Viaje a la capital de la Seda
La UNESCO celebra la importancia de Valencia en las rutas comerciales de este producto textil entre los siglos XV y XVIII
No se recuerda suficientemente que hubo un tiempo en que la ciudad de Valencia no era conocida por los naranjos, sino por la calidad de sus sedas. Eran consideradas las mejores del mundo . De la capital del Turia salían los finísimos hilos con los que se confeccionaban los suntuosos trajes de la Francia del XVIII. Como parte fundamental de la Ruta de la Seda (figuraba en el kilómetro 9.090 del recorrido que iba desde China hasta Occidente), Valencia exportaba desde el siglo XV gran parte de sus tejidos.
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Queda poco de aquella floreciente industria que en el siglo XV daba de comer a más de la mitad de la ciudad de forma directa o indirecta. Tras su último periodo de esplendor en el siglo XVIII, la producción de la seda valenciana entró en un definitivo periodo de decadencia.
Salón de la Fama, donde los dirigentes del Colegio del Arte Mayor de la Seda se reunían- Rober Solsona En el Siglo de las Luces llegaron a trabajar 5.000 telares simultáneamente. Casi todas las familias valencianas tenían alguno en casa, aunque también había grandes talleres de hasta 200 telares. El barrio de Velluters estaba a su vez acordonado por los de las industrias que dependían de la seda indirectamente, como los atadores, los tiradores de oro, los que teñían los hilos con colores naturales, etc. Fuera de la ciudad, en las masías de los pueblos, muchas familias disponían de un rincón con superficies de cañizo donde criaban gusanos y escaldaban después los capullos para venderlos después en la ciudad.
Todo este poso cultural, tan descuidado en los libros de texto, ha vuelto a salir a la luz gracias a la declaración de Valencia por parte de la UNESCO como «Ciudad de la Seda 2016».