Una sierra eléctrica para extraer las tibias y los peronés de Salvador Dalí
Los forenses se llevaron, además, muelas, uñas de manos y pies y pelo del artista para demostrar si la vidente Pilar Abel es o no hija suya
Con el pañuelo de seda, todavía blanco impoluto, con el que le había tapado la cara su amigo y chófer Artur Caminal antes de enterrarlo, con su característica melena y con su emblemático bigote marcando las 10 y 10 , tal y como lo sepultaron el 25 de enero de 1989. Como si el tiempo no hubiera pasado, Salvador Dalí volvió anteayer por la noche al reino de los vivos por un par de horas y alimentó todavía más su leyenda surrealista.
El bigote, todavía tieso y mirando al cielo, fue sin duda una de las sorpresas que no dejó a nadie indiferente durante la rocambolesca exhumación del genio de Portlligat . 28 años después de que fuera embalsamado y sepultado bajo una imponente losa en el corazón del actual Teatro-Museo de Figueres (Gerona) , el féretro de Dalí volvió a ser destapado para intentar conseguir ADN del artista y así poder atender la demanda de paternidad impuesta por la vidente de Figueres Pilar Abel . Los trabajos transcurrieron con normalidad dentro del «sureralismo» del momento.
Como un tesoro genético, y tras una entrada que levantó mucha expectación, los responsables judiciales y forenses se llevaron las tibias y los peronés, uñas de los pies y alguna de las manos y molares con los que, a partir de ahora, buscar pruebas genéticas para confirmar, o no, vínculos de parentesco con Abel. Los responsables judiciales habían pedido al menos un diente y un hueso largo para tener más probabilidades de éxito en las pruebas posteriores.
«Es momia, es madera»
El momento, sin embargo, no fue tan íntimo como se preveía, ya que una comitiva presidió la exhumación . Allí estaba el letrado del juzgado, tres forenses y un ayudante suyo, tres miembros de servicios funerarios y, en un segundo plano, representantes de la Fundación Dalí, del Ayuntamiento de Figueres, de la Generalitat y del Estado así como el abogado de Abel, el forense Narcís Bardalet -responsable de embalsar el cuerpo de Dalí hace tres décadas-, y agentes de los Mossos d’Esquadra .
«Dalí es momia, es madera», explicó ayer Bardalet, que fue uno de los más impactados por la exhumación y que reconoció que llegó a caerle alguna lágrima , especialmente cuando vio que su bigote seguía intacto. El forense, ya jubilado, explicaba ayer que «en 38 años de trabajo he visto muchas cosas, pero nada igual ». «Me lo imaginaba con moho y hongos por la humedad. Y la sorpresa es que Dalí es para todos los siglos, es como madera, es momia», repetía todavía emocionado ayer en declaraciones a Rac1.
Sin querer entrar en detalles pero dejando una gran duda en el aire, Bardalet recordó que había tenido una gran relación con el artista gerundense, que había tenido acceso a su historial clínico y que le había atendido a él en algunas ocasiones, así como a algunas de sus parejas. «El día del juicio hablaré , antes no puedo porque existe un secreto médico», sentenció.
La alcaldesa de Figueres, Marta Felip, también presente durante la exhumación, avaló a la salida del museo que el artista se encontraba «bien conservado» y confesó que le costó dormir tras lo visto y vivido la noche anterior.
Con una sierra eléctrica
Los engorrosos trabajos transcurrieron más rápido de lo previsto: poco antes de las diez de la noche ya se había retirado la losa de 1,5 toneladas que sellaba la tumba y se había extraído el féretro, de madera recubierta de zinc. Todo ello se hizo bajo una gran carpa para garantizar que nadie pudiera tomar imágenes del momento -incluso con drones desde fuera del edificio - y que los profesionales trabajaran así sin miradas indiscretas.
De hecho, con la misma finalidad se requisaron todos los teléfonos móviles. Sobre las 22.20 horas se abrió el ataúd para empezar a trabajar con los restos mortales del artista. Dado su estado momificado, los forenses casi no pudieron trabajar con el bisturí y tuvieron que utilizar una sierra eléctrica.
Los trabajos terminaron antes de la 1 de la madrugada y las muestras extraídas viajaron a bordo de un furgón funerario a Madrid, donde serán analizadas en dos laboratorios diferentes para conseguir el ADN. Ahora, los técnicos tienen la misión de encontrarlo, algo difícil -pero no imposible- por la alteración provocada por el formol que se utilizó durante su embalsamamiento . Los resultados de los trabajos podrían conocerse a principios de septiembre.