LA H UELLA DE ESPAÑA EN ESTADOS UNIDOS

El salto desde el cielo: el peñón de Acoma

En 1598, Juan de Oñate lideró una batalla contra los indios acoma en este rincón de Nuevo México

El pueblo de Acoma, en el peñón del mismo nombre ABC

BORJA CARDELÚS

Como un barco varado en el desierto de Nuevo México , se alza el peñón de Acoma , un terromontero de cien metros de altura coronado por una explanada donde habitan los indios de la tribu de los acoma, pertenecientes a la más amplia nación de los indios pueblo.

Discurre el año 1598, y Juan de Oñate se halla reconociendo los valles de Nuevo México, asentando por primera vez la presencia de España en el suroeste de los Estados Unidos, algo que habían intentado hasta entonces sin éxito otros españoles como Vázquez de Coronado . Pero Oñate pertenece a la casta de los grandes conquistadores, y hasta llegar aquí ha tenido que superar innumerables trances, en especial a los envidiosos burócratas del Consejo de Indias, celosos de la fortuna de Oñate, uno de los grandes mineros de Nueva España. Y además de eso ha tenido que traer una caravana de misioneros, colonos y ganados desde México, la capital de Nueva España, hasta las regiones inéditas del Norte, abriendo la ruta de penetración española en Estados Unidos.

La gran mayoría de los indios pueblo está aceptando fácilmente la dominación española, porque las Misiones les procuran bienes materiales como nuevos cultivos, ganados y oficios. Ellos ya practicaban una agricultura elemental de maíz y se asientan en pueblos, de ahí su nombre, lo que les otorga un nivel evolutivo superior, del que carecen las tribus nómadas como los sioux o los apaches , cazadores y recolectores, y recalcitrantes a la nueva cultura española.

Pero, a diferencia de las demás naciones pueblo, el reducto de los indios de Acoma contempla con recelo desde las alturas la penetración española. Y un día, Juan de Zaldívar , sobrino de Oñate, al descubrir el promontorio habitado asciende para demandar alimentos. Los acoma los prometen amistosamente, pero luego discuten entre ellos lo que procede hacer.

Al día siguiente, Zaldívar y un puñado de hombres ascienden por el único acceso posible entre las escarpaduras . Arriba, el pueblo está silencioso y vacío. Y de improviso prorrumpen los indios desde las casas y acometen en masa. Es una emboscada en toda regla. La desigualdad es abrumadora, y los indios matan o empujan a los pocos españoles hasta el borde del precipicio . Uno tras otro van muriendo, entre ellos el capitán Zaldívar. Al final quedan vivos cinco españoles, apretados contra el borde del abismo, y no les queda otra opción que la muerte a manos de los indios o saltar al vacío desde una altura de entre sesenta y cien metros.

Y saltan. Como poco, desde la altura de un edificio de veinte pisos. Uno de ellos muere estrellado contra los peñascos. Los otros cuatro sobreviven . Increíblemente. Aterrizan sobre unos bancos de arena de la base del cerro, y cuando se recobran del aturdimiento se reúnen con sus compañeros.

Oñate no podía dejar sin castigo la afrenta, porque ello mostraría peligrosa debilidad ante las demás tribus pueblo, y pondría en peligro la todavía precaria e inmadura presencia de España en Nuevo México. Pero antes de acometer acción alguna consulta a los franciscanos y se carga de motivos para emprender lo que califica como guerra justa. Y un día, un contingente de ochenta españoles comandados por el hermano de Zaldívar emprende el ascenso.

La batalla será ferocísima, porque los indios esperaban la acción, y el único acceso a la cumbre está cubierto por un aluvión de flechas y piedras. Pero un soldado descubre un acceso secreto, y para dominarlo ha de dar un salto de varios metros sobre el vacío, e instala un tronco que sirve de puente a los españoles.

Ya en la cima, la batalla será durísima, por la enorme superioridad en número de los indios. Al cabo vencieron los españoles y algunos comentarían luego haber visto a Santiago sobre su caballo , combatiendo como un soldado más, una visión que se produjo media docena de veces en la conquista de América.

Hoy, en el cerro de Acoma viven todavía los descendientes de aquella tribu . El lugar es un destino turístico, y los guías indios informan que «2.000 españoles subieron al cerro e hicieron una masacre contra los indefensos indios». Una vez más, la Leyenda Negra falseando la verdad.

Pero hay un bello epílogo a todo esto. Cuando vencieron los españoles, tomaron presos a 500 hombres. Hubo un juicio y la sentencia fue severa, quedando un poso inextinguible de enemistad entre los indios de Acoma y España, los únicos entre los indios pueblo que se mostraron enemigos. Pero en el año 2009, cuatrocientos años después de los hechos, en la iglesia del peñón de Acoma los ancianos de la tribu y el embajador de España formalizaron solemnemente la paz . Fue el hermoso epílogo de unos sucesos sangrientos, cuyas cicatrices han quedado cerradas cuatro siglos después.

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