Flamenco

Un par de tríos en Madrid

Dos formaciones de baile que dejaron huella en la historia del flamenco

Mario Maya y El Güito en televisión RTVE

Luis Ybarra Ramírez

Fue a finales de los años 60 . Madrid era un crisol para el flamenco. Algo más de diez años llevaba El Corral de la Morería en funcionamiento, como Torres Bermejas, antes, La Taberna Gitana. Por Villa Rosa llevaban pasando figuras unas pocas décadas, a veces encerradas en cuartos de cabales para los más exquisitos, o los más pudientes, y otras encandilando desde la silla a un público numeroso, como sucedía en el Café de Chinitas.

Los artistas, cuenta José Mercé, distinto al tipo que vemos hoy, aunque casi igual, quedaban a las cinco de la tarde en la cafetería Tulsa. «'Mu' bien 'vestíos'», dice, «que si no no entrabas». Los limpiabotas, amigos ya, les quitaban el mate del albero adherido a los zapatos para hacerlos lucir de la mejor forma en el escenario. Unos jóvenes Paco de Lucía y Camarón de la Isla pululaban por la ciudad. Farruco, Terremoto, Manuela Carrasco... El maestro Caracol inspirado por allá, en Los Canasteros, con María Jimenez dándose a conocer y Los Del Río aún lejos de la Super Bowl. Antonio Mairena de este otro lado. Los niños de Manuel Soto Sordera, los Habichuela…

Todos echaban la tarde entre guitarras, actuaban por la noche y se gastaban lo ganado esa misma madrugada. Ese era el ambiente. La afición y el turismo internacional incipiente se agolpaban en los tablaos de la capital mientras los artistas más destacados, Fernanda y Bernarda, Mario Maya, La Perla de Cádiz… fundaban emporios artísticos por una urbe hecha, en ese momento, para ellos. Madrid, con la creatividad a flor de piel, propició el desarrollo de un par de tríos memorables de forma simultánea.

El primero, presentado en el Hotel Luz de Sevilla en 1969, lo formaron tres artistas sevillanos, aunque uno de ellos naciera en Pozuelo de Alarcón: Farruco, Rafael El Negro y Matilde Coral . Revolucionaron el arte en cercanía. Reunieron estilos dispares sobre las tablas y causaron verdadera sensación. La danza salvaje y cruenta de unos, de alta viveza y emoción, tan llena de gitanismo, contrastaba con la feminidad de la otra, que cambió el músculo por algodón. Y así en 1970 su nuevo concepto les hizo ganar el premio Premio Nacional de Baile de la Cátedra de Flamencología.

Farruco, Matilde Coral y Rafael El Negro, Los Bolecos ABC

Curro Malena y Barrilito les pusieron las primeras voces al trío. Martín Revuelo fue el cantaor, digamos, oficial. Manuel Mairena también les prestó su eco, como Paco Taranto , que velaba sueños evocando al Tardón. Parece esa la pequeña banda sonora de un evento que provocó una buena venta de entradas y líos en la puerta. Locuras por bulerías, oles en compás de soleá y tortas para ver a esas tres estampas que a la par eran una. Giraron por numerosos espacios con sumo éxito, clavando la primera bandera en la Cochera Show, en Sevilla, donde los mayores de 18 años, que si no, tampoco entraban, pudieron ver a Fernando Esteso despedir al trío triunfal en enero de 1970.

Los Bolecos, que así se llamaron, fue una formación protagonizada por tres artistas consagrados; dos de ellos, Rafael y Matilde, marido y mujer, y un Farruco que, sin saberlo, con sus veinte minutos de éxtasis, estaba inaugurando los cánones más copiados en la danza flamenca masculina desde los años 90 a esta parte . ¡Y con varios de sus coetáneos levantando imperios coreográficos! En Madrid, la acogida fue extraordinaria.

Trío Madrid: Mario Maya, Güito y Carmen Mora

Pero había más en la urbe. Mario Maya, en 1970, se aburrió . El hastío le llevó a estrujarse los sesos y a tener una idea que al Güito, segundo implicado, le dio algo de pereza en un principio, como confiesa en su biografía. El bailaor de las cuevas de Granada le propuso al tablao Torres Bermejas una nueva función, con él, Güito y Carmen Mora al frente. «Si no cuaja», dijo el empresario, «estás fuera». La inquietud de Maya, que pudo más que la comodidad de hacer lo mismo y la amenaza por hacer otra cosa, introdujo una pieza por alegrías con afán de catedral y una música de Gustav Malher como colofón de la soleá por bulerías que arrasó en la taquilla de ese y otros tablaos. Fue un golpe sobre la mesa en La Pagoda de Marbella, en el madrileño Teatro Calderón, donde estuvieron en una ocasión, en Francia y, por último, en Los Canasteros.

A la salida de Carmen Mora, Antonia Martínez ocupó la vacante . El Trío Madrid, que así se bautizó de boca en boca, obtuvo el premio nacional en 1971. Como locos andan los aficionados buscando por Internet los escasos minutos que se eternizaron en un vídeo grabado en el Café de Chinitas para la serie 'Rito y geografía del cante'.

Pepe Habichuela , quien los acompañó a la guitarra, trabajó allí con El Chaleco y José Mercé , que le dejó su sitio a Turronero al marcharse con Antonio Gades a recorrer el planeta. También con Fernando Gálvez, Serranito y otros muchos artistas en activo de aquella época. Recuerda, sirva para revivir el ambiente de efervescencia, escaparse de Torres Bermejas para ir a ver a Los Bolecos. «Eso era afición. Gastarse todo el dinero que habíamos ganado en disfrutar de la competencia, que no era competencia, claro. Nos queríamos y admirábamos». Madrid era entonces un par de tríos que terminaban con muchos más agregados a la fiesta.

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