ciudad. «Al salir del hotel, siempre le esperaba gente con libros y para hacerse fotografías, y él siempre se paraba», explica Pablo.
En una de esas escapadas, el escritor y su mujer se detuvieron ante el escaparate de la librería Maribel, un pequeño establecimiento regentado por un matrimonio, que está frente al Hotel de la Reconquista. «¡Richard Ford!» , dijo la dueña al verle entrar. «Estuvieron con nosotros charlando un rato largo. Incluso dejó varios ejemplares firmados por si venía gente a comprar alguno de sus libros. ¡Ya sólo me quedan dos!», comenta el librero. Al escritor le sorprendió verse, de aquella forma tan cercana, en el escaparate, y no dudó en entrar. «Esto es fantástico, en Oviedo tenemos mucha suerte de tener estos premios. Si yo te contara de Kapuscinski …», dice él, rememorando años anteriores.
A la vuelta de Avilés, donde Ford y Kristina disfrutaron del trabajo de Nachtwey, acudieron a la cena en la Lonja en honor de los Reyes, que supuso el broche final a un día muy especial, y previo a la entrega de los galardones, donde el escritor ha pronunciado un discurso inolvidable. Siempre sin perder de vista el humor, tan presente en su vida como en su obra. De hecho, en una de las múltiples conversaciones informales que el escritor mantuvo con quienes le han acompañado estos días, no dudó en confesar la «clave» de su felicidad: « ¿Sabes cuál es el secreto de un buen matrimonio? No tener hijos. ¿Y de un buen escritor? No tener hijos». Quien habla es Richard Ford, ténganlo en cuenta.
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