«Los símbolos de España no son propiedad de una ideología»

Hoy se presenta en el Aula de Cultura de ABC (en el Museo ABC, calle Amaniel, 29-31 a las 19:30 horas) el libro «Los símbolos políticos, el ceremonial y las distinciones oficiales de España», de Fernando García-Mercadal

La bandera de España , izada en la Plaza Colón

Javier Santamarta

Hoy se presenta en el Aula de Cultura de ABC (en el Museo ABC, calle Amaniel, 29-31 a las 19:30 horas) el libro «Los símbolos políticos, el ceremonial y las distinciones oficiales de España», de Fernando García-Mercadal . Lo que plantea y sobre lo que reflexiona es más que importante. ¡Muy importante! La trascendencia y necesidad de los símbolos del Estado. Los de España. Los de todos.

La paradoja es que la bandera y el himno que nuestros deportistas portan con orgullo en todo el mundo, con los que todos hemos celebrado un mundial de fútbol y los éxitos en tenis, atletismo, natación y otras competiciones recibe luego indiferencia, cuando no un lacerante maltrato. En España hemos asistido a espectáculos lamentables como las pitadas al himno en los estadios –relacionadas con el nacionalismo catalán y vasco– o a la reivindicación de banderas inconstitucionales por la extrema derecha y la extrema izquierda.

Falta pedagogía

Ante esta problemática, Fernando García–Mercadal, cuyo currículum necesitaría un imposible tarjetón de visita para apenas señalar sus estudios en el anverso y, en el reverso, apuntar su dilatada experiencia profesional, concede que «los gobiernos locales siempre han enfatizado más los símbolos diferentes que los del Estado central».

Tiene claro que los símbolos de España «no son partidistas, no son propiedad de una u otra ideología». Incide García-Mercadal en «que son un factor de cohesión». O que al menos, así deberían de ser. Fijándonos en las ilustraciones de la obra que hoy presenta, parece claro que se ha perdido ese bagaje cultural «por falta de pedagogía», que habría que recuperar de manera inmediata. Sobre todo para recuperar ese « sentimiento constitucional » tan necesario en estos momentos. Volver de algún modo al «gran consenso de la Transición» para entender que la bandera, que el himno, que la propia institución de la Corona, es mucho más de lo que representan. Básicamente porque «nos representan a todos». Los que fuimos, somos y seremos.

Lo-lo lo-lo

Cualquier nación no deja de ser una «comunidad de sentimientos reflejada en esos símbolos». Y no parece sino que lo que nos debería de unir, nos separa. Esa falta de consenso se ve reflejada en algo que en nada es trivial. «La ausencia de una letra para el himno nacional es algo soprendente. Somos uno de los pocos países cuyo himno carece de ella». Lo que hace que no sea un momento de comunión como pasa con los de otros lugares (los ejemplos son innumerables y obvios), sino, bien el de bramar contra él, bien el de repetir un artículo demostrativo neutro como si estuviéramos de parranda.

El maltrato a los símbolos llega hasta a cosas aparentemente sin importancia, nos señala el autor «como los sellos de correos o las monedas». La simplificación ha llegado a ser tan grande, que se ha perdido lo que en el resto de los países de nuestro entorno, en instituciones, universidades, etc., se ha mantenido con venerado respeto. «La heráldica tradicional y el diseño contemporáneo deberían coexistir. Pero sin que la primera tenga que quedar arrinconada por unas modernidades que vacían de contenido lo que pretenden representar». Como «deplorables ejemplos heráldicos» el autor cita a los escudos de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid.

García-Mercadal recuerda que «en ocasiones los gobiernos han acudido a la Academia de la Historia para pedir su opinión, como cuando asume su dictamen en 1868 para que apareciera en la primera moneda de peseta, el escudo casi como conocemos», con una corona mural que luego erróneamente hace suya la Segunda República, precisamente por no hacer caso a la Academia (que proponía una corona cívica, porque la mural que se usó en la República ¡es absolutamente monárquica, de los Reyes de Castilla!)

Hemos dejado de lado a los expertos, nos señala el autor, para que nuestro escudo, que aparece con cuidado diseño en el libro, casi nada tenga que ver con el que ostenta hoy la rojigualda. Y más que un «león rampante parezca un gato cabreado, en color rosa chicle». Estudios de referencia como el del doctor García-Mercadal son más que necesarios. Símbolos a favor de los símbolos de una moderna y vieja nación llamada España.

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