Roland Topor, un humorista en tiempos apocalípticos que se reía de todo
El Salón del Cómicde Navarra dedica una exposición al influyente ilustrador francés
Polifacético, ilustrador, escritor, cineasta, Roland Topor , nacido en 1938 en París de origen judío-polaco, no pudo venir al mundo en una época más dura, especialmente para él; y sin embargo provocó, provoca y provocará la sonrisa y también la risa de muchas generaciones. El Salón del Cómic de Navarra que se inagura este viernes en Pamplona acoge 51 de sus grabados y las obras de otros 32 artistas del cómic, del dibujo, que le han querido rendir homenaje a este maestro «influencer» antes y ahora de quienes se dedican a este arte gráfico, y que a través de sus figuras e imágenes interpreta también el hoy. Y no han participado más personas en esta exposición porque su comisario, Asier Mensuro, tuvo que «cerrar» la posibilidad ante la cantidad de artistas que querían colaborar de una u otra forma.
El edificio de El Condestable, en el casco viejo de Pamplona, acoge la muestra y Asier Mensur o, historiador de arte especializado en cine y cómic con más de 200 exposiciones a sus espaldas, agradece al Ayuntamiento, y especialmente a la Asociación Tiza, que promociona el cómic con este salón, poder organizar este evento.
Entusiasta de Roland Topor –«es el más de lo más desde mediados del siglo XX»–, Asier Mensuro destaca como funda el grupo Panic , «por el dios Pan, y por el movimiento Dadá y el tono festivo, libre, que el surrealismo había dejado atrás, con Fernando Arrabal y Alejandro Jodorowsky ». Pero si algo resalta de Topor es que «se reía de si mismo» y eso le permitía poder reírse de todo lo demás, no sólo con sus dibujos, sino tambien con sus libros como «La cocina caníbal», una «recopilación de recetas» en las que «cocina» desde generales («los generales se cuecen muy mal»), a otros personajes tópicos y típicos.
Cuello abierto
Una exposición para ver, para aprender a reírse hasta de lo que resulte más extraño y extravagante y comprobar que el humor ayuda a vivir hasta en las circunstancias más adversas para el ser humano, y cuando salta la carcajada todo es más relativo y más llevadero. Uno de los grabados, curiosamente, es un rostro tapado con una mascarilla, pero con un cuello abierto en lo que parece una sonrisa u otra boca a la que la máscara no puede impedir hablar o reir.
Mensuro comenta como Roland Topor, fallecido a finales de los años 90, influyó en artistas como Luis Eduardo Aute , en la Movida Madrileña –«para los que fue un modelo»–; ahora también lo sería, dice, y sobre todo en el momento en el que vivimos, impregnados por el miedo y hasta la obsesión por el Covid-19. «Topor es un humorista en tiempos apocalípticos», comenta Asier Mensuro, que resalta el instinto de muerte de este artista que se aprecia, sobre todo, en sus anatomías desgarradas, rotas, deformadas...
«En el mundo en que vivimos, su humor estaría de plena actualidad porque estamos viviendo momentos excesivos». Tan excesivos como los que llevaron a unos islamistas a atentar contra la revista «Charlie Hebdo» por sus caricaturas sobre Mahoma , cuyo juicio comienza ahora. Y como no, Roland Topor era amigo de algunos de los más veteranos autores de esta revista, a los que entonces y hoy habría defendido «porque el humor es lo más libre que hay, aunque primero hay que saber reírse de si mismo». Ningún sitio mejor para aprenderlo que la exposición de Topor y de quienes le homenajean en el Salón del Cómic de Navarra, que se celebra desde el 4 de septiembre al 4 de octubre, en Pamplona, Estella y Elizondo.