Música e historia
Saetas y disparos a la Virgen de la Estrella
Se cumplen 90 años desde que La Niña de la Alfalfa le cantara su rezo más popular a La Valiente, única virgen en procesionar por Sevilla tras la proclamación de la Segunda República, en 1932
Le tenía especial devoción a la Virgen de la Estrella. Desde niña, pero más, si cabe, desde que una afección en la laringe a los 15 años casi la dejara muda: la curación llegó tras los rezos . Rocío Vega Farfán, La Niña de la Alfalfa, como se le conoció, fue una saetera de Santiponce, donde descansan vestigios romanos a las puertas de Sevilla, que también interpretó ópera y zarzuela. Cultivó una saeta folclórica, de voz lírica y facultad portentosa, para medirse ante las principales figuras de este género que se cuajó de diferentes formas en muchos pueblos y ciudades de Andalucía y España, como Jerez y Marchena, pero que tomó otra envergadura en Hispalis, donde las voces de referencia se dieron cita a la altura de las espadañas, no ya desde el suelo. El rey Alfonso XIII , al escucharla, solicitó conocerla en persona y la proclamó por escrito como la Reina de la Saeta. Ella fue, por tanto, una de las gargantas protagonistas de la Semana Santa durante el siglo XX. Este 2022 se cumplen 90 años de su rezo más recordado. Aquel que antecedió los tiros a la Virgen.
Todo ocurrió el Jueves Santo de 1932 . Tras la proclamación de la Segunda República, ninguna de las hermandades sevillanas decidió realizar estación de penitencia (también sucedió así en otros municipios) con una excepción: la Estrella, de Triana. Se echó a la calle con dirección a la catedral dentro de un clima de enorme extrañeza. Isidoro Moreno, en la obra 'La Semana Santa de Sevilla', apunta lo que entonces denunciaron los medios liberales. Además de la sensación de inseguridad , la declinación generalizada de las hermandades se utilizó como un arma de presión política por parte de la derecha.
De una forma u otra, desde entonces, a esa imagen se le conoce como La Valiente. Y a La Valiente le cantó La Niña de la Alfalfa aquel jueves lejano a estas líneas, frente a la fachada del ayuntamiento y en presencia de las autoridades , una letra memorable: «Se ha dicho en el banco azul/que España ya no es cristiana/y aunque sea republicana/aquí quien manda eres tú/Estrella de la mañana». Ni banderas ni ideologías ni sistemas de gobierno: Tú, única en la calle, al mando. Aún no la habían dañado.
Despojada de alhajas, por lo que pudiera pasar, se paseó por el casco urbano entre vítores y silbidos espontáneos. Le cantaron, como vemos, saetas, además de algún «¡Viva el comunismo libertario!» y otros «¡Viva Sevilla católica y mariana!», como recogen las crónicas de la época. Por Sierpes le lanzaron una piedra al Cristo , con posterior detención del agresor e intentona de linchamiento. En la plaza de San Francisco, inmediatamente después, la oración hecha música de la Niña de la Alfalfa abrazó al palio, todo rodeado de congoja desde la salida. La tensión rayaba el aire de una ciudad que siempre ha presumido de primavera. Todo resultaba incómodo, hasta que en su regreso al templo ocurrieron los hechos más graves.
Con el primer paso de la cofradía ya en la iglesia, unos cohetes rompieron el manto de la Virgen mientras entraba en casa, en presencia de los más devotos. Sonaron disparos . Y la multitud, imagine, se hizo una amalgama de nervio y masa. Un carpintero de 22 años, Emiliano González Sánchez, quien llevaba en su poder una pistola del calibre 6,35 y dos cargadores, trató de huir antes de ser arrestado y responder con más tiros a las fuerzas de seguridad, sin herir a nadie. Nunca se demostró, sin embargo, que fuera él el agresor de la Estrella, aunque estuvo en prisión durante más de cuatro años y, tiempo después, se le volvió a vincular con los hechos.
La Niña le cantó a La Valiente aquel día una saeta llena de circunstancias. Era joven, poco más de 30 años. Rozaba la plenitud y le quedaban todavía varias décadas de reinado en el balcón, compartiendo fama con figuras como El Niño Gloria, Manuel Centeno, Manuel Vallejo y La Niña de los Peines. También, en sus comienzos, coincidió con Manuel Torre y Niño de Medina, otros cantaores de postín. Falleció en julio de 1975, tras años de felicidad, dos repúblicas, una guerra y una dictadura que pudo ver menguar , pero no acabar. Dejó, eso sí, su recuerdo sonoro por los adoquines. Aún más cuando se conmemoran 90 años de valentía.