Ana Torroja, de los clásicos a la modernidad en el Botánico

La cantante madrileña deleita a sus fans y derrocha energía en el escenario en la presentación de su disco ‘Mil razones’

Ana Torroja, anoche durante el concierto en Las Noches del Botánico Efe

Arcadio Falcón

Flanqueada por cuatro jóvenes, Ana Torroja emergió de entre las luces encapuchada y luciendo unas botas kilométricas . Arrancó con ‘El cine’ , más electrónica que de costumbre pero igual de pegadiza. ‘Ay qué pesado’, primer momento para cantar, especialmente si el corazón está malito de amor. El concierto no tuvo pausas y la cantante, que cambió de vestuario varias veces, utilizó con energía el escenario .

En ‘Me colé en una fiesta’ aprecié lo que temía al entrar al Botánico tras escuchar su último disco. Está claro que en el género que es el pop moderno/electrónico la tecnología es cada vez más importante, pero Ana Torroja, pionera de la música española, parece haber sucumbido a la tendencia de la música comprimida de incorporar una línea idéntica a la suya doblando su voz ... incluso en directo. Adaptarse o morir lo llaman.

Fuera de los clásicos, el primer temazo de la noche fue ‘Ya no te quiero tanto’ , un medio tiempo donde batería, bajo, órganos y tecnología se unen para crear un ritmo hechizante que sería funk si no fuera por la velocidad. Torroja emociona a todos en la balada sin desgañitarse ni meter berridos; una lección.

Para ‘Punto muerto’ , la primera de las nuevas, salió al escenario la banda Miss Caffeina , que lo hizo bien sin alardes. Después brilló una versión intimista de ‘Cruz de Navajas’ , crónica atemporal de la vida y muerte de Mario Postigo.

Buenas versiones rockeras de ‘Los amantes’ y ‘La fuerza del destino’ , con unos cambios de dinámica de la banda dignos de grabar y reproducir (si no fuera por eso que llaman Ley). ‘Mujer contra mujer’ fue dedicada a Samuel, el joven brutalmente asesinado hace unas semanas en La Coruña. Para inmortalizar el momento, se encendieron los flashes en el recinto mientras yo llegaba a la conclusión de que eso que llaman Ley suele ser una recomendación.

‘Llama’ , de su último disco, resulta efectiva en directo. La melodía de teclado con aires techno colorea muy bien el espacio entre batería y voz, donde guitarra y bajo tocan sencillo y claro.

Después, el Botánico se vino abajo para recibir a Alaska, que cantó ‘Hora y cuarto’ junto a la protagonista . Era la primera vez que estaban juntas sobre un escenario. La Pegamoide no debería poner su voz al lado de la de Torroja. Fue como cuando los estudiantes tocan en la función de final de curso con la profe . El concierto terminó con una sección a capela en la que la madrileña cantó algunos de los éxitos que habían quedado en el tintero.

Ana Torroja, grande entre grandes, se niega a quedarse atrás . Con un pie en el pasado y otro en la calle, el concierto de anoche en el Botánico es la prueba de que en España también hay 'rockstars'. Larga vida.

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