JESÚS GARCÍA CALERO
Sijena y la maldición de la momia
«Nadie más tiene la culpa de todo lo que pasa relativo al tesoro de Sijena que quienes se negaron a cumplir la sentencia»
Si fueran piezas arqueológicas del antiguo Egipto , vendidas ilegalmente, llegadas a España y custodiadas hoy en cualquier museo catalán, seguramente estaríamos hablando con orgullo de una restitución debida y de una sentencia que hay que cumplir . Es más, los especialistas establecerían conversaciones y puentes para que el patrimonio -que siempre es lo más importante- pudiera ser objeto de un relevo digno y diligente, de una operación aplaudida que dejaría buena imagen pública. Así ha ocurrido otras veces... con los vasos canopos y las estatuillas de Isis, incluso con alguna momia. Pero no se hagan ilusiones.
Esto es España y hasta las momias tienen ideología . Hay elecciones, convocadas tras el batacazo del «procés» y gracias a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Así que todo es un poco distinto. Para empezar, el Gobierno ni tenía la intención de intervenir en este viejo proceso judicial que trata de hallar la solución justa en la pelea por el llamado tesoro del monasterio oscense de Sijena. Pero es que si algo definió al «procés» fue su contumacia a la hora de ignorar sentencias judiciales inconvenientes para sus planes (en el ámbito cultural hay al menos otra: la sentencia del Constitucional relativa a los papeles del Archivo de Salamanca indebidamente trasladados a Cataluña , que no tendrá la misma suerte que la de Sijena).
Y despúes de dos años y medio con una sentencia en desacato por parte de la Generalitat, que debería velar por el cumplimiento de las leyes, un juez dijo basta y le envió al ministro de Cultura el requerimiento para que, en virtud de sus nuevas competencias debidas al 155, la hiciera cumplir. Nadie más tiene la culpa de todo lo que pasa que quienes se negaron a cumplir la sentencia. Las garantías legales permiten recursos en cada fase, derecho que la Generalitat sigue ejerciendo legítimamente. Pero la Audiencia de Huesca ha ratificado la sentencia y el traslado se llevará a efecto hoy.
Un conservador del Museo de Lérida, dolido por el traslado, me confesaba hace unos días en conversación informal: «Es increíble que un juezucho de primera instancia tenga este poder» . Como si no hubiera habido informes periciales, expertos, argumentaciones, recursos y réplicas en un proceso judicial de casi 20 años. Lo cierto es que una persona formada y brillante, como es el caso, debería saber -debería aceptar- que ese poder de la justicia es salvífico, objetivo, democrático, igualitario . ¿Cuántos han tragado la pócima que les hace creerse por encima de la ley? El otro argumento que esgrimen en Cataluña es que las piezas no estarán desde ahora tan bien cuidadas. Y eso, como augurio, sin pruebas, resulta indignante.
Tenemos todos que valorar el trabajo de los especialistas catalanes que ha permitido que un patrimonio tan valioso llegue hasta nosotros bien cuidado y unir esfuerzos, todos, para que siga siendo así. La maldición de la momia es también ese atavismo, esa superstición, ese brebaje que ha llevado a Cataluña al borde de la ruina.