Sale a la luz la primera ópera compuesta por una mujer en España

El estreno de «Schiava e Regina», de Maria Lluïsa Casagemas, se vio frustrado por el atentado anarquista contra el Liceu de 1893

Detalle de la partitura junto a un retrato de Maria Lluïsa Casagemas EFE
David Morán

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Es más que probable que las vidas de Santiago Salvador y Maria Lluïsa Casagemas nunca se hubiesen cruzado si la platea del Gran Teatre del Liceu no hubiese saltado por los aires el 7 de noviembre de 1893. De hecho, tampoco puede decirse que lo hicieran entonces, pero el destino de la segunda dio un brusco volantazo en cuanto el primero lanzó desde el gallinero las dos bombas orsini que acabarían matando a veinte personas. Sólo dos días antes, la prensa estadounidense se hacía eco de cómo Casagemas, que por aquel entonces contaba con apenas veinte años, había sido galardonada en la Exposición Universal de Chicago por completar «Schiava e Regina», su primera ópera, pero el atentado anarquista acabó liquidando cualquier posibilidad de seguir haciendo historia.

Aún faltaban más de dos décadas para que María Rodrigo llevase su «Becqueriana» al Teatro Real y casi un siglo para que Matilde Salvador se convirtiera en la primera mujer en estrenar una ópera en el Liceu, pero el nombre de Maria Lluïsa Casagemas (1873-1942) ya recibía elogios de críticos y compositores como Amadeu Vives, Isaac Albéniz y Felip Pedrell. El siguiente paso, el que habría de culminar la insólita irrupción de una mujer «en un circuito de hombres», tendría que haber sido el estreno en el Gran Teatre del Liceu de «Schiava e Regina», pero las bombas del 7 de noviembre se llevaron por delante la temporada del coliseo barcelonés y, con ella, la ópera de Casagemas.

Francesc Cortés y Maria Teresa Garrigosa interpretan la partitura de Casagemas EFE

Adiós, pues, a la posibilidad de convertirse en la primera mujer en estrenar una ópera en España -y también en un gran teatro europeo- y adiós también a una partitura que a punto estuvo de representarse sólo un año más tarde, cuando el teatro reabrió sus puertas en 1894. El gafe, sin embargo, seguía ahí, y tras programar sendas piezas de Granados y Albéniz, la dirección del teatro decidió apear «Schiava e Regina» de la programación. Una estocada casi definitiva a una obra que, desde entonces, se ha tenido que conformar con alimentar referencias escritas sin que nadie supiese cómo sonaba realmente. «Se trata de una ópera perfectamente equiparable a lo que pudiese haber hecho un hombre. Hay un ritmo dinámico y unas melodías que evitan los tópicos», destaca ahora Francesc Cortés, profesor del departamento de Arte y Musicología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y uno de los investigadores que anda estos días pellizcándose después de que la partitura de «Schiava e Regina» haya salido a la luz tras casi un siglo de pesquisas infructuosas.

Descubrimiento azaroso

No es para menos, ya que lo que apareció por casualidad durante una mudanza ha resultado ser la partitura manuscrita de la primera ópera compuesta en España por una mujer, un hallazgo tan azaroso como rocambolesco. Así lo explica Francesc Bofill, quien descubrió la partitura en la biblioteca de la casa de sus abuelos maternos, los mismos que acogieron en su casa al hermano de quien fuera maestro musical de Casagemas, Francesc de Paula Sánchez i Gavagnach.

Un enredo de nombres que ha mantenido oculta durante años una pieza que, tal y como destaca la soprano y musicóloga Maria Teresa Garrigosa, no hace más que subrayar el talento sin par de Casagemas. «Fue una virtuosa de la música y tuvo los mejores maestros del momento debido a la posición acomodada de su familia», señala antes de recordar que, tal y como se desprende del diario musical de la propia Casagemas, su producción fue de cerca de 300 obras, aunque sólo se conoce el título de cien de ellas y apenas se conservan las partituras de unas cincuenta. Una anomalía que, señala Cortés, está estrechamente relacionado con el papel que se otorgaba a las mujeres en las esferas artísticas de la época. «No se consideraba lo que hacían como un material patrimonial», destaca el investigador.

Hermana del pintor Carles Casagemas, cuyo suicidio sumió a Picasso en su célebre etapa azul, la compositora barcelonesa firmó su primera partitura con solo once años y recién cumplidos los 18 terminó «Schiava e Regina», obra de estilo «italianizante» y libreto un tanto «kitsch» alimentado por la magia y los enredos amorosos y por el que desfilan desde un príncipe persa a dos esclavas pasando por un mago inequívocamente llamado Vudú. Un dechado de creatividad que Casagemas frenó en seco después de casarse y que sólo retomó después de que cuatro de sus cinco hijos falleciesen de tifus. «Es entonces cuando vuelve a expresarse a través de la música», apunta Garrigosa, una de las voces que llevarán mañana al Teatro de Sarrià algunos de los pasajes de «Schiava e Regina» en una velada de arias y canciones para reivindicar el legado de la compositora catalana. A largo plazo, los rescatadores de la partitura no descartan que la obra puede acabar representándose en el Liceu, ahí donde las bombas de Santiago Salvador impidieron su estreno hace 124 años.

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